lunes, 20 de mayo de 2024

Don Cándido.

Don Cándido Acosta. Quiero agradecer a la amiga Míriam González Acosta, nieta de don Cándido, y a la familia la gentileza de cederme una foto de la última etapa vital de este gran villero y hombre de honor tan querido y recordado por el pueblo. Personas como él, de cualquier índole, merecen todos mis respetos. 

 

«…Llegaba con el leve peso de mis treinta años, con una corta experiencia como juez y con un entusiasmo enorme por seguir aprendiendo, cuando aún de lejos, vi La Orotava, desbordante por un valle bellísimo que llegaba hasta una mar azul y presidido el paisaje por el Teide, que en lo alto embellecía aún más la escena, con restos de nieve en su cúspide, blanco de plata, que sobresalía en una mañana soleada preanunciadora del verano.

Tomé enseguida posesión del juzgado. Tenía unas instalaciones grandes situadas en el mismo edificio que ocupaba el Ayuntamiento, con un secretario mayor que prontamente se iría destinado a la Península y un hombre flaquito, enteco, pálido y de mirada absorbente de inteligencia, que ejercía de oficial y al que llamaban don Cándido, don que entonces se les daba a los oficiales con edad y veteranía.

…pronto me di cuenta que don Cándido era la pieza esencial del Juzgado porque, yo llegaba a las nueve y media de la mañana, ya estaba allí, trabajando en su mesa, llevando indistintamente lo civil y lo penal, con el juzgado metido dentro de su cabeza, memoriosa cabeza de todo lo ocurrido años atrás, que me recordaba a aquel Funes el memorioso, personaje veraz o ficticio que Borges, el argentino, describiera en una inolvidable narración.

Me di perfecta cuenta que don Cándido era un hombre malogrado por la España madre y madrastra nuestra, que nunca había aprovechado el talento y la capacidad de tantos hombres que, por su modesta condición económica, no habían conseguido las máximas y altas metas a las que su capacidad profesional les hacía acreedores.

Trabajaba incansable durante la mañana y volvía por la tarde, desde las cuatro hasta pasadas las seis, centinela de guardia sin relevo, a quien llamaban a cualquier hora para anunciarle la Guardia Civil el accidente con muerte o la explosión que en las Cañadas, trabajando en una galería, había segado la vida de un desconocido cabuquero, cuyo cadáver teníamos que levantar.

…esto merece el respeto de los orotavenses. Aunque yo no lo soy, quisiera recordar expresamente a aquel oficial mío, que un día fuera alcalde de la Villa.»

 

Don Cándido.

Antes de que se acabe el tiempo de escribir (2006).

José Luis Sánchez Parodi.

 

Segundo escrito de entrada en el blog sobre el libro Antes de que se acabe el tiempo de escribir de Sánchez Parodi. Esta vez dedicado a don Cándido Acosta.

Este insigne villero no necesita presentación, al contrario, honra a este blog el poder traerlo por primera vez al mismo.

El texto era más largo, pero he preferido quitar la parte que referencia su paso por la política y la alcaldía de La Orotava, pues eso no atañe a este blog. Así de los fragmentos que quedaron los transcribí y la verdad es que leemos cosas interesantes.

«…vi La Orotava, desbordante por un valle bellísimo que llegaba hasta una mar azul y presidido el paisaje por el Teide, que en lo alto embellecía aún más la escena, con restos de nieve en su cúspide, blanco de plata, que sobresalía en una mañana soleada preanunciadora del verano…»

Sánchez Parodi no especifica en qué momento llega a La Orotava, pero asumo que es avanzada la primavera y afirma que ve nieve en la cúspide del Teide… No sé si tomarlo como un año 1951 de un fuerte invierno y primavera lluviosa o que aquí podemos hacer una comparativa del cambio climático, pero ya ni el Niño nace con nieve. ¡Como para ver la cúspide del Teide nevada en mayo/junio.

«… Me di perfecta cuenta que don Cándido era un hombre malogrado por la España madre y madrastra nuestra, que nunca había aprovechado el talento y la capacidad de tantos hombres que, por su modesta condición económica, no habían conseguido las máximas y altas metas a las que su capacidad profesional les hacía acreedores…»

Mal endémico este de España que sigue produciéndose. Pero también me pregunto hasta qué punto sucedió esto en don Cándido. Era hombre muy capaz e inteligente. Muy bregado en su oficio. Un perfil técnico en política como se diría hoy en día. Tal vez por eso nunca se dejó embaucar por cantos de sirenas y prefirió dedicarse a su trabajo.

Pero que era talentoso no cabe duda. A lo que hay que añadir un hombre de palabra y honor e inquebrantable en sus principios.

Como relata don Tomás Méndez Pérez en su libro La Orotava cien años en blanco y negro: «…Cándido era un entusiasta y dinámico joven, procedente de la Acción Católica, con dotes de mando y facilidad de palabra…»

Por su parte Juan del Castillo en su libro Aromas de La Orotava, entre otras muchas cualidades y anécdotas, subraya lo siguiente: «…destacó como orador de una elocuencia y fluidez fantásticas. Acaso lo que más impacta, hoy, es su carisma de funcionario íntegro y político honesto… Un caballero a la antigua usanza.»

Don Cándido era un patriota y él sabía que donde mejor podía servir a La Orotava y a España era en su puesto de funcionario en el juzgado. Porque conocía de primera mano la realidad social y política de aquellos tiempos y su pasado más reciente. Y tuvo la enorme inteligencia de ponerse en el lugar que le correspondía siendo coherente con sus principios, ideales y su actitud de inasequible al desaliento. Porque todo hombre de honor es fiel a su credo.

Incluso fueron sonadas sus disputas con el general García Escámez y con las elites gobernantes en Canarias en defensa de La Orotava y sus intereses ganando muchas batallas para nuestro pueblo. 

Aparte de que fue un hombre que ejerció la política desde un punto conciliador. Porque fue de los que conoció los agitados años de la República y que probó la trinchera y la pólvora y sangre de la guerra. Un hombre así sólo puede adquirir el conocimiento de que en toda conflagración bélica, y más si es de hermano contra hermano como fue la española, no hay vencedores ni vencidos. Y don Cándido Acosta llevó a gala la política de reconciliación y concordia nacional.

Por algo ha pasado a la historia como uno de los alcaldes más queridos que ha tenido esta Villa.

Por eso no estoy de acuerdo con Sánchez Parodi en ese aspecto. Pero a la vez no puedo confrontar totalmente sus palabras, pues ambos trabajaron juntos codo con codo durante diez años y tal vez en la amistad forjada se dieran los momentos propicios para que hubiera confesiones personales entre amigos.

Continuo con un fragmento más.

«…esto merece el respeto de los orotavenses. Aunque yo no lo soy, quisiera recordar expresamente a aquel oficial mío, que un día fuera alcalde de la Villa…»

Yo creo que don Cándido se ganó el respeto de todos los villeros desde siempre. En mi vida jamás he oído hacia su persona una crítica, mala palabra o ignominia. Al contrario, toda persona que lo conoció, indistintamente de su ideología, habla de él como el perfecto caballero de La Orotava y el ser Villero de Honor.

Y desde la perspectiva de las décadas en las que ejerció de alcalde en La Orotava y los años trascurridos desde su fallecimiento nos avalan para hacer una dicotomía del personaje y no ver otra cosa en él que las mejores cualidades humanas que de una persona se pueden pedir.

Sobre la figura de don Cándido Acosta no creo que este escrito aporte nada nuevo, pero se integra en los personajes que he ido trayendo durante años al blog y para mí es un orgullo que así sea. Hombres y mujeres de honor y ejemplos de viller@s son los que yo quiero traer a este blog. Don Cándido está entre los mejores de los mejores.

Gran villero siempre presente en el recuerdo.

Saludos.

 

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© 2024 Francisco García.

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Todos los derechos reservados a favor de © Francisco García.

Primera edición del texto: Mayo de 2024.

 

Textos:

Antes de que se acabe el tiempo de escribir © José Luis Sánchez Parodi y herederos.

La Orotava cien años en blanco y negro © Tomás Méndez Pérez.

Aromas de La Orotava © Juan del Castillo.

Imagen: Propiedad familia Acosta.