sábado, 5 de enero de 2019

El “caramelazo” que recibí de niño a la entrada de los Reyes Magos en San Juan.

No soy mucho de contar anécdotas digamos muy personales en el blog. Mezcla de pudor y de mantener la intimidad a los que todo@s debemos de tener derecho. Pero hoy, víspera de Reyes voy a relatar algo que me sucedió de niño hace ya muchas décadas.

Se da la paradoja que no siendo yo de la zona del Farrobo, de los primeros recuerdos que tengo de niño es de llevarme mi abuela a la a la parroquia de San Juan a un Viernes Santo a ver el Santo Entierro y los días 5 de enero a la entrada de los Reyes Magos. Son dos recuerdos de la infancia que se me quedaron grabados a fuego. Se me viene ahora a la mente de ir caminando de la mano por la plaza del Quiosco y al llegar al carrito de Miguel me tiraba al suelo y no seguía si no me compraba alguna chuchería. Y yo como era muy pícaro metros más allá repetía la jugada lanzándome al suelo delante de casa Anita con iguales intenciones. Si en el carrito eran golosinas con Anita eran judías de colores o pastillas que llamaban Polo que eran de menta. Recuerdo que venían en envoltorios de color verde. En otros casos eran Mentos. Como hecho de menos aquellos tiempos… Ahora se habla mucho de caramelos. Esta noche en la Cabalgata dicen que se repartirán 2.000 kilos de estos. La verdad que yo no me creo que la cantidad sea tan elevada. Pero en fin no voy a ir yo a contarlos porque no estoy para ello. Incluso en las redes sociales vi alguna referencia a que debería haber caramelos sin azúcar para los diabéticos. Aunque creo que es una petición justa y acertada que alguien me expliqué cómo van a distinguir en la cabalgata a diabéticos y no. ¿Dirán algo así cómo que levanten la mano los diabéticos? Sería imposible repartir caramelos de esa forma. Pero tras finalizar la cabalgata en la plaza del Ayuntamiento se convendría tener ese gesto con las personas que padecen este cuadro clínico. Pero bueno yo solo puedo opinar del tema que ya para organizar y pedirlo de forma oficial están otros. Sí me sumo al eslogan de “Un caramelo no vale una vida”. A mí el año pasado los niños/as literalmente me pasaron por encima porque estaba sentado en el suelo fotografiando y me llegó una andanada de caramelos y salieron disparados. Tanto que estuve más de un mes con una punzada en la espalda de un mal giro que hice intentando esquivarlos. Por favor los padres no suelten a los niños en esos momentos porque ellos entre la emoción de la noche de reyes y el ansia de coger un caramelo no ven el peligro de lo que podría suceder. Aunque la Cabalgata está muy, pero que muy bien vigilada y asegurada el riesgo 0 no existe. Precaución.

Bueno pues voy a relatar la historia del “caramelazo” que me llegó aquella tarde. Recuerdo tener unos cuatro, cinco años… seis a lo mucho y mi abuela me llevó a San Juan a ver la entrada de los Reyes. Han pasado muchísimas décadas y a lo mejor estoy confundiendo pero creo que los Reyes llegaban en camello hasta la misma entrada de la iglesia. Y entrando Gaspar, jamás se me olvidará, lanzó un puñado de caramelos. Pero no de caramelos como los de ahora que son de goma blanda. Eran caramelos de nata. Los empalagosos que se pegan en las muelas que no salen. Esos caramelos son duros. Y uno de ellos me impacto en el ojo izquierdo. Al recibir aquel perdigón más que caramelo yo me estremecí. Ella me tenia aupado y me preguntó te dio en la cara y yo le dije no abuela. Claro que me dio y de lleno, pero me aguanté el dolor porque yo quería ver a los Reyes Magos y a la vez no quería que ella se enfadara y me dijera que nos íbamos o algo. Me aguanté el dolor y las ganas de llorar que alguna lagrima vertí y disimuladamente me la secaba sin que ella se diera cuenta, o así me hacia creer. Pero me salí con la mía y vi a los Reyes.

Aquella anécdota se me quedó muy grabada y pasados tantos y tantos años aun la sigo reviviendo en mi mente cada 5 de enero. Y la reviviré hasta que mi vida se extinga.

Se que es una simple anécdota que sucede todos los años de que a uno le llegue un caramelo en la Cabalgata de Reyes al lugar más inesperado. Tengo otra anécdota, ya de adulto, donde un gran villero que por desgracia ya no está entre nosotros nos llegó saliendo del bar Parada una andanada completa de caramelos que lo dejo medio K.O. Pero ya esa es otra historia para relatar el año que viene si aun este blog existe. Quiero quedarme hoy con este recuerdo de la infancia. Este es un día y una noche muy especial para los más pequeños. Es SU noche. No lo olvidemos nunca. Los niños/as crecen muy rápido. Y hay que vivir junto a ellos estos momentos a tope. Porque lo que pasa no vuelve y las personas que hoy estamos aquí muchos ya no lo estaremos en un año. Ese es mi deseo para Reyes. Que todos disfruten de estos momentos únicos y llenos de magia. Pero no solo estos días sino a lo largo de todo el año. Que la vida luego es muy dura y ya los pequeños tendrán tiempo de enfrentarse a las embestidas que les depara su existencia con sus penas y alegrías. Dejémosle disfrutar ahora que pueden. Y si tienen la suerte de ser padres, yo no lo fui, disfruten con ellos y atesoren estos momentos irrepetibles. La cara de ellos/as esta noche y mañana vale más que todo el oro del mundo.
Y a estas horas de la madrugada y acompañado de música de piano y chocolate caliente recuerdo anécdotas que ya se pierden en el tiempo y en la nostalgia de personas que ya no están conmigo y de una Orotava que jamás volverá. Verlos a todos y lo qué era mi pueblo sería el mejor regalo de reyes que se me pudiera hacer.

Felices Reyes para tod@s.

Un abrazo.

Posdata: El carbón para 100 x 100 villeros por irreverente, aguerrido y nada dado a corteses adulaciones.

 
En aquella época estos caramelos recuerdo que eran ingleses. Con el tiempo Tirma los adquirió para hacerlos y distribuirlos en Canarias.