jueves, 17 de agosto de 2017

Los lavaderos de La Orotava.

Hoy comienzo una serie de escritos sobre La Orotava basados en recuerdos personales, historias contadas, etc acompañadas de imágenes de las recreaciones de las dos ediciones de Entre Molinos sobre unas actividades ya casi desaparecidas en el olvido del tiempo. Utilizo fotos de mi autoría de Entre Molinos porque creo que han sido las recreaciones más certeras y con mayor rigor que a día de hoy existen. Aparte de que son fotos recientes pero con un halo de tiempo pasados. En este blog, como siempre incido, me gusta trabajar con material propio.
 
Ya saben que no pierdo el tiempo en escribir lírica y mucho menos intentar engañar a los respetables lectores de este blog. Por eso aclaro que yo no recuerdo ver los lavaderos en funcionamiento. Y tampoco voy a pasarme de listo en hacer aquí un “copia y pega” para quedar de culto. Obviamente he consultado información para enriquecer el texto. Pero como blogger hay que crear contenido propio. Como he dicho no recuerdo los lavaderos en funcionamiento. En mi casa no se iba a lavar la ropa a tales lugares porque había agua propia de las atarjeas que pasaban por la propiedad.
 
Hablar de los lavaderos es extenso. Porque se sustentan en toda una cosmogonía cultural, social y antropológica. No solo los lavaderos tienen historia propia. Sino que a su vez se relacionan y hermanan con los molinos y con las dulas de agua. Molinos y dulas que fueron dos elementos claves en la expansión poblacional, económica y agrícola en La Orotava desde su fundación.
 
Históricamente siempre se ha dicho que los lavaderos públicos de La Orotava fueron cinco: los de Santa Catalina, Cruz Verde, San Francisco, ermita Franchi y los de la calle del Agua. Pienso, por lógica, que algunos de menos calado tuvieron que existir en las zonas altas del municipio que el tiempo haya borrado su recuerdo y ubicación. Y si no existieron como tal al menos algún punto de encuentro entre lavanderas habría en las atarjeas.
 
De los lavaderos siempre se han contado múltiples historias. Me voy a centrar en el de San Francisco por ser el más renombrado y porque es donde más información nos ha llegado a día de hoy.
 
Básicamente eran lugares donde las mujeres lavaban la ropa de su familia o por encargo en base a una remuneración. Era un trabajo en aquella época de mucha demanda porque en las crónicas se relatan que se prohibió lavar la ropa a tales horas por la suciedad que llegaba a las aguas de riego. Tales horarios no se podían cumplir dada la gran afluencia de lavanderas. Hecho este que me cuentan que producía disputas entre ellas para poder lavar su ropa. Incluso discutían hasta por el jabón porque era normal el “coger” algún jabón no propio. Simples historias y anécdotas que se relatan. En la realidad seguro que existirían las discusiones pero el contexto general era de mujeres trabajadoras que lavaban ropa propia y ajena muchas horas al día y que aquello fuera una gran familia. Con sus cantos, con sus risas y sus grandes historias hoy ya silenciadas por el tiempo. Cuando se acababa la jornada dichos recintos quedaban para los hombres que hacían actividades de esparcimiento tras la dura jornada de trabajo organizando fiestas y tenderetes. El casino de los pobres llamaban al de San Francisco. Obviamente todo esto supuso en La Orotava un centro neurálgico de la vida social de las clases más humildes del municipio que hicieron que los lavaderos fueran en los años 40 del siglo XX reformados dotándolos de las piedras de lavar. Dicha reforma era necesaria por desgaste del lugar y para que las lavanderas trabajaran con mayor comodidad bajo un techo cubierto. Por lógica era normal que los lavaderos fueran desapareciendo como sucedió a finales de la década de los 60. Primero porque a las viviendas que se construían y se reformaban se les acondicionaba el agua. Y segundo porque ya a su vez la red eléctrica se extendía y por lo tanto el uso de electrodomésticos. ¿Qué necesidad de ir a los lavaderos? A dichos lugares les pasó lo mismo que hoy en día con la expansión de las nuevas tecnologías y la robótica. Ya no hay necesidad de ciertas actividades laborales. Y así se fue acabando con los lavaderos. Por desuso y por expansión urbanística que hizo que algunos desaparecieron como los de la calle del Agua. Y ahí parece que era el fin de los lavaderos. Porque el de san Francisco acabó convirtiéndose durante muchos años en depósito municipal.
 
Pero siempre hay gente consecuente que tiene esa sensibilidad y amor de recuperar lugares emblemáticos y con historia. Y a principio de este siglo hubo gentes, grupos, colectivos… que reivindicaron la recuperación del lavadero de San Francisco. Cierto que hubo alguna voz que decía el por qué recuperar un lugar que fue símbolo de miseria y necesidad de tiempos pasados. Razones no faltaban para esas palabras. Porque los lavaderos tenían esa función bien por necesidad, bien por no existir tecnologías en aquellos tiempos o bien porque había que buscarse el sustento. Además seamos claros. Cuando se llega a un cierto status económico la gente tienda a olvidar ciertas cosas por vergüenza y “porque eso era de pobres”. Craso error ese. ¿Cuántas cosas no hay hoy en día qué a lo mejor en cuarenta años diríamos esas mismas palabras? Afortunadamente la recuperación se hizo y de forma sobresaliente. No solo su recuperación sino recuperando los primigenios lavaderos sepultados. Hoy está adecuando para ser visitado en recorridos programados o para otros actos. Aunque personalmente pienso que le falta todavía más proyección y más actividades. Pero eso ya a mí no me compete organizarlo. Decirlo sí. Servidor que tiene afición en verano de recorrer por la noche las calles villeras siempre que paso por allí me queda el vacío de no poder entrar. De no poder sentarme a solas un rato para escuchar los sonidos del silencio. Porque en esos sonidos hay muchas historias que contar. Como un rastro etéreo que quedó allí impregnado de otras épocas.
 
Hoy he querido traer este escrito al blog como homenaje a las lavanderas, no solo de las que se ubicaban en San Francisco sino de cualquier lavadero que existiera en el Municipio. En la actualidad se nos bombardea con eso del acceso a la mujer a la vida laboral, que está muy bien, pero a esas personas yo les digo mira para atrás y ve lo que hicieron tu madre, abuela, bisabuela… Las lavanderas trabajaban de sol a sol. Muchas embarazadas o acompañadas de sus hijos. Otras en la plenitud de su juventud y las más veteranas en el otoño o incluso invierno de sus vidas. A ellas se unían las niñas que ya iban adquiriendo el oficio de sus madres y abuelas. Unas aprendiendo, otras enseñando unas formas de lavar hoy desconocidas que solo sabian esas manos hacendosas. Jabones naturales, hierbas olorosas para tal fin e incluso ceniza. Todo ello aderezado con su lejía y añil. Como todo en la vida el secreto es sabiduría y paciencia. Mujeres de otra pasta que cargaban baños de ropa por las pinas-declive, la eterna simbiosis villera, calles de La Orotava en cualquier época del año. Con salarios muy por debajo de lo que realmente merecían, en eso poco ha cambiado el panorama. Villeras que hicieron y parieron esencia para engrandecer este pueblo. Mujeres a las que el tiempo y la historia borra sus nombres y rostros pero que los que vivimos esta época tenemos que hacer lo posible por recordarlas en su conjunto y no olvidar lo que fueron. Por todas ellas va este escrito. Aunque sé que no es el mejor, el más culto o el escrito en más fina palabra es el que me dicta el corazón.
 
Aquí les dejo un vídeo, también de mi autoría. Grabado en junio cuando se celebró Entre Molinos donde las mujeres caracterizadas como lavanderas hacen una magnífica interpretación de lo que muy bien podía ser la vida en cualquier jornada de aquella época. Les dejo la referencia de tiempo. Desde el minuto 27:51 al 31:03.
Saludos y como siempre digo nunca olvidemos lo que fuimos, lo que somos y lo que debemos de ser.

© 2017 Francisco García.
Texto, foto y vídeo sujetos a derechos de propiedad intelectual bajo licencia de Copyright.
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la Ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de este texto, foto y/o vídeo por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático o cualq
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la Ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de este texto, foto y/o vídeo por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático o cualquier otra forma de cesión sin la autorización previa y por escrito del titular del Copyright.
Todos los derechos reservados a favor de © Francisco García.
Primera edición del texto: Agosto de 2017.
Segunda edición del texto revisado: Agosto de 2018



Entre Molinos Patrimonio, Memoria y Tradición. Año 2017.
Foto: © Paco García 2017.




















Entre Molinos Patrimonio, Memoria y Tradición. Año 2017.
Foto: © Paco García 2017.





























Escena de las lavanderas desde el minuto 27:51 al 31:03.