He estado toda la mañana fuera y
con suma tristeza me entero por el amigo Desiderio González Palenzuela de que el
padre don Jesús Martínez ha fallecido. Imposible no dedicarle unas palabras a
este sacerdote que dejó una huella tan profunda y benévola en nuestro pueblo.
El 18 de Mayo de 2017 ya le brindaba
un artículo tras su marcha a Pamplona. Era un artículo como muestra de mi
agradecimiento hacia su persona, pues yo lo traté durante años y siempre me obsequió
con su sincera amistad. Hablar de don Jesús es hablar de un cura vocacional,
fue misionero durante treinta años en Filipinas. Es igualmente hablar de un
hombre serio y valiente como buen navarro que era. Siempre atento a todo el
mundo. Con la sonrisa en los labios y la virtud de escuchar a quiénes acudían a
él en busca de consejo y consuelo espiritual. Sus misas eran de un cariño y
mimo muy especial al igual que sus Vía Crucis. Bonitos recuerdos tengo de ello.
Figura icónica por las calles del
Casco villero. Siempre con su rosario y su leve cojera, pero grande en su
humanidad. Sin lugar a dudas era todo un soldado de Cristo Rey y en ello basó
su vida. Él vivía intensamente la eucaristía, la oración, y las lecturas de
fuerte carácter filosófico. Todo ello acompañado de otra forma de armonizar con
Dios como era el canto.
Cuando un sacerdote posee de manera inherente tales
virtudes no puede uno sino sentirse honrado de haberlo conocido. Como persona y
como se decía antigua mente para ir “a gozar misa”, pues indudablemente con él
se gozaba intensamente la eucaristía.
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Padre paúl don Jesús Martínez de San Juan (1931-2022).
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No puedo sino sentirme
profundamente triste por su fallecimiento, porque indistintamente que ya no
residiera en La Orotava, allá por donde pasó su sola presencia trasmitía la Fe
en Dios. Fueron catorce intensos años en La Orotava repartidos entre la parroquia
de Santo Domingo de Guzmán y la iglesia de San Francisco de Asís. Aún recuerdo la última conversación que
tuvimos en la entrada de la residencia de los paules y de que se iba a
Pamplona, pero su corazón quedaría en La Orotava para la eternidad.
Él mismo lo improvisó diciendo:
Adiós La
Orotava,
La Orotava de
mi querer, mi querer,
adiós La
Orotava
en el cielo te
volveré a ver…
Se acumulan en mi unos recuerdos
que no hay verbo para expresarlos, porque para mi no se va sólo un sacerdote.
Se va una persona de unas virtudes extraordinarias. San Fermín se lo lleva acabando
sus fiestas.
Poco más puedo añadir, sólo este
recordatorio de mi anterior artículo dedicado a él https://100x100villerosdelaorotava.blogspot.com/2017/05/gracias-por-todo-don-jesus.html
Don Jesús ahora sólo queda que
vaya usted junto a José el cojo y Víctor ir preparando la misa en la iglesia de
San Francisco de la Jerusalén Celeste. Recuerdos para esos dos grandes
villeros, más bien tres, porque usted acabó convirtiéndose en uno de los
nuestros, para mayor gloria y honor de este pueblo.
Las misas por don Jesús en La Orotava
serán las siguientes (aunque mejor infórmense pues esto lo copio de las redes
sociales):
Iglesia de San Francisco:
Sábado 16 de
julio a las 17:00h.
Parroquia de
Santo Domingo de Guzmán:
Miércoles 20:00 horas.
Buen viaje don Jesús hacia la casa
del Padre y espero que nos volvamos a cruzar algún día, pues usted siempre me pareció
un gran sacerdote y mejor persona. Y a las buenas personas siempre las llevamos
en el corazón para convertirlas en inmortales.
Descanse en Paz el padre don Jesús Martínez de San Juan.
Epílogo:
Son muchas las muestras de pésame y cariño que se están dando en las redes
sociales por el óbito de don Jesús. Quisiera transcribir algunas de las
personas de más confianza en mis redes, pues creo que sus palabras dan el
marchado de valor de la gran humanidad que caracterizaba a don Jesús.
Empiezo con las palabras que le dedica Jesús Rocío y en las que me
identifico plenamente. Él nunca quiso marcharse de la Orotava, pero su fe en
Dios y su obediencia a la orden de los paules hizo que partiera con profundo
dolor hacia Pamplona. Tal vez mucha gente no lo sepa, pero don Jesús en estos últimos
cinco años mantuvo contacto telefónico con algunas personas de La Orotava. Nunca
quiso romper su vínculo con la Villa y eso es algo que demuestra el aprecio por esta tierra
y sus gentes.
Pasemos a leer lo que le ha escrito Jesús Rocío:
Inmemorian.
Acabo de recibir la triste noticia del fallecimiento del padre paúl Don
Jesús Martínez (padre Jesús). Los que tuvimos la suerte de conocerlo veíamos en
él, una persona llena de bondad, ternura, y una dulzura envidiable. Nos contaba
de su familia, de sus hermanos religiosos, y de su paso como misionero. Yo lo
conocí, en la capellanía de San Francisco en el Hospital Santísima Trinidad,
donde él era capellán en la misa de las diez. Era muy querido por los enfermos.
Recuerdo cuando con lágrimas nos comunicó su marcha, y me dijo "yo
todavía me encuentro bien para seguir, pero nuestro señor lo ha querido
así" y se fue a un centro en su tierra, y desde allí me llamaba interesándose,
por mí y dando saludos para todos los feligreses, padre Jesús, gracias por
todos los consejos y cariño que me daba. Estoy seguro que nuestro señor lo
acogerá. con el mismo cariño, que usted siempre nos trató.
Descanse en paz, sacerdote y amigo.
El amigo Desiderio González Palenzuela comenta lo siguiente:
Una buena persona con mayúsculas. Un gran sacerdote. Descanse en la Paz del
Señor. Que la Santísima Virgen lo reciba con los brazos abiertos en el cielo.
Me cogió por sorpresa está mañana cuando en medio de los pedidos de la
panadería, como algunos me lo envían por wassap, ahí leí el mensaje. Me quedé
de piedra.
Un Sacerdote que hizo mucho también en Santo Domingo, no nos olvidemos que
el vino a sustituir al Padre Felipe García Olmo, en Febrero del año 2003 y participó
de manera intensa en toda la labor pastoral junto al Párroco Francisco Javier
Barrera Hernández hasta Octubre del año 2005, donde se nombra Párroco de Santo
Domingo de Guzmán a Don José Vega Herrera.
Permítanme que igualmente me una a este epílogo. Mentalmente soy un mar de
recuerdos de don Jesús, pues muchísimas horas pasamos conversando de lo humano
y lo Divino.
Yo no soy católico practicante. Ni siquiera semi practicante. A los oficios religiosos voy cuando yo digo y mi espíritu así lo necesita. Incluso con
los años me he ido posicionando entre los gnósticos, que no debe tampoco significar militancia en los mismos. Los que entendemos e
interpretamos el mensaje y la figura cristológica del Maestro desde otras posiciones
que no tienen por qué ser las oficiales de la Iglesia católica. Siento si esto
puede resultar ofensivo para alguien, pero yo hablo de mí no de nadie. Por su
puesto siempre me expreso desde el respeto hacia otras filosofías dentro del
cristianismo las cuales me parecen muy respetable. Pero tampoco puedo negar que
la filosofía que los padres paules tienen, por lo menos en La Orotava, a mí me
encanta. Tampoco escribo nada nuevo porque ya he redactado bastante sobre la
parroquia de Santo Domingo de Guzmán y mi admiración hacia su comunidad
religiosas y seglar.
Durante unos años acudía casi diariamente a las misas entre semana de las
18: 00 h en San Francisco. Y fue allí donde trabé confianza con don Jesús. Leía
y participaba en los Vía Crucis cuaresmales. Bien disfrutaban los feligreses con esos Vía Crucis, pues se hacían
con mucho cariño, humildad y esmero. Él me tenía mucho aprecio y
valoraba aquellas pequeñas ayudas que tanto Jose como él me solicitaban. Y
muchas veces después de misa nos quedábamos a hablar en la sacristía de la
humano y lo divino junto a Jose. Yo aprendí muchísimo de don Jesús, y también
de Jose, de su filosofía de vida. Abnegado servicio y feliz de ello.
Todos sabíamos de sus problemas de cadera y demás. Muchas veces el dolor se
cebaba en él y aunque tuviera que subir caminando desde la residencia de los
paules hasta la iglesia de San Francisco él lo hacía. Y se lo tomaba como parte
de su ministerio sacerdotal ese esfuerzo subiendo las pinas calles. Incluso en
invierno con lluvia y mal tiempo. Él se paraba varias veces para tomar un
respiro, pero siempre con la alegría de que estaba sirviendo a Dios hasta en
sus padecimientos físicos. Nunca se quejó. Al contrario, para él fue la alegría
del cristianismo militante. Sólo una vez lo vi roto y abatido que fue cuando
falleció Jose. Ahí si lo vi que la Fe se convirtió en alegría y a la vez llanto
porque Jose trascendía, pero él perdía a un amigo. O más que amigo a un hijo.
Porque que nadie tenga duda que el mejor tándem sacerdote-sacristán que ha
tenido la iglesia de San Francisco han sido ellos dos. Ya de nuevo están juntos
para la eternidad.
Como digo teníamos la sana costumbre de quedarnos un rato charlando en la sacristía
y era un hombre que extrapolaba su gran humanismo cristiano a todos los
aspectos de la vida. Relataba sus experiencias de niño, como seminarista, sus
largos años en Filipinas. Sus ideas de la vida, de la sociedad, del mundo en
general. Y siempre con la sonrisa en los labios y la humildad en las palabras.
Muchas historias me relató y bastantes cambios de impresiones tuvimos y eso
yo lo agradeceré siempre. Y le doy gracias a la vida de haberme cruzado con una
persona así. Porque son de esos seres excepcionales que pasan por el mundo
dejando una profunda huella en el corazón.
Tal vez algún día relate algunas historias de aquellas impresiones que intercambiábamos
y de sus avatares por Filipinas y para lo que él significaba y lo dichoso que
se sentía en La Orotava y de la capellanía de San Francisco.
Más que triste me siento sumamente nostálgico. Porque siento que voy
perdiendo referentes que han sido partes de mi vida y que a la vez me hacen
recordar que ya voy entrando en una edad sustancial donde ya por ley de vida
voy despidiendo a personas que me han aportado mucho. Pero por una parte me
quedo con sus enseñanzas y con el convencimiento que algún día nos volveremos a
reencontrar. Y me volveré a encontrar con él y con Jose, con Víctor y con
tantos otros/as. Es el misterio insondable de la vida. No podemos cambiarlo y
cada uno lo vive a su manera en ese camino iniciático para adentrarse en la
vida después de la vida. Y aunque yo me quede, al igual que muchísimas personas,
con una sensación de pérdida ante una persona de la grandeza de don Jesús él
mismo con sus enseñanzas y sapiencia marcó el camino y dejó ese mensaje de no
estés triste. Yo he trascendido. El hombre ha muerto, pero el ideal pervive y
ahora toca a otros trasmitirlo.
Pido disculpa por tal vez extender de más el escrito, pero necesitaba
expresarlo y dejar constancia de ello. Ahora prefiero volver a los sonidos del
silencio y rogarle a Dios el gran puesto que merece don Jesús en el Reino de
los Cielos y que desde allí nos ayude e interceda por nosotros en estos tiempos
de la dureza del hierro que estamos viviendo.
Así sea.