Hace escasos días me enviaban un enlace que se ha viralizado en Canarias por medio de las redes sociales. Es una publicación de la Comisión Histórica de Texas fechada el 2 de Julio del año 2018. Esa es la magia de las redes. De pronto vuelven a traer al candelero de la noticia y la viralización de publicaciones con tiempos de realizada.
Ni que decir tiene que en cuanto la leí se me encendieron las luces de que yo debía publicar algo referente a dicho tema. La publico hoy, pues no he estado disponible por diversas circunstancias y porque como referí hace poco el blog entra en este tiempo es una especie de hibernación. Así que la coyuntura me es propicia para no tener que retrasar meses esta publicación y menos con el fuerte seguimiento que tengo desde todo el continente americano.
Sí quiero fuertemente incidir en que yo no soy historiador ni divulgador, por tanto baso este escrito en publicaciones de terceras personas más una valoración personal por mi parte. Sé que este es un escrito que debería estar acompañado de una bibliografía más fuerte de la tan extensa que hay sobre el tema Canarias-América, pero como he referido he estado ausente y he ido directamente a los libros de mi biblioteca que podían aportarme datos más rápidos. Aclarado este punto sigo con el artículo.
Dicha comisión acompañaba la foto (la que igualmente publico en este escrito) con el siguiente texto en inglés y que he traducido:
«Honramos a los intrépidos aventureros de 16 familias, que llegaron al Presidio San Antonio de Bexar, casi un año después de haber zarpado de Tenerife en las Islas Canarias frente a la costa de África. A bordo del barco España llegaron a Cuba tras una travesía de tres meses por el Océano Atlántico.
Algunos se fueron a Veracruz en la Nueva España, y para el otoño estaban en Cuautitlán cerca de la Ciudad de México. Después de varias semanas más a pie, 56 hombres, mujeres y niños llegaron a San Antonio para cumplir con los planes oficiales de aumentar la población civil, uniéndose a una comunidad mayoritariamente militar y religiosa establecida en 1718.
En este día de 1731, se comenzó a trazar un pueblo, eligiendo un sitio en el lado oeste de la plaza principal para la iglesia. Los nuevos pobladores fundaron la Catedral de San Fernando y la de San Antonio de Bexar, reconocida como el primer gobierno civil organizado regularmente en el Estado.
Un hito histórico fue colocado en 1971 en la Plaza Principal entre la Catedral de San Fernando y el Palacio de Justicia del Condado de Bexar, en el sitio donde terminó el viaje de los canarios de unas 5.000 millas».
Escudo del condado de Bexar. |
En dicha placa aparecen los nombres de los cabezas de familia que iniciaron aquel periplo desde Canarias hacia América y que por su puesto transcribo para honrar su memoria junto a la de sus familias.
Los isleños canarios.
«Primeros colonos civiles de San Antonio, este núcleo de pioneros de las Islas Canarias formó el primer gobierno civil organizado en Texas y fundó el pueblo de San Fernando de Bexar en 1731.
Después de un viaje por mar y tierra de más de un año, estos cansados viajeros arribaron al presidio (fuerte) de San Antonio la madrugada del 9 de marzo de 1731. Totalizando 56 personas. Habían emigrado a Texas desde las Islas Canarias (España) cerca de África, por orden del rey Felipe V.
El 2 de julio comenzaron a trazar el pueblo, eligiendo un sitio en el lado oeste de la plaza de las Islas (actual plaza de Mayo) frente de la iglesia y un sitio en el lado este del edificio del Gobierno de la Casa Real. El 19 de julio el capitán del presidio, Juan Antonio de Almazán, leyó a los isleños el decreto del virrey nombrándolos a ellos ya sus descendientes hidalgos y personas nobles.
Los cabezas de las 16 familias que se asentaron en San Antonio fueron:
Juan Leal Goraz, Juan Curbelo, Juan Leal, Antonio Santos, José Padrón, Manuel de Nis, Vicente Álvarez Travieso, Salvador Rodríguez, José Leal, Juan Delgado, José Cabrera, Juan Rodríguez Granadillo, Francisco de Arocha, Antonio Rodríguez, Lorenzo y Martín de Armas y Felipe y José Antonio Pérez.»
Podía haberme quedado aquí. Pero hace un tiempo llegó a mi un texto que tenía guardado. De esos que uno dice lo guardo por si algún día me sirve para un escrito. Dicho texto es de María Curbelo Perdomo, hija de Juan Perdomo y última superviviente directa del viaje de aquellas dieciséis familias que partieron desde Canarias. Leámosla.
«Soy María Curbelo Perdomo, hija de Juan y de María, y nací en una pequeña
isla del archipiélago canario llamada Lanzarote(*)
Salí de allí con mis padres y mis hermanos, en una balandra hacia la isla de
Tenerife, el día 20 de febrero de 1730 y desde allí, con nueve familias más,
embarcamos el día 15 de marzo de ese mismo año hacia Cuba y Veracruz en el
virreinato de Nueva España. Desde allí por tierra y en Caravana, soportando
toda clase de sufrimientos y penalidades, llegamos al fuerte de San Antonio,
que después ha sido la capital de dicha provincia y lo es hasta ahora, en la
fecha que escribo este diario.
Soy la única superviviente de las 55 familias canarias que fundamos dicha ciudad y en la soledad de mi casa, a mi avanzada edad, y en una calurosa tarde de verano, no sé si por la reciente muerte de mi esposo, por la del último canario que vino conmigo en la expedición, al calor de esta tarde (que me recuerda mi tierra perdida), la edad o todo a la vez, me hace sentir gran nostalgia de mi tierra canaria, a la que nunca volveré y una gran responsabilidad al ver cómo hoy día 16 de julio de 1800, la ciudad que fundamos con tanto interés y esfuerzo las familias canarias, poco a poco va perdiendo su identidad original, predominando los americanos del Norte, entrados de forma masiva por la frontera a nuestra ciudad, la de las más apetecida de todo el territorio.
Esta gente, granjeros en su mayoría, vienen de Alemania y otros de Virginia
y demás estados norteños. Me consta que los canarios que gobernamos la ciudad,
mediante el Cabildo, prácticamente desde su fundación, el 9 de marzo de 1731,
hemos pedido ayuda al Virrey para que enviara más soldados que guardaran la
frontera de Luisiana e impidieran el paso de tantos extranjeros, americanos del
Norte, que sin duda alguna terminarán apoderándose de estas tierras que tanta
sangre canaria ha costado.
Hoy, en este triste día, en que junto a mi ventana veo la iglesia que tanto esfuerzo
nos costó levantar para nuestra Santísima Virgen de la Candelaria y su
Santísimo Hijo, me ha hecho pensar en que esta gran obra canaria en América
debe pasar a la posteridad. Se debe saber lo que hemos hecho los canarios en
San Antonio, desde la fundación de la ciudad en 1731 hasta este año de 1800, en
que hemos perdido el poder municipal.
Yo me encuentro en posición privilegiada para relatar lo ocurrido, ya que
mi cuñado Francisco Arocha, casado con mi hermana Juana, y mi otro cuñado,
Vicente Álvarez Travieso, casado con mi otra hermana María, han sido hasta su
muerte en 1757 el primero, secretario del Cabildo y notario público y el
segundo hasta 1787, regidor del Cabildo de San Antonio. De sus familiares he
obtenido los documentos que reseño en este modesto diario.
La llegada de tanto extranjero a estas tierras es lo que me ha hecho pensar que
aquí, en San Antonio, no sólo se perderá en el tiempo lo que han hecho los
canarios, sino que se perderán estas tierras para España, y yo, como la última
canaria que vive de las 55 personas que vinimos de nuestra tierra canaria,
escribo este diario como testimonio de reconocimiento a mis compañeros para que
las futuras generaciones, de aquí y allá, sepan de verdad lo que hemos hecho
unos humildes canarios que vinimos de tan lejos a estas tierras de promisión.»
(*) María Curbelo nació en Teguise en 1717, hija de Juan Curbelo y Gracia
Perdomo Umpiérrez. Casó en primeras nupcias con José Bueno de Rojas y en
segundas con Cristóbal Santos Coy. Murió en San Antonio en 1803. Fue la última
de las personas que vinieron de Canarias que falleció. Era conocida en San
Antonio por la "Tía Canaria".
Crónicas canarias de Texas.
Armando Curbelo Fuentes.
Pero aun queriéndome apoyar más en otro texto extraigo lo siguiente de “Natura y Cultura de las Islas Canarias” que dice así:
«La presencia canaria en América es evidente: son canarios los que contribuyen a poblar la región de Venezuela, la ciudad de Montevideo es fundada por cincuenta familias del Archipiélago, que hasta allí emigraron especialmente a raíz de la Real Cédula de Felipe V que obligaba a Canarias a aportar un determinado número de familias al poblamiento de América; hay canarios en la espeluznante expedición de los Marañones en el Amazonas. Por las islas pasan descubridores como Magallanes, Ojeda, Pedrarias, etc..
En la primera mitad del siglo XVI el principal contingente de emigrantes debió de estar constituido por marinos, soldados y aventureros. Un grupo importante estará formado por maestros de ingenios azucareros, tan necesarios en las colonias del área del Caribe, al implantarse allí las explotaciones de caña de azúcar. En la segunda mitad de este siglo, serán familias campesinas las que viajarán a América en busca de tierras fértiles para su cultivo.
A lo largo del siglo XVII y XVIII se asiste a un tipo de emigración distinta: grupos numerosos de canarios emigran a ultramar con la expresa misión de poblar y fundar ciudades. Los lugares de destino se extienden desde Texas y Luisiana en el norte, hasta la región del Uruguay y Argentina en el Sur. Sin embargo, será la América bañada por el Caribe a donde los canarios arribaran con mayor intensidad, especialmente a Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y Venezuela, entre otros.
Los “isleños”, término con que se les conoce a los hijos de Canarias en América, contribuyeron a fundar y poblar ciudades como Buenos Aires, Montevideo, Caracas y La Habana.»
Natura y Cultura de las Islas Canarias, XI. Canarias y América, Incorporación canaria a la colonización.
Ahora sí que voy a dar mi valoración personal de todos estos textos.
Creo con toda sinceridad que siempre hemos tenido un problema histórico con las emigraciones de Canarias hacia América. Dicho inconveniente es que olvidamos esa emigración anterior al siglo XIX. Yo creo que el motivo se basa en connotaciones políticas. Esa emigración de los siglos XIX y XX tiene un fuerte cariz político desde la caída del Imperio hasta terminar en los que se fueron en el siglo XX pues aunque tenido aquí futuro no estaban de acuerdo con lo que había y optaron por marcharse.
Inclusive podríamos hablar de la emigración hacia el Nuevo Mundo ante las terribles adversidades económicas y sociales que vive España desde el año 2008.
Por lo tanto de esos flujos migratorios de los siglos XIX al XXI no voy a entrar a valorar. Porque incluso seria desvirtuar este texto y la razón del mismo. Ni tampoco voy a referirme sobre esos mandatarios y grupos que pululan por América lanzando infamias contra España y derribando estatuas. Indocumentados que no van a conseguir otra cosa que en un plazo de diez años se cree una hispanofobia sin sentido. Tampoco voy a referirme a esa parte de la inmigración que de allá viene y no hace sino contribuir a la deconstrucción del Estado español. No escribiré de nada de eso, pues ya con estas líneas lo he dicho todo y en este blog no trato tales temáticas. Tal vez en otros sitios sí.
Yo quiero aquí opinar sobre esta emigración canaria del siglo XVIII y más concretamente a la que se estableció en San Antonio de Texas.
Podía haber cerrado el escrito aquí, pues ya ha ido cogiendo volumen con lo transcrito. Pero debo de confesar que el estado de Texas siempre ha despertado en mí una profunda simpatía. Nos creemos, los que allí no habitamos, que Estados Unidos es Washington DC, Nueva York, Miami, Los Ángeles y poco más. Pero luego está ese otro Estados Unidos formado por el Medio Oeste, Oregón, Washington, otros estados sureños o ciudades como Boston, Chicago y la región de Nueva Inglaterra. A nivel antropológico y etnográfico estados Unidos me parece una nación muy interesante. Pero si me dijeran un lugar, sólo uno, para visitar, incluso para residir, indudablemente sería Texas. Que yo en La Orotava vivo bien. En todos sitios hay villanos y villero. Pero a mí la filosofía y modo de vivir de los texanos y el arraigo y amor a su tierra es algo que me despierta admiración y respeto. Y no es esta una elección fácil, pues hay lugares en Estados Unidos que me despiertan mucho interés y algunos de tales lugares los he mencionado más arriba.
Incluso no tengo constancia de que ninguna familia villera participara de estos grupos de emigración forzosa hacia América. Actualmente, y si la situación no les ha cambiado, por el país hay unos seis villeros con sus respectivas familias ganándose el pan.
En el siglo XVIII con la llegada el trono de la dinastía Borbón se cambió la forma de entender lo que era América en el Imperio. Se quiso consolidar una población venida de la metrópoli con el único fin de asentarse en las extensas tierras bajo posesión española. Esta forma de inmigración forzosa fue muy buena para América (bien lo demuestra Texas), pero no tanto para Canarias y otras regiones de España, pues obviamente dio pie a la despoblación.
Indagando un poco por la Red me encuentro este interesante fragmento en Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/San_Antonio_(Texas)
Por otra parte, las islas más cercanas a la costa africana (Fuerteventura y Lanzarote), que habían sido históricamente atacadas por expediciones de piratas berberiscos y por otras potencias europeas, no podían ser despobladas. El riesgo de no tener milicia suficiente para su defensa y que estas cayeran en manos de los enemigos del imperio, poniendo en riesgo el comercio con América, iba en contra de cualquier movimiento poblacional en las islas.
Así, el 9 de marzo de 1731, llegó a la villa un grupo de dieciséis familias, cincuenta y seis personas en total, procedentes de las Islas Canarias. Desde 1719, recién fundada la villa, en que el Marqués de Aguayo había solicitado a la corona el envío de más pobladores, hasta 1731 en que estos aparecieron, la villa había crecido de forma sensible, siendo una sorpresa para los recién llegados, que pensaban que llegaban a un despoblado, y para los residentes, quienes no esperaban la llegada de nuevos colonos, y mucho menos con garantías de la corona.
Amparados por una cédula real que les garantizaba las mejores tierras de cultivo y solares para construcción de viviendas en la misma plaza de la villa, desplazando con ello a sus primeros pobladores, ocasionó no pocas rencillas y disputas entre los recién llegados, no más de 30 adultos y niños muy pequeños, y los 1500 residentes entre los que se encontraban los soldados presidiales, sus familias, los civiles que habían ido estableciéndose al amparo y protección de los soldados presidiales, y los varios cientos de nativos, totalmente hispanizados después de más de diez años de vida en las misiones. Nativos bautizados, con nombres y apellidos españoles, que vivían y se comportaban como cualquier otro español, que comenzaban a habitar y construir sus viviendas en la villa, fuera de la Misión. Hasta cinco misiones con toda su población se congregaron en los alrededores de San Antonio antes de la llegada de los migrantes canarios.
De los requerimientos incluidos en la cédula real que llevaban colonos canarios, lo único que quedaba por hacer era el establecimiento de una alcaldía o cabildo, y la elección de alcalde, a lo que se aplicaron sin demora. El primer elegido fue Juan Leal Goraz que venía al frente de la expedición de canarios, al puesto solo podían optar los provenientes de canarias, no siendo posible para los otros residentes de la villa presentarse a la elección. Por otra parte, no fue Leal Goraz el primer alcalde de San Antonio ya que los distintos registros prueban que la población residente en la misión de Valero, al igual que las otras misiones, tenía su propio alcalde o gobernador, nombre que entonces recibía.
Una de las primeras disputas entre los nuevos colonos y la población residente llegó con la pretensión de cambiar el nombre de la villa a alguno relacionado con las islas canarias, fueron varias las opciones que se barajaron y las discusiones se prolongaron, hasta que el capitán del presidio las zanjó cambiando el nombre a San Fernando, en honor al hijo del rey Felipe V. La villa pasó a denominarse oficialmente San Fernando de Béjar. El Presidio situado dentro de la villa siguió llamándose San Antonio de Béxar y la Misión, que en su ubicación definitiva se encontraba al Este de la villa, también conservaba su nombre original de San Antonio de Valero, sumado a que el río que la regaba también se llamaba San Antonio facilitaron que, salvo en algún documento oficial, el nuevo nombre no cuajase y a principios del siglo XIX la ciudad se conociera, ya de forma oficial, como San Antonio.
El
tiempo fue curando estas heridas abiertas y la población se fue mezclando en
las siguientes generaciones. La herencia de estos colonos canarios se conserva
en San Antonio, hermanada con las dos capitales canarias, en ella se encuentra
la catedral católica más antigua de Estados Unidos, la catedral de San Fernando,
habiendo en su interior una capilla dedicada a la virgen de Candelaria, Patrona
General del Archipiélago Canario.
Por eso inserté el texto de María Curbelo Perdomo, pues me parece muy interesante no sólo por cómo relata su periplo, sino luego una vez allí asentada tras muchos años expresa su preocupación ante el devenir de los acontecimientos que vaticinaba y que acabaron fraguándose. Cosa por otra parte normal pues aquella España del siglo XIX fue un desastre entre invasiones napoleónicas, guerras carlistas, pronunciamientos, repúblicas, monarquías y demás. Era imposible mantener así un imperio. Aparte de que no había suficientes tropas y material para cubrir tan extenso territorio. Hoy estamos en parecidas circunstancias y así no podemos ni mantener ni nuestras actuales fronteras. ¿Qué nos recuerda la frase de María?: “...hemos pedido ayuda al Virrey para que enviara más soldados que guardaran la frontera de Luisiana e impidieran el paso de tantos extranjeros… que sin duda alguna terminarán apoderándose de estas tierras…”
Dieciséis familias y cincuenta y cinco personas en total. Como ella misma da a entender se casaron los vástagos de las diferentes familias para formar, y dar continuidad, a ese nuevo núcleo poblacional que se formaba creando en el nuevo mundo una cultura e identidad española y canaria. Y así sucedió en diversas partes del continente donde familias canarias creaban ciudades. No cabe duda que otros exploraron, lucharon y conquistaron tierras. Pero fueron estos, ya en el siglo XVIII, los que se asentaron en la misma llevando una forma de vida y una cultura.
Por eso a veces no entendemos ciertas actitudes presentes, pues se podría decir que desde Florida hasta Nevada todo está lleno de símbolos y recuerdos de la presencia española en la misma. Y dentro de esos símbolos y recuerdos la particular esencia canaria.
En Texas, donde no hay ningún pudor hacia la historia tal cómo fue, ondean permanentemente junto su bandera los cinco pabellones bajo la que ha estado en soberanía esta región. |
Texas es un muy buen ejemplo de ello y pese a ser una tierra siempre tan apetecible y conquistada la forman hombres y mujeres que en mayor o menor medida descienden de aquellas dieciséis familias canarias. Y eso creo que es algo de lo que sentirse muy orgulloso.
Sobre la Comisión Histórica de Texas enviarle desde esta página mi más profunda admiración por el arduo trabajo que realizan manteniendo la historia e idiosincrasia texana. Por lo que veo en sus redes sociales son un ejemplo de constante trabajo con pequeños artículos en su perfil de Facebook y una potente web. Vale la pena echarles un vistazo porque me parece que podemos extrapolar muchas cosas de ellas por el mimo, cariño y amor a Texas que tienen impreso. Que no decaiga este bonito empeño en mantener siempre viva la esencia del terruño.
Facebook: https://www.facebook.com/TexasHistoricalCommission
Este tema de la emigración canaria hacia América da para mucho. Pero ya este no es el blog adecuado para abarcar tan amplio tema. Yo solo puedo dar aquí, y de forma humilde, mi pequeña valoración personal. Ejercer de banderín en enganche para que quienes sepan del tema lo divulguen mediante sus trabajos y para quienes sean curiosos de conocer esta parte algo desconocida de la Historia se interesen por ella.
Allá donde esté doña María Curbelo que sepa que pasado casi 222 años de que escribió aquellas proféticas y tristes palabras, a los canarios que fundaron San Antonio de Texas se los sigue recordando en su tierra natal y en su tierra de adopción.
Han pasado siglos y generaciones, pero su nombre y lo que allí hicieron será recordado siempre. Esa sangre y sacrificios no se derramó en balde. Y pese a que en esas tierras ya no ondea la misma bandera, ni se habla mayoritariamente el mismo idioma la obra que hicieron es innegable e inigualable. Tenga la tranquilidad y la paz que se les recordará siempre.
En Canarias siempre se ha recordado esos largos viajes transatlánticos y a aquellos que iniciaron esta singladura, bien por obligación o por espíritu aventurero. Hoy igual que ayer nos llena de orgullo los canarios que fundaron ciudades en el Nuevo Mundo y que son reconocidas a nivel mundial como San Antonio de Texas. Los descendientes de nuestra sangre y nuestra estirpe aún forjan pueblo e historia en América.
Saludos desde la muy Noble y Leal Villa de La Orotava y ¡larga vida a Texas!
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