Hoy se cumple, parece mentira
tanto tiempo el transcurrido, el noveno aniversario del fallecimiento de Luisa
la canaria. Ni qué decir del grato cariño y respeto que le guardo. La verdad
que la echo mucho de menos. Hace unos días, en otro escrito no relacionado con
este blog, comentaba que somos polvo de estrellas. Y cuando ya nos convirtamos
en dicho polvo y nos extendamos por el Cosmos lo deseable era haber dejado tras
de si un buen recuerdo y lo mejor de nosotros mismos. Y eso es muy difícil de
conseguir se los digo yo. Y así fue Luisa. Cuando se fundió en otros mundos y
otras dimensiones dejó en La Orotava y en quienes la conocimos un gran recuerdo
porque nos dejó su mejor versión. Personalmente aun a día de hoy, y siempre
será así, se me hace un nudo en la garganta de pasar por su casa y no verla
asomada a la ventana. Con el ingenuo anhelo de creer que de pronto se van a
abrir los pórticos y se asomará a saludarme. Y yo sé qué ese anhelo y cariño
que tengo por Luisa lo tienen muchísimas personas. Sé cada día el numero de
personas que leen el blog, la procedencia de las visitas y qué artículos se
leen porque así me lo comunican las estadísticas que se nos facilitan. Y
créanme que no hay día que no se notifiquen lecturas al escrito dedicado en su día
a nuestra querida Luisa.
Ella trascendió, pero su recuerdo
sigue presente. Su fuerza, su vitalidad, su amable y dicharachero carácter que
iluminaba el día más oscuro. Su enorme amor por La Orotava y su pasión por nuestras
Fiestas. Por su Coral, sus amistades, por ver feliz a quienes la rodeaban. Sus
siempre sabias palabras y consejos cargados de la experiencia de la vida. Una
mujer única e irrepetible que no nacerá otra igual en varias generaciones de
villeras.
Luisa… Mi querida Luisa…
Eternamente en nuestro recuerdo.
Un abrazó allá donde estés.