jueves, 9 de junio de 2022

René Verneau y su visión epifánica de los jardines de La Orotava (aunque yo no me fío de su sinceridad).

Otro eminente hombre de ciencias que hoy traigo al blog para recordar las bonitas, pero tal vez interesadas palabras, con las que agasajó a nuestra querida Villa. Esto de “interesadas” los explicaré más abajo. Hoy le tonca turno al francés René de Verneau. Conozcamos un poco más su historia según Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Ren%C3%A9_Verneau

 

Casi nada con el monsieur que nos apareció por la Villa. Por un lado emite unas bonitas palabras. Por otro lado no me cabe duda que pertenecía al espionaje francés y estaba calibrando cómo hacer que Francia diera un golpe de mano para intentar apoderarse del Archipiélago. Imagen: https://es.wikipedia.org/wiki/Ren%C3%A9_Verneau
 

 

René Vernau (La Chapella-sur-Loire, Francia; 1852-Paris, Francia; 7 de Enero de 1938) fue un antropólogo francés.

Su vida está marcada por una pasión inquebrantable hacia las Islas Canarias, con quien mantuvo estrechos vínculos, habiéndolas visitado en seis ocasiones a lo largo de su vida. Destacan sus estudios acerca de los guanches.

Nacido en el seno de una familia de la pequeña burguesía provincial, se interesó muy pronto por la botánica, recogida de piedras e insectos, llegando a tener su propio laboratorio de química.

En 1870, entró en la Universidad de la Sorbona para estudiar medicina, pero debe interrumpir sus estudios debido a la guerra franco-prusiana. Influenciado por las ideas de Gobineau, y tras haber leído las obras de Quatrefages y de Paul Broca, se decide a iniciarse en el estudio de la antropologia.

En 1874, Verneau comenzó a trabajar como asistente en el Museo de Historia Natural de París. Pero el punto de inflexión de su vida tiene lugar en 1876 cuando el Ministerio de Educación organizó una expedición a las Islas Canarias. Se trataba de una expedición de un presupuesto modesto, diseñada para reunir información científica sobre las distintas islas. En concreto, el objetivo es encontrar huesos que ayudarán a constatar la hipótesis planteada por Hamy y De Quatrefages acerca de la relación entre los habitantes originarios de las Islas canarias y el hombre de Cro-Magnon, descubierto en Dordoña nueve años antes. En todo esto existían una serie de intereses imperialistas de Francia sobre el archipiélago, buscando una mayor influencia en el mismo en unos momentos en el que el control de la economía de estas islas se encontraba prácticamente en manos de Inglaterra. El Museo de Historia Natural propone a Verneau para esta expedición. Con ganas de descubrir el mundo, fascinado por la nueva ciencia, así como por su contemporáneo y casi homónimo de Julio Verne, René Verneau acepta la propuesta del museo.

En 1876-1877, René Verneau vista por primera vez las Islas Canarias. En el otoño de 1877 regresó a París, donde presentó su informe al Departamento de Instrucción Pública. En 1879, Verneau fue nombrado profesor en el Museo de Historia Natural de París. El 2 de Septiembre del mismo año, se creó en Las Palmas de Gran Canaria el Museo Canario y René Verneau es nombrado socio honorario de esta institución, junto a Sabino Berthelot y Quatrefages.

Entre 1884 y1887, regresa a Canarias en un viaje más largo. Durante estos años el científico pudo visitar todas las islas, aprovechando su estancia para aprender a hablar en español. En 1891, publicó en París su libro Cinq années de séjour aux Îles Canaries (Cinco años de estancia en las Islas Canarias), que sería muy bien recibido por el público francés.

El 6 de Abril de 1899 regresa de nuevo al archipiélago formando parte del octavo crucero de la Revue General de Sciences. Tras este viaje, tardará bastantes años en volver a las islas.

En 1908, René Verneau se convirtió en director del Museo de Etnografía de París, después de haber trabajado allí durante cuatro años como conservador. También es nombrado profesor de antropología en el Instituto Nacional de Paleontología.

Desde 1910, Verneau dedica la mayor parte de su investigación a la cuestión de la presencia del Cro-Magnon en el norte de África (Marruecos, Argelia, Túnez), realizando para ello numerosos viajes a estas regiones. Es notorio que, precisamente en estas regiones, Francia tuviera intereses imperialistas, pasando a ser colonias francesas. Verneau trataba de establecer una relación entre el Cro-Magnon francés y los habitantes de esos territorios, lo cual justificaría el expansionismo. En 1926, publicó su obra más famosa: Les Origines de l'Humanité (Los Orígenes de la Humanidad).

A pesar de todas esas actividades, no llega a perder el contacto con las Islas Canarias, manteniendo regularmente correspondencia con el Museo Canario. En 1925 visita de nuevo Canarias, debiendo costear el viaje el Museo Canario, al no poder ser financiada su nueva expedición científica por las instituciones francesas debido a la depreciación de la moneda francesa. Instalado en Las Palmas de Gran Canaria, instala su laboratorio en el Museo Canario e inicia un minucioso y paciente estudio del material allí disponible, clasificándolo, señalando sus lugares de procedencia y colocando los huesos y cráneos en sus correspondientes vitrinas. René Verneau realiza este trabajo según los planteamientos de la antropología física de la época. Vuelve a Canarias en dos ocasiones más a continuar dicho trabajo, en 1932 y en 1935.

Verneau fallece en París el 7 de Enero de 1938, mientras trabajaba en una obra sobre los guanches que no llegó a culminar.

René Verneau estuvo profundamente imbuido de las ideas de la antropología física de su época y de las ideas evolucionistas (las cuales chocaban con la visión bíblica y anticientífica imperante hasta esos momentos) e influenciado por el positivismo. Sin embargo, sus planteamientos, aun siendo avanzados para la época, actualmente se encuentran superados.

Verneau distinguió en su trabajo dos "razas" entre los antiguos canarios, la semita o sirio-árabe, más reciente, y un poblamiento más antiguo de Cro-Magnon, que ponía en relación con el Cro-Magnon presente en Francia e identificado también en las colonias francesas norteafricanas.

En el Museo del Hombre de París están depositados huesos, así como diversos objetos de los guanches, que Verneau envió desde Canarias.

Leamos lo qué dijo sobre La Orotava.

«…Cuando se penetra en la ciudad de La Orotava se queda uno sumamente sorprendido de encontrar, en este Valle tan viviente, una ciudad completamente muerta. En todas las calles, trazadas al azar, el silencio y la soledad. Casas monumentales, de las que varias tienen aspectos de verdaderos palacios, con sus puertas inmensas, coronadas con escudos de armas, parecen totalmente desiertas. Incluso no se ve sino muy raramente elevarse la mirilla de las persianas. Todo dormita en esta singular Villa, hasta la curiosidad femenina. Por la tarde, cuando el sol va a acostarse en el océano, a esa hora en que hace tanto bien respirar el aire embalsamado por el perfume de las flores, la población no sale de su sueño. Algunos raros paseantes recorren solos la terraza plantada de arboles que domina todo el Valle. El pensador que tiene necesidad de calma puede ir a vivir a La Orotava, pues no lo molestaran en sus meditaciones.

En esta ciudad existía un hotel, la Fonda del Teide, dirigido por un italiano, don Luis Fumagallo, hermano del hotelero de Arrecife. ¿Cómo es que vino a Canarias a buscar fortuna? ¿Ha tenido éxito? Me permito dudarlo, dado los pocos viajeros que van a La Orotava. Hoy le hace la competencia un hotel inglés. En todas las ciudades del Archipiélago se encuentran ahora los hijos de Albión, que tratan de acaparar el comercio y los visitantes. En todas partes construyen hoteles donde se encuentran, quizás, un poco más de lujo que en las fondas españolas, pero donde el menú no es mucho más variado. Bien pensado, todavía prefiero la cocina canaria.

En La Orotava, lo que el extranjero, sobre todo, debe visitar son los jardines. Los de las familias Machado y Monteverde son verdaderas maravillas… no puedo pasar en silencio los helechos arborescentes (Alsophila australis) de don Luis Monteverde; los canelos, los alcanforeros, las magnolias, las camelias, las palmeras y los dragos de don Pedro Machado. Se queda uno estupefacto en presencia de las dimensiones que alcanzan los vegetales bajo este clima afortunado. Se contemplan camelias de 12 y 15 metros de altura, magnolias de 20, una palmera de 400 años que mide 40, pero lo que más asombra son los restos de un famoso drago que una tempestad abatió hace algunos años. Sus ramas, según dicen los que las vieron, formaban un verdadero bosque aéreo y está dispuesto a creer estas afirmaciones cuando se mira el pie. Lo que queda del tronco mide cerca de 20 metros de circunferencia. Sin duda, este gigante era el decano de los vegetales. Humboldt le asignada diez mil años de existencia.

Las fincas de La Orotava son, en su mayoría, verdaderos jardines. Los cafetos, los cidros, que dan frutas de varios kilos, las hortensias, rosas y azules, plantadas en los rebordes, hacen el efecto más bonito. Los jazmines, los plumbagos, las buganvillas que cubren los muros; los bosquecillos de árboles, daturas arborescentes, inmensos heliotropos, hibiscos, etc se encuentran a cada paso, en medio de plantaciones de nopales, millo o tabaco, En ninguna parte se ha sabido reunir mejor lo útil y lo agradable.»

 

1 R. Verneau, “Cinco años de estancia en las Islas Canarias”, 1890, Traducción de José A. Delgado Luis, Notas históricas y mapas de Manuel J. Lorenzo Perera, La Orotava, 1981, pp.210 y ss.

2 Texto extraído de “Lo que han dicho de ti”, Víctor Rodríguez Jiménez, 2006.

 

Si han leído lo que he copiado de Wikipedia y luego el texto del propio Verneau aquí planea la sombra de la duda. ¿Sinceras palabras o palabras interesadas? Vamos a extraer un par de textos:

«…Cuando se penetra en la ciudad de La Orotava se queda uno sumamente sorprendido de encontrar, en este Valle tan viviente, una ciudad completamente muerta. En todas las calles, trazadas al azar, el silencio y la soledad. Casas monumentales, de las que varias tienen aspectos de verdaderos palacios, con sus puertas inmensas, coronadas con escudos de armas, parecen totalmente desiertas… El pensador que tiene necesidad de calma puede ir a vivir a La Orotava, pues no lo molestaran en sus meditaciones.»

Aquí no me entretendré mucho en comentario, pues lo llevo reincidiendo hace días y los textos históricos me dan la razón. Parte de nuestra idiosincrasia en el silencio y soledad de nuestras calles y la intimidad del hogar. Pero bueno, en esta neo Orotava tan extraña esas son buenas costumbres que se están perdiendo.

«… En todas las ciudades del Archipiélago se encuentran ahora los hijos de Albión, que tratan de acaparar el comercio y los visitantes. En todas partes construyen hoteles donde se encuentran, quizás, un poco más de lujo que en las fondas españolas, pero donde el menú no es mucho más variado. Bien pensado, todavía prefiero la cocina canaria.»

Este fragmento tiene unas connotaciones totalmente políticas. La Francia del siglo XIX quiso extender su influencia por el Norte de África. Eso es algo que hicieron todas las potencias europeas a lo largo del tiempo. En el siglo XX los nazis lo llamaban “la expansión económica y natural del III Reich para aumentar el espacio vital de Alemania”. El famoso Lebensraum que ya era una teoría pangermanista propugnada en el siglo XIX. Pues estos, al igual que británicos y españoles, no querían sino expandirse allá dónde pudieran. El expansionismo francés en África supuso meter a España en la guerra del Rif mediante los pactos de Cádiz que nos costó un tributo en vidas y sangre bastante acuciante en el primer cuarto del siglo XX. Bien es cierto que en aquella convulsa España del siglo XIX ésta llegó tarde y mal (cuándo no) al reparto de África por parte de las potencias europeas.

Verneau mete cizalla a los británicos, imperialistas aún en mayor medida que los franceses, alegando que Canarias estaba siendo tomada comercial y turísticamente por los británicos. Otros que por otra parte querían hacerse con Canarias. Este archipiélago siempre ha sido fruta apetecible, y lo sigue siendo, ante lo que vemos. Villero/a, canario/a despierta de tu sopor y potente alerta.

Por eso las palabras de Verneau no puedo tomarlas como sincero cumplido, sino ¿cómo adulación imperialista? En la totalidad del texto, yo sólo he escogido un fragmento, es una crítica constante y velada hacia los británicos con un toque de desprecio. Obviamente no voy a ser yo quien defienda a los hijos de Albión, pero Verneau se notaba que estaba a algo más que a sueldo del Gobierno de su país. De ahí su empecinamiento por intentar relacionar a los guanches con las poblaciones Cro-Magnon de Francia. No buscaba otra cosa que un nexo para reivindicaciones territoriales en una estratagema vieja, pero que a día de hoy se sigue utilizando.Un claro ejemplo en la actualidad: Marruecos.

Sobre los jardines y fincas pues una vez más queda patente, como dijo Sabino Berthelot: “La Orotava es la rus in urbe de Horacio”. Eso sí que era una ciudad jardín donde se vivía en armonía con la naturaleza y eso daba paz a sus habitantes. El progreso es imparable, pero ese concepto de ciudad jardín, tanto en su vertiente privada como pública, debe recuperarse y conservarse.

Extenderme más en esta entrada al blog es inicuo, pues yo mismo afirmo que no me son fiables desde un punto de vista sincero las palabras de Vernau, pero tampoco puedo desecharlas porque están enriquecidas de unas descripciones totalmente acertadas.

Saludos.

 

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Primera edición del texto: Junio de 2022.
 
Texto: © René Verneau y sucesores.