Llega la época estival y con ella
podemos gozar en La Orotava de unos preciosos atardeceres en la hora
crepuscular. Sobre todo, en la segunda quincena de junio y primera semana de
julio donde la elíptica solar creo que es la más adecuada para fotografiar. ¡Yasss!
el entendido en astronomía. No es eso. Yo sigo el arcaico sistema de la
astronomía y agronomía de irme fijando en el entorno y demás. Ni apps fotográficas,
ni astronómicas, ni nada. Pura y simple observación. Y me da la sensación que es
en esa franja de tiempo cuando mejor podemos captar los atardeceres, si está
despejado, desde la zona del Puente. El año pasado yo hice esta foto tardía.
Fue en el mes de julio. Que se podría fotografiar ya pero aun no han adquirido
los tonos su máximo apogeo visual.
Así que el que tenga afición por
la fotografía o le gusten los bonitos atardeceres a eso de las 20:15 les va a empezar
un espectáculo cromático de amarillos, rojos, naranjas y azules que bañan
nuestro Casco antiguo en armónica simbiosis. Eso sí, les recomiendo para
fotografiar un buen filtro polarizador. Yo no lo llevé y por eso se los
recomiendo. Obviamente no les va a quedar la foto así sin más. Esto luego lleva
un revelado. Que lo único que hice fue bajar las altas luces y llevar al máximo
los naranjas y rojos. Era el efecto que buscaba. Aunque ya saben que la imagen
pierde bastante por la compresión para poder subirla al blog y redes sociales.
En fin, nuestra Villa siempre tan
encantadora en cualquier momento del año.
Aquí les dejo el enlace a varias
fotos más del año pasado que no están reveladas en su máxima totalidad. Se les
puede sacar mucho más partido con un revelado en más profundidad.
Y cierro este escrito con “Atardecer”,
poema escrito en el año 1986 por don Antonio Márquez, sacerdote salesiano, e incluido en su libro “Nivaria
Amable”.
“El sol ha traspuesto
ya las montañas de la isla…
Las tijeras de la tarde
reduciendo van a finas
la luz de oro
Destilada, por el día…
las sombras, desde los cerros,
alónganse, sin medida.
En el cielo, de colores
se muestra una galería:
anaranjado, violáceo,
añil, rojo -sangre viva-…
Todos se los va engullendo
la oscuridad…
Ya camina
la noche como una reina
a ocupar la fosca silla
que tiene en el Valle de
La Orotava, circuida
de esmeraldas, junto al Atlante,
señor de aguas infinitas…
Se va adensando el silencio
nocturno en cuanto la vista
abarca:
El Puerto, la mar,
los montes, el Teide y la Villa…
En el hondón de mi espíritu
se apaga el ruido, y medita
mi corazón, en la torre,
los caminos
de la vida…” |
| La belleza del Casco villero rielada por la luz solar. Foto: © Paco García 2018. |
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