domingo, 23 de abril de 2023

Guillermo Perera Álvarez y su tributo al mausoleo de los Jardines del marquesado de la Quinta Roja.

 



Hoy nos visita un literato lagunero y en esta fecha no es casual, pues en tal día como ayer se cumplió un siglo de la publicación en El Heraldo de Orotava esta bella poesía dedicada al mausoleo situado en los Jardines del marquesado de la Quinta Roja. Tenía esta entrada que haber sido publicada ayer, pero este blog estaba en otros menesteres por La Orotava.

Conozcamos un poco más al personaje de la mano de http://aclrevistaliteraria.academiacanarialengua.org/guillermo-perera-y-alvarez-1865-1926-poeta-regeneracionista-y-mason/ artículo que recomiendo que lo lean en su totalidad. Aquí sólo transcribir lo que atañe a la razón de este escrito dejando fuera otros temas sin cabida en un blog de este tipo.

Poeta “estrictamente lírico”, según se ha señalado, nació en La Laguna (25-06-1865), se dedicó al periodismo y a actividades administrativas para atender a sus gastos vitales (trabajó en la secretaría del Instituto de Canarias). Dirigió los periódicos laguneros La Región Canaria y El Noticiero Canario, que se editaron a finales del siglo XIX y principios del XX, y colaboró como redactor y publicista en otros muchos, tanto de las Islas como del exterior. Entre sus obras destacan La Princesa Dácil (1896 y 1940), y La fuente de la selva (1919), que lo sitúan como uno de los principales representantes de la llamada Escuela Regionalista. Falleció en su ciudad de nacimiento (3-06-1926).

Presentado, a la logia Añaza de la capital tinerfeña, el 6 de octubre de 1899, resultó iniciado el 1º de diciembre de ese mismo año. Adoptó el nombre simbólico de Asdrúbal y sus aplomadores destacaron, especialmente, su honradez y afabilidad. Alcanzó los grados 2º (1900) y 3º (27-06-1904), permaneciendo vinculado a este emblemático taller hasta la fecha de su óbito.

Obviamente, Sepulcro vacío alude al mausoleo del VIII marqués de la Quinta Roja, don Diego Ponte del Castillo, Taoro, grado 30º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y Venerable fundador de la logia Taoro, nº 90 de La Orotava, perteneciente en una primera época al Grande Oriente Lusitano Unido, con sede en Lisboa, y, a partir de 1880 y hasta finales de esta década, a la Gran Logia Simbólica Independiente Española de Sevilla, obediencia simbólica constituida por buena parte de las logias que, a raíz de la crisis masónica de 1878, se separaron de la organización portuguesa. Don Diego Ponte del Castillo murió a principios de abril de 1880 y, dada su militancia masónica nunca desmentida y el hecho de que, bien por voluntad propia o por otra causa, no se le administrasen los últimos sacramentos, las autoridades eclesiásticas negaron su enterramiento en sagrado, es decir, en el cementerio católico de La Orotava. La inhumación se realizó, no sin algunos problemas, pero la tumba fue aislada con una robusta verja y, poco después, su madre, doña Sebastiana del Castillo, inició los trámites para la construcción, en un jardín de su propiedad, de un espléndido mausoleo, cuya obra fue encargada al arquitecto y masón francés, Adolphe Coquet, hombre sensible que visitó las Islas, escribió sobre ellas y murió ciego.

El caso es que, como narra el poeta, en aquel mausoleo nunca se enterró a nadie, aunque fue preparado para ello, incluyendo la decoración interior de la cripta, en la que destacaban numerosos símbolos y alegorías masónicos. Los elementos principales del conjunto, especialmente las escaleras, las columnas del grado 18º y, en fin, la cruz céltica que coronaba el panteón, son una más que evidente alusión al elevado rango masónico del VIII marqués de la Quinta Roja, dentro del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

 

Muy resumido esto es la vida del autor de “Sepulcro vacío”. Leamos el texto.

«En medio de poéticos jardines
existe un panteón
donde depositar quiso una madre
al hijo de su amor.

 

Que el ciego e intolerante fanatismo
sepultura negó.
¡Y los fríos despojos que animara
en sus entrañas Dios!

 

Mas la tierra cual madre, de una madre
comprendió el dolor
rasgó también su seno y blanco mármol
para sepulcro dio…

 

Ante aquel mausoleo triste envidia
sentí en mi corazón
¡mi vida por el muerto que encerraba
trocado hubiera yo!

 

Que allí exhalan las flores en aromas
una eterna oración
y encendidos los cirios de sus rayos,
le tienen siempre al sol.

 

Las aves de sus trinos las salmodias
elevan hasta Dios,
mientras piadoso el cielo, de rocío
da llanto bienhechor…

 

Orar quise a mi vez, mas mi espalda
una burlona voz
oí que me decía: «En esa tumba
a nadie se enterró».

 

¡Un rayo fue de luz! Comprendí entonces
que me nieguen tu amor;
que es tu pecho también tumba vacía:
¡no tienen corazón!»

 

 

Guillermo perera Álvarez, Biblioteca Canaria, p.78, Librería Hespéridas, Santa Cruz de Tenerife, s/f., y El Heraldo de Orotava, Año II. N. 49, 22 de Abril de 1923.

Texto extraído del libro “Lo que han dicho de ti, Víctor Rodríguez Jiménez, 2006.

 

 

No es que la poesía sea mi fuerte, yo soy de ensayo, aunque el blog hermano de este sea de reseñas de narrativa, pero la verdad que este texto se ve que fue redactado desde un profundo sentimiento y emoción. Poco más puedo añadir, pues ya en su día escribí sobre este tema.


Publicación de "El sepulcro vacío" en el periódico El Heraldo de Orotava el 22 de Abril de 1923.
 

Lo que sí me llama la atención es que en los últimos tiempos la figura del marqués Diego Ponte del Castillo se ha vuelto multiusos. Para todo sirve. Desde poesía, ensayo y rutas teatralizadas. Algunas incluso bajo el título de la trágica muerte del VII marqués de la Quinta Roja. ¿Tú sabes donde falleció el marqués? Ya quisiera yo fallecer en tales dominios (si hubieran estado en La Orotava). Se ve que la muerte de Diego Ponte del Castillo aún sigue dando negocio.

En fin… hay gente para todo. Afortunadamente, dentro de lo problemático que dio origen a los Jardines y mausoleo, hoy podemos disfrutarlo, aunque no esté como en su versión original. Admito que es un lugar que me encanta visitar y subir hasta dicho mausoleo. Con asepsia mental. Nada de si este era de aquel bando y el otro del contrario. Ni masonería ni catolicismo me dan nada, ni nada pueden ofrecerme. Salvo estos excelentes textos. Soy un ser libre. Aunque no me cabe duda, al igual que me pasa con Platón, que si el marqués hubiera sido contemporáneo de mi época no me cabe duda que seriamos buenos amigos.

Saludos.