lunes, 3 de diciembre de 2018

La Víspera de San Andrés de este 2018.

Hoy escribo feliz. Muy feliz, porque el pasado jueves me volví a reencontrar con parte de la verdadera Orotava.
Ya saben que la función de este blog es que allá dónde el tiempo y circunstancias me lo permitan pueda apoyar y visibilizar todo lo que representa al Municipio. No siempre se consigue porque no siempre estoy en el pueblo. Ojalá pudiera servidor estar aquí todo el año y siempre con disposición para ir a todo. Por eso muchas veces no se está en ciertos temas. Pero por desgracia hoy por hoy no puede ser.

El pasado jueves, víspera de San Andrés, acudí a correr el cacharro. A correr el cacharro es un decir porque yo asistí a fotografiar. Fui a fotografiar porque me dio la gana de ir, para visibilizar y apoyar esta tradición. Ya saben que la noche del día 29 de Noviembre el Colectivo Cultural la Escalera organiza el correr el cacharro saliendo de su sede en la calle San José. Y hasta allí me acerqué, creo que ya se va a hacer costumbre, repito, siempre que pueda, de acompañarlos casi en la totalidad del trayecto. Ya desde el primer momento noté una gran afluencia de padres y madres con sus hijos, una hora antes en la sede del Colectivo hubo un taller de fabricar el cacharro. Bajamos y poco más tarde de la hora de salida, pues había gente que no tenía su cacharro aun preparado y se dio, por decirlo de alguna manera, una vuelta de calentamiento por los alrededores. Se unieron más personas en la plaza de San Juan. Bajando la calle los Tostones Tomas Calamita, Inocencio García, Tomas Zerolo también se fueron uniendo más cacharreros a la fiesta. Cuando entramos en la calle San Agustín, yo no iba en vanguardia sino a mediado, oía ruido de cacharros, pero a la vez un gran murmullo de personas. A cuál mi sorpresa que al dar la esquina en donde Anita me veo la plaza abarrotada de gentes y cacharros. En ese momento yo iba grabando en el móvil y me quedé un momento que se me cortaron las palabras porque no esperaba aquel numero de personas. Si ya de por si éramos numerosos los que íbamos antes de llegar a la plaza puedo afirmar que el grueso de participantes se unió allí. No sé exactamente el numero total. Calculo que entre 800 y 1000 personas había entre pequeños y mayores. La gente que estaba allí sabe que no miento. Y a los que no estuvieron puedo afirmar que aquella marea humana tronando a ruidos de cacharro a mí personalmente me emocionó en nostálgicos y añorados recuerdos de niñez y juventud. Incluso se internaron por el Puente y yo me quedé en la parte alta de la plaza para fotografiarlos. Cuento la anécdota que volví a la calle San Agustín para unirme a lo que era el principio de aquella columna de caharreros. Y en aquel momento por fuera de la tienda Sukul me los encuentro parados y José Antonio García, miembro de Colectivo, me pregunta si los coches están detenidos. A lo que mi respuesta fue que estaban parados porque había gente que aún no había dado la curva de San Agustín.

Luego nos fuimos la mayoría, otros se quedaron por la plaza, acompañados de la estridencia de los cacharros por la calle Calvario, Tejar, Obispo Benítez de Lugo… hasta llegar a la ermita de San Andrés. Me hubiera encantado que toda aquellas personas que se concentraron en la plaza del Quiosco hubiera acabado frente al santo en su ermita.

Si me lo permiten quisiera hacer una valoración de todo esto. Yo tengo una edad que por estadística ya he pasado el ecuador de mi teórica esperanza de vida. O por decirlo de otra manera, yo conozco lo qué es mi pueblo. Es que si no lo conociera hace casi dos años no me hubiera metido en esta bendita locura llamada 100 x 100 villeros de La Orotava. Yo se muchas cosas y tengo muchos recuerdos. Cosas ya olvidadas y que se pierden en el inexorable paso del tiempo. Unas han sido relatadas aquí y otras lo serán cuando llegue su momento si es que llega.

Desde que entró este nuevo siglo la fiesta del cacharro parece que perdió fuerza. Por ley de vida la gente iba falleciendo y las nuevas generaciones y las últimas del siglo XX parece como que se habían enemistado con esta tradición o la estaban olvidando. Yo recuerdo de niño a sexagenarios y septuagenarios corriendo el cacharro. O el cacharrazo, porque hacían cuadrillas de cuatro o cinco personas para arrastrar verdaderos amasijos metálicos. La Orotava aquella noche era una sinfonía metálica chirriantes que incluso rompía los silencios de la madrugada. Pero llegó un momento de ruptura, de perdida de ilusión, incluso me atrevería a decir de desidia. Y se quedó en una fiesta algo residual. Me decía hace tiempo una persona mayor que lo mejor para recuperar esta tradición era que desde el Ayuntamiento lo prohibieran, durante el Régimen y la Transición no fue una festividad bien vista por el poder, y que pusieran tras los cacharreros un par de policías municipales corriendo y que seguro que la tradición resurgía con fuerza. Aquí tengo que matizar que antiguamente la policía corría y te llamaba la atención o te requisaba el cacharro. No más que eso. Lo digo porque en este país se tiende al dramatismo y a la exageración.

Como he dicho, este nuevo siglo trajo un fuerte debilitamiento de la tradición de correr el cacharro. Pero siempre hubo un rescoldo que se negaba a extinguirse. De personas que contra viento y marea seguían corriendo dicha noche y sobre todo de las personas que forman en Colectivo Cultural la Escalera. Auténticos baluartes de la conservación de las tradiciones villeras. Ell@s nunca han dejado de acudir año tras año a la cita de la víspera de San Andrés. Creo que ese es el secreto del éxito de este año. El fruto del trabajo bien hecho y el querer hacer las cosas sin esperar nada a cambio. Solo y ante todo por el inmerso orgullo de ser viller@s. No buscando la foto, la palmadita en el hombro o el reconocimiento. Sino realizando los proyectos con abnegada ilusión y tesón. Siempre digo, y no me cansare de repetirlo, que el Colectivo Cultural la Escalera es una bendición para La Orotava. Los que me conocen saben que yo no gano nada alabando a nadie. Yo no pertenezco, ni tengo intención, a ningún grupo, colectivo, asociación… vivo en libertad y cuando se tiene un blog con un enfoque como este no estoy con nadie para estar a bien con todos. Por lo tanto, esta afirmación y alabanza la hago desde la humildad y el corazón. Ellos son un colectivo que durante todo el año están activos en la bregada defensa de nuestras tradiciones.

Para mi fue muy emocionante lo vivido este año. Como villero pienso que es muy importante que nuestras tradiciones se revitalicen porque son lo que nos definen cómo pueblo. La Orotava no es solo Alfombras y Romería. La Orotava no es solo una expresión religiosa de su Semana Santa. La Orotava a nivel festivo y cultural es muy rica y variada en su enorme extensión territorial. Y debemos apoyar y fomentar toda esa cosmogonía que forma el ADN villero. Una vez un chicharrero me dijo que La Orotava solo tenia tres cosas. Alfombras, Romería y la alta calidad de sus aguas. Y un carajo para ti. La Orotava es mucho más que eso. Evocando el titulo de uno de los libros de Antonio Luque puedo decir que La Orotava es corazón de Tenerife. La cultura y el saber no es patrimonio y monopolio solamente de la zona capitalina. La Villa ha sido desde sus orígenes pueblo de grandeza religiosa, festiva e intelectual, no necesariamente por ese orden, porque es un municipio que nació en pleno apogeo del Renacimiento. Y nosotros como viller@s debemos apoyar y defender lo que es nuestro. Porque cuando un pueblo tiene orgullo y honor de lo qué es y de su historia es un gran pueblo. Y como siempre digo a los pueblos lo forman sus habitantes. Y grandes gentes hacen grandes pueblos.

Para mi sería mucho más atractivo otra clase de festividad de San Andrés. Incluso seria más cómodo. El siempre agradable estar tomando unos vinos acompañado de cocina creativa, el hacerme una foto en el photocall para presumir en las redes sociales, el mezclarme con la “elite”, el hacer lo corrillos copa en mano… Que no lo critico porque cada uno que vaya a donde le dé la gana. Faltaría más. Pero el problema es que yo soy un mago de La Orotava. Un hombre que no sabe ni entiende de letras. Pero lo que sí se es lo que significa la tradición. Y yo sé lo qué simboliza la Víspera de San Andrés en nuestra cultura porque lo he vivido desde niño. Igual que hace unas semanas publicaba por segundo año consecutivo una contundente referencia al tema de los castañeros y sus propietarios también sé lo que es estrenar la bodega. Tampoco aquí voy a contar mi vida privada, pero tengo la sensación de que si yo a quién pudiera denostar esta fiesta o criticar su raíz primigenia le preguntara lo qué significa poner el fósforo en el casco de vino tengo la sensación de que no sabría responderme. Y no me creo más listo que nadie. Yo recuerdo el tostar castañas, el asar el pescado y las sardinas saladas sobre las mismas brasas de leña, la calabaza guisada y las batatas, el mojo rojo, el gofio amasado y demás… Y las castañas se tostaban sobre una plancha metálica de bidón que se le hacían orificios a base de martillo y cincel o con una picareta. Yo siempre he vivido, allá donde me ha tocado, en centro urbano. Pero conozco bien el mundo del campo y muchas de sus tradiciones. Para contarles una anécdota que me hace muchísima gracia es ver que últimamente todo el mundo sube a la red lo que es una ralea gofio catalogándola como el Actimel de Canarias. Como si eso fuera algo que se acaba de descubrir. Pues eso lo he visto yo de toda la vida. Y si no era gofio era una tableta de chocolate la Candelaria. Y me parece bien que videos así se difundan. Ojalá se difundieran más videos de las vida y tradiciones de nuestros campos. Porque una ralea es algo muy natural con unos componentes nutritivos muy energéticos. Pero eso no es un descubrimiento de ahora. Pero bueno, el anecdotario y contar lo que tengo o no tengo no me voy a extender porque eso pertenece a mi ámbito privado. Pero consejo que doy, si me lo admiten, es que antes de hablar o criticar una cosa se debe de tener un mínimo de conocimiento. Y yo sé que mucha gente desprecia esta celebración, no entiendo muy bien por qué. Hace años me cruce un tiempo con una pija. Una “canarigoda”. Llamo “canarigod@” a aquellas personas que siendo canarios se creen godos. No confundir godo con compatriota peninsular. Y la espabilada esta decía que no comía castañas porque eso era alimento de pobres y de cerdos. Fina ella que no decía cochino. Esa era más de cocina creativa y vino de 60 € el descorche. Amig@s la ignorancia es atrevida. Pero peor es la presunción y los aires de grandeza.

Solo quiero trasmitir en este escrito el agradecimiento, por un lado, al Colectivo Cultural la Escalera y por otro lado a todos los padres y madres, que consecuentes con nuestras tradiciones e idiosincrasia, llevaron a sus hijos a correr el cacharro.  Espero que este año haya sido un punto de inflexión y que se recupere esta tradición que nos viene de muchas generaciones atrás. Fue incluso bonito la enorme complicidad que hubo por parte de los conductores de vehículos aminorando la marcha y dando paso a los cacharreros mientras los animaban y tocaban la bocina. A mí me hicieron volver a sentir niño y adolescente. Me hicieron recordar a mucha gente que ya no están entre nosotros. A muchas anécdotas pasadas y sobre todo me hicieron estar orgulloso de mi pueblo. Siempre puede haber, de momento nadie, quién diga que tiendo a la exageración… Bueno a lo mejor es que no fuiste o hablas por bocas ajenas. Te reto a tus palabras contra mis fotos. A mis palabras de este escrito contra tus palabras. Fotos que llevan días publicadas. Podía haberlas guardado en el horno del tiempo. Haberlas publicado en unos años. Pero decidí darlas a conocer por el hecho de que sirvan para difundir esta fiesta. Allí estuvo 100 x 100 villeros de La Orotava un año más y espero poder volver en años sucesivos. Sin dármelas de grandeza, sin creerme un personaje de este pueblo, sin pretensiones de ningún tipo y sin pedir nada a cambio. Solamente fundirme entre la multitud y vivir con la ilusión de un niño la estridencia del cacharro recorriendo las calles villeras. Sudé que parecía que estábamos en pleno mes de agosto en una ola de calor. Había momentos que parecía un bailarín de ballet dando saltos para no enredarme en las cuerdas de los cacharros e irme al suelo. Otros momentos iba corriendo para no quedarme descolgado. Di más vueltas que un cilindro porque el número de participantes me desbordó. Pero como se suele decir sarna con gusto no pica. Eso sí, pedir disculpas porque me fui imposible fotografiar a todo el mundo. Por cuestiones lógicas las fotos no serán publicadas aquí. Han sido difundidas por otros canales y si alguien estuvo y quiere saber si salió en alguna imagen puede ponerse en contacto conmigo por medio del correo de este blog 100x100villerosdelaorotava@gmail.com

Aún queda mucho por hacer. Porque la fiesta se esta acotando a algo infantil cuando dicha festividad era para todas las edades. Desde aquí animo para el año que viene que se unan los adultos a la misma. Que se hagan cuadrillas para arrastrar todo trasto que se consiga y el volver a recuperar en su totalidad la grandeza de antaño. En Icod han sabido muy bien conservar y dar a conocer sus tablas. Aquí se tiene que hacer lo mismo. Porque la fiesta del cacharro ha sido copiada en otros municipios donde no quiero entrar a valorar, porque lo desconozco, si han sabido mantener la tradición y la afluencia de personas. Yo aporto mi humilde granito de arena en base a mis posibilidades visibilizando. Pero creo que cada uno, en el puesto que nos corresponde, podemos hacer mucho por este tema.

Gracias por volver a hacerme sentir un niño y un adolescente. Esto son los recuerdos que de verdad uno guarda en el corazón para el resto de su vida. No hay precio para pagar lo sentido y vivido.

Gracias a tod@s por haberlo hecho posible.

Un abrazo.

© 2018 Francisco García.
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Primera edición del texto: Noviembre de 2018.

#enlaorotavacorremoselcacharro 
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Algunos miembros del Colectivo Cultural La Escalera y participantes con sus cacharros en la ermita de San Andrés.
Fotos: ©Paco García 2018.