Anto en el Lhotse (8.516 M, cuarta montaña más alta del planeta) mostrando nuestra Enseña patria. La misma imagen nos demuestra la dureza de esta ascensión que felizmente ha culminado coronando la cima. Oficialmente se ha convertido en el villero que ha subido a mayor altitud sobre el nivel del mar a lo largo de nuestra historia. Imagen: Anto Illimani Mera |
Hace unos días nos enterábamos y alegrábamos de que Anto había coronado el Lhotse y cumplido sus objetivos personales y deportivos. Trasmito las palabras que ha publicado en sus redes sociales:
“El 16 de mayo, a las 9:10 hora local nepalí, junto con mi guía Kaljang Sherpa y la banderola de Pichon trail Project por la esclerosis múltiple, pisé la cima de esta montaña en un día muy bueno con algo de viento.
Tras un primer intento frustrado por varias causas, entre ellas el fuerte viento e intensísimo frío que me hizo temer por los dedos de pies y manos, me encontré en el campo 3, a unos 7200 m. ante dos posibilidades. Una, renunciar a la cima por desgaste físico, la otra, tomar oxígeno extra y volver a por el segundo intento. No me fue fácil escoger, pues vine aquí con la firme idea de hacerlo sin oxígeno. Pero cuatro duros meses de entrenamiento en el Teide más casi mes y medio subiendo y bajando montañas en esta región de Sagarmata, hicieron que me inclinara por la segunda. A tan "sólo" 1300 m. de esa cima tan trabajada, no me podía ir sin intentarlo de nuevo, aunque fuera con oxígeno. Aún así, me fue insoportablemente duro. Ya sé lo difícil que es sobrevivir por encima de los 8000 metros.
Ahora me encuentro feliz y satisfecho por todo lo realizado y no quisiera acabar esta entrada sin antes poner en valor a todo el pueblo sherpa y en general, a todas las personas locales sin cuyo trabajo previo, personas como yo no hubieran tenido nunca la posibilidad de vivir este otro maravilloso mundo...”
Primeramente, desde 100 x 100 villeros de La Orotava queremos felicitar a Anto por tal gesta. Como villeros nos es un orgullo que uno de los nuestros haya ascendido a 8516 m llevando junto a él nuestra Bandera. Debemos de ser conscientes de lo que esto significa para Anto en lo personal y deportivo, pero a la vez la importancia que conlleva para el pueblo. Porque se ha paseado el nombre de la Villa de La Orotava por uno de los techos del mundo.
Desde la anterior visita de Anto a Nepal cuando intento ascender al Manaslu Anto regreso cambiado en ese punto de inflexión que le supuso aquella aventura que si bien en lo deportivo fue infructuosa, creo que en lo personal le supuso una nueva visión y un chute anímico de querer encarar un ocho mil.
En ningún momento se dejó envolver y vencer por las sombras del pesimismo y derrotismo. Al contrario, un nuevo ímpetu la invadió y en menos de seis meses ya tenia en liza otra expedición. Él no es muy consciente, o al menos no lo expresa sin cierto rubor, de que está forjando historia en el montañismo y abriendo camino a futuras vocaciones en este deporte. Porque esto no es sólo una victoria deportiva. Esto es un ejemplo y filosofía de superación extrapolable a muchos conceptos de la vida.
El sacrificio, la lealtad a unos ideales, el convencimiento inquebrantable en la victoria y la impasibilidad ante las derrotas que pudieran suceder, pero de las que siempre se extrae un aprendizaje, han hecho de Anto un montañero de elite. El hecho de no cejar en el empeño de un logro que conlleva todo un mensaje solidario y personal. He aquí lo qué es Anto Illimani Mera. Un guerrero que se enfrenta en épica y singular batalla a la montaña. Naturaleza versus hombre combatiendo frente a frente en uno de los campos de batalla deportivos más hostiles del planeta. Incluso con el riesgo para su integridad física y el de perder algún miembro por congelación. Hay que estar muy preparado física y mentalmente para someterse a esta prueba de resistencia a tales alturas. Son los frutos tangibles de la seriedad, rigor y trabajo bien hecho en todos los sentidos.
Cuando partió rumbo a Nepal escribí, y eso es igualmente extrapolable a Fefi, y a todo el mundo del montañismo, las siguientes palabras que vuelvo a traer a colación:
«Como Ares y Atenea se lanzan hacia su inexorable destino. A agrestes montañas, que mientras otros se derrumbarían ante su sola presencia, ellos se sienten vivos transitando en la dureza de la escalada y en el furor de la tormenta. En las noches silenciosas y frías donde el cuerpo se rinde al cansancio de la jornada y tras haber contemplado lo más bellos crepúsculos y llegar la rielada luna a arroparlos en el necesario descanso en ese mundo unas veces onírico y otras veces infernal que es la montaña. En las situaciones donde un centenar de veces piensan tirar la toalla y un millar de veces se lanzan con el ímpetu del guerrero para vencer la batalla deportiva y personal.
Estos son los misterios de la vida y la montaña. De dos personas que podrían estar en cualquier lugar paradisíaco, pero para ellos el paraíso es este Hades helado y rocoso. Obviamente la mayoría de nosotros no podemos comprender qué inquietudes los mueve a ello, pues somos sordos y ciegos al canto y armonía de la montaña. Pero si algo aprendí tras entrevistas a Anto es que en la montaña nace un nexo con lo espiritual que es sólo privilegio para unos pocos y bendecidos elegidos. No puedo explicarlo, pues soy parco de palabra y pensamiento pues no oigo como Anto y Fefi los sonidos del silencio que emana la montaña.»
Con el relato de Anto él mismo me ha dado la razón de lo que redacté. Me siento muy contento por su logro deportivo. En estos meses previos cada vez que me cruzaba con él lo veía enormemente motivado e ilusionado. Y ese esfuerzo ha dado sus frutos con este 8516 m. Para mi como villero es un orgullo el verlo ahí. Y como escribí, no sé dónde porque escribo tanto que ya no sé ni dónde lo hago, que esta expedición me daba muy buenas vibraciones y presagios, pues era una expedición cargada de simbolismo. Si se coronaba el Lhotse nuestra bandera ondearía al viento y el rugido del antiguo Indostán y que Ladón volvería a volar donde nació. Sólo quién sepa comprenderá estas palabras. A los que se unen los símbolos de otra de las señas de nuestra identidad como es el Alfombrísmo y la solidaridad como es Pichón Trail Projects.
Poco más puedo añadir, pues no sé cómo expresar mi alegría por ello y ver a Anto cumplir sus logros. Esperemos su vuelta para felicitarlo y asimilar la enorme importancia que esto tiene a nivel deportivo, personal y patriótico.
Enhorabuena Anto.