Este texto histórico, publicado en 1976, que traigo hoy al blog son de esos que cuando se leen, y más siendo villero, le dejan a uno sumido en una profunda reflexión buscando y examinando esas capas yacentes y subyacentes que forman La Orotava.
Ni siquiera voy a entrar a comentarlo, sólo le doy difusión. La razón es bien sencilla. Entrar a comentarlo sería chirriar contra la propia línea editorial de este blog. Por tanto, no me voy a contradecir. Sólo comentaré un pequeño fragmento, por una anécdota persona sucedida hace unos meses. Pero una cosa sí que digo. No contradigo la línea editorial del blog. Pero eso no significa que fuera de aquí no lo valore y debata tanto en privado como públicamente.
Que cada uno lo lea y cambie algunas palabras adaptándolas al contexto de este año 2023.
Pero antes de entrar en el mencionado texto conozcamos un poco más quién era Domingo cabrera Cruz según https://www.bienmesabe.org/noticia/2014/Abril/cabrera-cruz-domingo-1885-1979
Poeta y dramaturgo n. en Igueste (Tenerife) y m. en La Laguna (Tenerife). Firma sus obras con el pseudónimo de Carlos Cruz. Licenciado en Derecho, se inclina pronto hacia la actividad literaria, a través de las lecturas de Maeternlick, de John Ruskin, de Víctor Hugo o de Hipolite Taine.
Forma parte del grupo que en La Laguna aglutina, en los primeros años del siglo XX, a escritores como Tabares Bartlett, Benito Pérez Armas, Manuel Verdugo y otros. Fundador del Ateneo de esa ciudad, intima con Alonso Quesada y con Tomás Morales, durante la estancia de ambos en las Fiestas de los Menceyes de 1915 y 1920, respectivamente, organizadas por el propio Cabrera Cruz. Entre los años 1906 y 1917 despliega una actividad literaria personal y cultiva muy diversos géneros: artículos y relatos aparecen en las revistas La Lid, Aguere o Castalia y en los diarios El Progreso, El Pueblo Canario y La Prensa. De 1909 es la novela corta El alma de las rocas y de 1919 la novela La zarpa, publicada en Madrid. La iluminada de Candelaria (1928) narra, de forma novelada, las peripecias de una vidente en aquella localidad, hecho que tuvo gran repercusión en la sociedad insular de ese momento. En 1930 artículos políticos suyos aparecen en El Sol (Madrid). Vinculado primero al regionalismo y al republicanismo liberal, evolucionaría luego hacia posiciones más conservadoras. Sus obras teatrales se publican en los primeros años del siglo XX: El amor en marcha (1911) y Más allá del honor (1913). A partir de 1939 introduce en su teatro motivos bíblicos, tomados del Nuevo Testamento, si bien todavía en 1952 estrenaría La mujer dormida, relacionada con la temática de su teatro primero. En 1960 todo su teatro se reúne en tres volúmenes, en edición de Juan Régulo. De 1968 data Caminar. Impresiones de viajes por los pueblos de Europa. Huellas del tiempo, de 1973, y El verbo en tinieblas, de 1976, son sendos tomos de memorias.
Sin lugar a dudas un intelectual de fina, e incisiva, pluma el que hoy protagoniza esta entrada al blog. Pasemos a leer lo que dijo de nuestro municipio.
«Toma esto como una seria advertencia, ya que es un absurdo que, en un pueblo de vivir tan placido como La Orotava, exista un estado pasional que envenena las relaciones sociales, separando, aislando a unos hombres de otros, imposibilitando toda corriente intelectual, creando un estado peligroso que lleva a unos a amojonarse en la incomprensión. Y a otros en la intolerancia.
Sitúese cada uno en su sitio, sin estridencias ni rencores, dignamente. Busquen en la contienda, para que sea noble y levantada, un ideal común. Abandonen ideas que, si en lo íntimo del hogar y la convivencia de la familia tienen sitio adecuado, en la plaza pública son un obstáculo, un estorbo. Hay que conservar siempre en los pueblos un vínculo de unión, un nexo que sirva de inteligencia entre los diversos sectores sociales para que, en las horas difíciles, los elementos integrantes de la localidad se pongan al habla y no se contemplen, de acera a acera, en silencio, hostilmente.
Vivimos tiempos en que precisa justificar que todo privilegio, ya sea de fortuna, abolengo o de inteligencia, se es digno de poseerlo. La fortuna se posee para crear nuevas riquezas, no para avasallar al pobre; la nobleza se confirma ejercitando actos nobles, no con gestos arrogantes ni despectivos; la inteligencia, si aspira a ser acreedora al aplauso y la consideración, hay que ponerla al servicio de una buena causa.
En esta Villa de La Orotava -donde radica el potencial económico de la Isla- las clases privilegiadas tienen que colaborar con desprendimiento en las mejoras locales. Obras son buenas razones, pues como rezan textos sagrados, “por sus hechos los conoceréis”.
No basta tener fastuosamente, con alardes suntuarios, la propia casa y desentenderse de lo que pasa puertas afuera. Cuando un sector social quiere conservar una tradición, ha de aportar a la colectividad buenas prendas en testimonio de legitima superioridad. La superioridad de un linaje no sólo se justifica con pergaminos, sino con una actuación pública eficaz, velando por el bienestar de sus vecinos, alentado las iniciativas fecundas y demostrando que las jerarquías radican en las conductas y que las aristocracias no son cotos cerrados, sino círculos abiertos a los impulsos renovadores. Por algo se dice: “Nobleza obliga”.
Esto de las esferas sociales, donde -para evitar choques- precisa acortar distancias, suavizando las aristas en las relaciones de unas clases con otras y procurando siempre que el dialogo se desarrolle sin humillar ni herir. Nada agravia más al hombre que los aires despreciativos de los que están arriba. Para la tranquilidad de los pueblos conviene que los patricios desciendan al llano y convivan amistosamente con todos, sin temor a confusionismos, ya que las prerrogativas van siempre aparejadas a la moral, aunque otras cosas crean los cantares vacíos […]»
Este último párrafo es el que me parece más importante y en que cada uno/a debe llevarlo a escrutinio y reflexión.
«Estad en guardia. Cerrad vuestros oídos y vuestros corazones a los falsos profetas. No dejéis que administren vuestras conciencias aquellos que trafican con la propia. No os dejéis guiar por aquellos que están entre dos corrientes, sin una directriz espiritual, atentos al desarrollo de los acontecimientos para colocarse donde más calienta el sol. Esos hombres tornadizos, sin firmeza, sin claridad no pueden ser los directores de una democracia…»
Domingo Cabrera Cruz, El Verbo en tinieblas, “Una voz de alerta (La misión de La Orotava)”, Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife, 1976, pp 161 y ss.
Texto extraído del Libro “Lo que han dicho de ti”, Víctor Rodríguez Jiménez, 2006.
El texto sigue un poco más, pero como ya he reiterado entraría en conflicto con la línea editorial de este blog. Lo digo porque he notado que hay personas con serios problemas en sus niveles de lectura comprensiva y luego tergiversan las cosas. Y a mí no me gustan ni los compungidos ni las peritas en dulce. Una vez aclarado dicho aspecto paso a hacer una sola valoración sobre un fragmento en concreto, pues como incidí más arriba fue un hecho que me sucedió hace algunos meses.
«… en un pueblo de vivir tan placido como La Orotava, exista un estado pasional que envenena las relaciones sociales, separando, aislando a unos hombres de otros, imposibilitando toda corriente intelectual, creando un estado peligroso que lleva a unos a amojonarse en la incomprensión. Y a otros en la intolerancia…»
En una publicación personal que hice en mi perfil de Facebook (recuerden que este blog no tiene Facebook), y que nada tenía que ver con La Orotava, cierta persona lo derivó en un tema del pueblo donde sus palabras, aparte de ignorante, nos destilaban sino odio y ruptura de una parte del pueblo hacia la otra. Obviamente yo ejerzo Patria y tuve que entrar a rebatir, pues estos comentarios eran públicos y yo no voy a permitir que se ensucie y mache la unidad de La Orotava y el honor de los villeros y villeras por ideas rupturistas y poco fecundas para nuestro municipio. Luego uno se queda reflexionado el paupérrimo nivel intelectual, no es que tampoco yo sea muy listo, que tienen algunas personas, que en vez de abogar y potenciar la unidad de un pueblo se dedican a pronunciar dislates en una especie de superioridad intelectual y moral que debe de estar en grado microscópico. Y cuando ya le rebates y pulverizas las afirmaciones te quitan el habla y el malo es uno. Luego nos quejamos que si ya no quedan baluartes en la defensa de un pueblo y unos principios que deben ser inalterables al tiempo y circunstancias.
Lo que tengo claro es que yo soy pueblo y con el pueblo estoy. Porque el pueblo lo deben formar todas sus capas sociales para así crear a nivel sociológico esa sociedad basáltica que vele, como guardián activo, y contundente si hiciera falta, por la integridad de nuestra tierra y el bienestar de nuestra gente como legítimos herederos de la misma. Una sociedad compacta y dura por fuera y por dentro. Pero que a la vez de forma interna tenga vetas por donde fluya la vida municipal en armonía y exista la pluralidad, siempre de forma coherente y como fin supremo de la integridad y supervivencia de una tierra, por encima de ideologías, credo y estatus social, y donde las clases sociales busquen entendimiento y retroalimentación propia para evitar las tensiones y luchas de clases que sólo enriquecen a unos pocos en detrimento de esa misma tierra que dicen defender. Sólo así pueblo y gente vibraran al unisonó en ese latir común que tanto se anhela. Otras ideas y teorías sólo son propias de sociedades sumisas e ingenuas que inexorablemente van abocadas al precipicio de la perdición.
Al final, como siempre digo, a los pueblos los forman sus gentes. Por tanto, pueblo bueno o pueblo malo depende únicamente de gente buena o gente mala. Pero bueno, qué sabré yo si tampoco soy profeta en mi tierra.
Ya que cada lector saque sus conclusiones de un escrito publicado en 1976 y si es extrapolable o no a esta época.
Saludos