Ocho de Diciembre. Día de la Inmaculada Concepción y buen momento para recordar a un hombre que a su vez fue concepción de todos los valores que deben arraigar en un caballero de esta muy Noble y Leal Villa de La Orotava. Dicho caballero no es otro que el tan recordado y querido don Rogelio Lima Méndez (1933-2014).
Muchos son los personajes que han discurrido por este blog a lo largo de sus ya casi cuatro años de existencia, pero hasta ahora, entono el mea culpa por ello, Rogelio no había tenido su publicación propia. Sí alguna foto divulgada de él, pero poco más. El tiempo es el que es y a mi me es imposible poder publicar a diario. Ahora mismo en mis archivos mentales tengo unos diez escritos que deben ser redactados para publicar a saber cuándo. El por qué de este escrito en este señalado día es muy sencillo. Siempre he dicho que no creo en las casualidades sino en las causalidades y tal vez esto fue una señal. En Instagram me sigue Sara Lima, nieta de Rogelio, aunque yo ignoraba esa filiación familiar. Hace unos meses ella me comentó de quién era nieta y el orgullo que sentía de su abuelo Rogelio. En aquel momento me dije tengo que buscar un día muy concreto y simbólico para dedicarle un escrito a esta gran persona. Yo tuve mucho trato con Rogelio la última década de su vida cuando tuve otras inquietudes espirituales y culturales. Aunque él sí conocía a mi familia de toda la vida, a Rogelio lo recordaba de un pasado muy lejano en mi niñez. Es lo que tiene estar mucho tiempo fuera del pueblo. Por lo tanto, conocí y viví con él de primera mano lo que aquí voy a relatar. Mis impresiones personales sobre este villero que encarnaba esa Orotava bizarra y caballeresca. Esos hombres orgullosos de la tierra en la que se han enraizado y le han dado descendencia para que el nombre de su estirpe perdure a través del tiempo.
Rogelio era físicamente un hombre de mucho porte y presencia. De esas primeras impresiones que imponen. Pero a la vez era un individuo de una inmensa afabilidad y un corazón gigante. De esas personas que tienen la virtud de saber siempre lo qué decir, cómo decirlo y cuántas palabras utilizar para ello. Ni una más, ni una menos y siempre con una educación exquisita. Posiblemente él era consciente de la grandeza histórica que concierne a nuestro municipio. Lo tenía muy interiorizado y arraigado. Su biografía siempre fue la de un hombre de familia en un muy buen matrimonio formado junto a doña Sara Cruz Correa (doña Nieves), antigua maestra de escuela. Ahí forjaron un linaje de la que Rogelio siempre estuvo, y estará muy orgulloso. Pero después estaba el Rogelio hombre público. En su oficio y siempre implicado de alguna manera en la vida social de La Orotava. Bien en el fútbol o bien en lo religioso en las hermandes del Calvario en la parroquia de San Isidro Labrador y del Santísimo de la parroquia matriz de la Inmaculada Concepción. He aquí el por qué de que este escrito vea hoy la Luz.
Si hubo algo que siempre me gustó de Rogelio era el cumplimiento con la tradición. Porque él era consciente que la tradición es la que forma al pueblo. Rogelio lo materializaba sobre todo a través de la hermandad del Santísimo. Créanme que fue una persona que cumplió mientras pudo con el compromiso adquirido. Pero no de esos compromisos que se hacen por quedar bien o por salir en la foto. No. El honor de Rogelio le imponía llevar ese compromiso a una cota superior que es aquella en la que se encuentran las personas que sienten una emoción verdadera y de corazón por aquello en lo que se implican. Y cuando una persona lleva por bandera el marchamo de lo autentico a mi me causa una profunda admiración. Sentimientos admirativos que los experimenté en primera persona cuando en días como el de hoy sentado en una misa solemne Rogelio se recogía en el mayor y más profundos sentimientos de amor a su Fe y su pueblo. Y cuando salía la procesión a las calles, en aquellos momentos que se abren los portones de la iglesia y el tan recordado Buenaventura Herrera daba orden a la banda de cornetas y tambores de iniciar la marcha procesional, Rogelio se henchía de orgullo y los ojos le chispeaban de un brillo de emoción. Aquel hombre de altura y presencia física miraba a su alrededor y con voz tranquila decía: “vamos”. Pero ese “vamos” corto, directo, sencillo llevaba implícito todo un efecto de comprensión y arraigo del que a descifrado el misterio de que aquello no era sólo una misa, una procesión, una fecha más en el calendario… No. Toda esa concatenación Rogelio la comprendía como el culmen de la indivisible cosmogonía que forma en este pueblo esa simbiosis de Fe y tradición. Y él no hacía grandes aspavientos diciendo yo estoy aquí o buscando protagonismo. Se recogía transitando las calles bajo los acordes procesionales de una forma totalmente silenciosa. Muchas veces acompañado de cerca por su esposa doña Sara y precisamente su nieta de igual nombre. Ya hace años de eso pues era una niña pequeña de la mano de su abuela. Y así era Rogelio en todo acto religioso que coincidamos. Todas las fotos que hoy publico aquí pertenecen a mis archivos personales y son inéditas.
Sea hoy mi recuerdo para Rogelio Lima Méndez. Un buen hombre que gozó en vida del cariño, respeto y admiración de todos. Excelente esposo y padre de familia y un patriota de La Orotava. Soy consciente de que mis palabras son inicuas ante el vacío que dejó su marcha y que pese al tiempo transcurrido aún es presente dicho sentimiento. Las infranqueables murallas de la Parca no podrán contener jamás el amor de una familia y el respeto de quienes le conocimos. Se que no estoy a la altura de hablar de Rogelio sin que me embargue un sentimiento de emoción y nostalgia de una persona que nos trasmitió a todos tantas enseñanzas y valores sin esperar nada a cambio. Un hombre que siempre tenia una palabra amable y una educación intachable. Nunca en vida de Rogelio o tras fallecer he oído una mala palabra hacia su persona. Al contrario, solo palabras de afecto y cariño en la tristeza y nostalgia de la buena persona que ya trascendió a otro mundo.
Sin lugar a dudas fue el arquetipo de lo que debe ser un caballero de La Orotava. Físicamente en un día tan significativo para él ya no lo podemos tener entre nosotros. Pero al menos por la parte que a mi me toca puedo traerlo aquí y revivirlo entre mis recuerdos mediante estas pequeñas anécdotas personales para seguir escribiendo la memoria de este blog. Tengo la certeza de que allá donde esté siempre habrá regresado a su pueblo en sus grandes citas en las que él tanto arrimó el hombro, y nunca mejor dicho en Semana Santa. Formó muchas veces grupo de cargadores junto a mi abuelo y el gran Amadeo Domínguez entre otros en la hermandad del Calvario. Mucho aportó a la vida social del pueblo en sus planos deportivos y religiosos. La sapiencia y bondad que ponían muchas veces la voz de la coherencia en diversos temas. El sentir ser villero en su máxima expresión un Jueves de Corpus o en tantos días de precepto que se celebran a lo largo del año. ¡Que gran recuerdo tengo de Rogelio!
El valor de las fechas hay que medirlo por sus resultados. Y los resultados de fechas como este ocho de diciembre en La Orotava no es otro que el vislumbrar de tantos hombres como Rogelio que han formado, forman y formaran parte de la historia de este pueblo. De esas personas legendarias que ya fuera en su primigenio barrio de los Rechazos, en los Cuartos, o en todo el territorio de esta Patria villera supieron conjugar a la perfección el don de la amabilidad y a grandeza humana. De esas generaciones nacidas entre la segunda mitad del siglo XIX y primera del siglo XX que tan buenos frutos dio de los que hoy seguimos recogiendo abundantes cosechas. No por ello dejamos de añorarlos/as. En estos tiempos tan inciertos que vivimos debemos reivindicar a personas como Rogelio. Hombres y mujeres de otro tiempo que tantos valores y buenos ejemplos nos dejaron y extrapolarlos a nuestros tiempos. Porque esos eslabones no deben nunca desecharse para a su vez nosotros poder seguir ensamblando más eslabones a nuestros contemporáneos y a las generaciones futuras que no precedan.
El inexorable paso del tiempo avanza, pero la memoria de grandes personas permanecerá siempre perenne en nuestros corazones. Allá donde esté Rogelio le envío un fuerte abrazo.
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