sábado, 22 de julio de 2017

Hasta siempre don Antonio.

Esta mañana me enteraba repentinamente por medio del Facebook del amigo Desiderio González Palenzuela del fallecimiento de don Antonio Jiménez a la edad de 94 años. Triste noticia para empezar el día.
Lo tuve de profesor. Ni que decir que era un sacerdote estricto a más no poder. Recuerdo que en las clases no se oía ni una mosca en su presencia. Eso siempre nos lo decía mucho el gran don Nicolás Mederos. Siempre hablando y cuando les da clase don Antonio no se oye a nadie. Aunque nosotros a don Antonio lo oíamos a diario aunque no nos diera clase porque cada jornada por megafonía interna nos dedicaba unas palabras, alguna historieta con moraleja o una anécdota. Todo eso acompañado del correspondiente Padrenuestro y Ave María. Eran clases a la antigua usanza donde el profesor enseñaba con disciplina y los alumnos respetaban a su mentor. Lo recuerdo siempre en los recreos dando vueltas por el antiguo campo de tierra, hoy asfaltado, siempre rodeado de niños con los que jugaba, hacia trucos de magia o nos contaba algún chiste. Esa media hora de recreo era en horario de clases el único momento que él se permitía sonreír. Y siempre lo recuerdo con una chaqueta de color beige y una rebeca azul. En definitiva, un cura de antaño. Tengo entendido que en sus años de seminarista estuvo en Roma y Alemania hasta su ordenación como sacerdote, en donde se formó para lo que luego fue su extensa vida sacerdotal y donde pudo aprender idiomas.
Don Antonio era una persona muy conocida y querida en La Orotava. Pueblo del que fueron muchos años residiendo, creo que desde finales de la década de los 70, y no es descabellado considerarlo como un villero más. Siempre presente en las grandes citas religiosas en la Villa con esa misma afabilidad y sonrisa como si hubiera nacido en pleno Casco de La Orotava.
Desempeñó su vocación en los colegios de Utrera, Triana, Cádiz, Granada, Montilla, Pozoblanco y Palma del Río. Hombre con aire enérgico e incombustible que le caracterizaba. Hasta que los achaques de la edad le pudieron pero no derrotaron. A don Antonio lo recuero con cariño y respeto como a muchos profesores que tuve. La última vez que lo vi fue a finales de mayo en la calle Nicandro González Borges. Iba caminando solo y algo fatigado por lo que me acerqué a él a saludarlo y preguntarle si necesitaba ayuda. Me contestó que no. Que tranquilo que él iba a su ritmo. Fue la última vez que hablamos.
Sin lugar a dudas don Antonio marcó una época en los Salesianos de La Orotava. Recuerdo  las famosas Veladas por las que era tan aficionado. Sus excursiones y viajes que siempre los organizaba de una forma esmerada. Organizó viajes por la Península, Europa y otras regiones del mundo. Su gran pasión por los Belenes y por su querida misa de 12 los domingos a la que era mejor asistir porque si no se enchinaba ante tu ausencia. Conmigo se enchinó bien porque yo a pocas fui. Y como no, siempre atento a la figura de María Auxiliadora con sus capillas y de rezarle a diario el Rosario a la Virgen. Se me viene ahora a la mente pese al paso de muchos años la capilla que daba al campo de tierra hoy creo que reconvertida en aula de infantil. La recuerdo por el olor especial que emanaba y por un silencio absoluto que reinaba en ella y que daba directamente al campo de fútbol. Allí muchas clases de religión nos dio y muchas charlas como solo él de bien sabe hacerlas.  Todo esto compaginado con colaborar como sacerdote en la Ermita de San Telmo del Puerto de la Cruz.
Pero lo mejor de su obra ha sido lo que otros dicen de él. Y nunca he oído una crítica destructiva o una mala palabra de este sacerdote. Al contrario, todo críticas positivas. Fue todo un lujo de sacerdote. Síntoma inequívoco de cuando un sacerdote es vocacional en su amor  a Dios, a la Virgen y al servicio a los demás. Y eso lo vi demostrado hace unos años cuando en la fachada del colegio le pusieron un gran cartel agradeciéndole sus 60 años de sacerdote salesiano.
Sea este mi homenaje para él. Una persona que los que tuvimos la suerte de conocerlo y que nos diera clases nos enseñó valores en la vida y nos formó de una manera seria y disciplinada. Con sus aciertos y errores. Con sus castigos, que los daba, porque ay de ti que te dijera “¡niño!”, pero también con la alegría que nos proporcionaba. Reconozco que de don Antonio y de muchos profesores que me formaron en mis primeros años de estudiante les guardo de corazón un grato cariño.
La foto que acompaña este escrito fue la última que le hice. Es del 25 de Mayo de este año cuando los alumnos bajaron a María Auxiliadora hasta el colegio. Él estaba viéndolo todo desde una ventana. Recibiendo a su querida Virgen y rindiéndole honores. Se fue cerca del día 24 siempre tan significativo para la familia salesiana. Ya se habrá encontrado con Ella en la Jerusalén Celeste aguardándole el descanso eterno. Tambien acompaña este escrito un vídeo fotográfico que hecho de mis archivos personales. Es del año 2005 en el Rosario de la Aurora un 22 de mayo.
El sepelio es mañana a las 13:00 H en la parroquia de la Concepción.
Fue un placer conocerlo don Antonio y que fuera mi profesor y el de varias generaciones que pasamos por el colegio Salesianos de La Orotava. Hasta siempre y que la Luz eterna y perpetua ya sea para usted.


Descanse en Paz. 

*El amigo Desiderio González Palenzuela mediante Facebook me escribe estas palabras:

“Una excelente persona. Buen sacerdote y maestro. La historia del colegio Salesiano de nuestra Villa, no seria la misma sin nuestro apreciado y querido Don Antonio. Y una cosa muy importante, su devoción a Maria Auxiliadora. Fue el Consiliario de su Archicofradía durante muchos años, buena parte del fervor que le tiene nuestra Villa a María Auxiliadora, se la debemos de corazón a Don Antonio o por lo menos toda nuestra generación.
Muy organizado y con una capacidad de liderazgo digna de admiración para coordinar a todas las celadoras, las reuniones de la Junta Directiva, la organización de la Procesión el 24 de Mayo,la las Primeras Comuniones, la Novena, la Tómbola y un sinfín de responsabilidades unido a sus labores de la docencia que ocupaban buena parte del día, así como la responsabilidad y la dirección espiritual de los cursos de primaria.
mismo. Recuerdo siempre de verlo en Santo Domingo concelebrando con los Padres Paules, en los días grandes de nuestra Parroquia: Santo Domingo de Guzmán 8 de Agosto, Virgen de Candelaria 15 de Agosto o la Milagrosa el 27 de Noviembre. También asistía a muchos entierros y siempre mostraba su disponibilidad y buen hacer cuando cualquier Párroco del municipio solicitaba su ayuda para ejercer algún ministerio pastoral concreto en alguna de nuestras Parroquias.
Otra cuestión muy importante referente a Don Antonio Jiménez Romero fue su notable interés por difundir la devoción a María Auxiliadora en distintos puntos de nuestra geografía fundando la Archicofradía de la Virgen en lugares como San Benito y la Cruz Santa en los Realejos, Punta Brava en Puerto de la Cruz, La Perdoma en la Villa de la Orotava, o la Cruz del Camino en la Matanza de Acentejo entre otras.
No se me olvidara nunca el último año que salí del Colegio que hizo una colecta clase por clase para sufragar parte del coste de la imagen de Maria Auxiliadora que se venera en la Parroquia de su nombre en el Barrio de Duggi en Santa Cruz obra del escultor murciano Francisco Liza Alarco.
Todo esto son grandes muestras de la intensa devoción que sentía hacia la Virgen.



*Apéndice:
Acabo de llegar del entierro de don Antonio y quisiera matizar y recalcar ciertas cosas que hoy en la magnífica homilía que le brindó el jefe provincial de la Orden Salesiana me hizo recordar muchas cosas. Ni qué decir en una iglesia a rebosar con una misa solemne para una persona que dio al pueblo de La Orotava 38 años de su vida sin pedir nada a cambio. El procuró mucho por La Orotava y ésta a su vez le dio mucho cariño y afecto.
Se le dijo que fue trigo entre cizalla. Afirmación totalmente acertada porque es lo que fue. Trigo entre cizalla que a la vez quitaba cizalla y sembraba trigo.
Se recordaron las palabras del médico que atendió don Bosco cuando agonizaba y este les dijo que no estaba enfermo sino desgastado. Así vi yo a don Antonio la última vez que nos encontramos. Un hombre desgastado por el servicio a los demás por medio del ministerio sacerdotal. Murió en primera línea de acción por un desgaste que solo puede tener una persona de fuertes convicciones religiosas.
Así mismo se recordó cuando iba a las casas a visitar a los niños por su onomástica. Bonita tradición que tenía don Antonio cualquier día del año.
Ayer el amigo Desiderio me recordaba su presencia en los duelos. Cosa que yo viví en primera persona de estar en un duelo y llegar él, sin ser párroco, y rezar un responso y consolar a las familias. Estos siempre quedaban muy agradecidos de esa presencia que llegaba espontanea de una persona que asistía, y de forma muy solemne, al difunto y sus familiares en horas de pesar.
Como anécdota tengo que decir que la gente de mi época conocimos, entre otros muchos, a cinco sacerdotes legendarios; don Modesto, don Antonio Márquez, don Víctor, don Evaristo y don Antonio Jiménez. Ya hoy reunidos de nuevo en la casa del Padre y arropados por María Auxiliadora.
Aprovecho para subir la estampa en recuerdo de don Antonio que hoy se entregó en el funeral. Dice estas palabras de don Bosco: “He prometido a Dios que hasta mi último aliento será para mis pobres jóvenes”.
Y así mismo esto lo cumplió don Antonio.

La misa por su eterno descanso será el jueves día 27 de julio a las 20:00 H (mejor preguntar pero creo entender que a esa hora) en el colegio.



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Primera edición del texto: Julio de 2017.






















































Vídeo con fotografías de don Antonio. Siento la baja calidad del mismo. Era una época de las primeras cámaras compactas digitales y con los programas de edición de hoy en día estas fotos pierden mucho.