Hace unos días me encontré en mis
archivos esta foto. Ni recordaba que la tenía, y se me vino a la mente un mar
de recuerdos. Y muchos mares más que vendrán porque mi archivo digital es tan extenso
que ni yo mismo sé con totalidad el material que poseo. Y hallé ésta foto del
24 de mayo de 2005. Fueron unos días que estaba por la Villa y la amiga Eugenia
Melián me dijo si podía hacer el favor de intentar tomar una foto a la nieta en
la procesión de María Auxiliadora vestida de comunión. Pues en el trayecto hice
esta foto. Foto que repito ni recordaba que poseía. La carpeta de esta
procesión me ha dado muchas sorpresas con gente que fotografié y ya muchos han
fallecidos.
Pero centrándome en esta imagen
recuerdo que vi la oportunidad de fotografiar a don Fernando y doña Candelaria en
el balcón de su domicilio, la famosa casa del chocolate y leche por la forma de
su fachada situada en la calle Nicandro González Borges. No dejé pasar la ocasión
porque ya no eran muy pródigos en dejarse ver fuera de su hogar pues la salud
de ambos estaba algo resentida. Y en aquel momento don Fernando reparó en el
flash que lo había iluminado. Le dije “don Fernando una foto para la historia”.
Y él me contestó, o yo entendí algo así como, “…y no dejes de escribir esa
historia”. Pero pasó el tiempo, las largas ausencias y el día a día son los que
son, uno se olvida y ya ni recordaba esta imagen.
A don Fernando y a doña
Candelaria los conocía de tiempo atrás. De nombre y de vista de siempre. Pero
fue en el ocaso de sus vidas cuando trabé algo de confianza con ellos. Tenía
más trato con don Fernando. Siempre me pareció un perfecto caballero de una
gran educación y saber estar. Yo cuando estaba por La Orotava solía ir a su
casa de vez en cuando. Iba a misa a San Francisco y Jose el cojo me pedía el
favor de si podía llevar a don Fernando y señora, si no me equivoco tía o tía
abuela de Jose, aceite de la lámpara de la virgen de la Caridad. Dicho aceite
tiene fama entre los devotos de ser curativo y de paliar dolores y cuando Jose
me lo pedía les llevaba un frasquito. Entraba al zaguán, tocaba en la puerta y oía
la fina voz de don Fernando “¿Sí quién es?”. Y yo le decía “Don Fernando soy
Francisco. Jose les manda aceite de la virgen de la Caridad”. Y aquel hombre
con caminar parsimonioso y porte caballeresco bajaba a buscarlo y conversábamos
un ratillo. Gracias a eso conocí parte de su casa. La verdad que el palacete es
una maravilla que espero que los herederos sepan cuidarlo y mantenerlo. Más que
nada porque es única en su fachada y junto a otra vivienda situada en la calle León,
si no estoy errado, son las únicas edificaciones particulares en el casco histórico
que tienen una pequeña torre. Aunque no tengo claro si el catalogarlas como
torre es lo correcto.
Al poco tiempo de esta foto don
Fernando falleció y el pasado noviembre falleció doña Candelaria. Un matrimonio
muy insertado en la vida social del municipio y de fuertes creencias católicas.
Mientras pudo a doña Candelaria solía encontrármela o en misa en Santo Domingo de
Guzmán o camino del Calvario. Ambos eran muy devotos del Cristo de la
Misericordia del Calvario de los que tuvieron no solo gran devoción sino mucho
mimo y consideración.
Doce años después vengo a concluir
la historia de esta foto como así me lo pidió don Fernando. Mucho me demoré la verdad,
y supongo que la causalidad me llevó ha abrir la carpeta donde estaba la fotografía.
Dos personas excepcionales y muy respetadas en el pueblo. Espero que ya ambos
estén juntos en un mundo mejor que este.
Sea hoy mi recuerdo para don
Fernando Fuentes y doña Candelaria Acosta. Matrimonio ejemplar y grandes
villeros. Dios los tenga en la Gloria y el descanso eterno.
© 2017 Francisco García.
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Primera edición del texto: Enero
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Segunda edición del texto:
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| Don Fernando Fuentes y Doña Candelaria Acosta viendo pasar la procesión de María Auxiliadora (24-05-05). Foto: © Paco García 2005. |