Ya nos estamos
acercando a las Vísperas de la Asunción de María y la Celebración de la virgen
de Candelaria. Y hoy quería traer a colación un hecho histórico, que según como
lo entiendo yo, pudo haber cambiado la historia de La Orotava y de la isla
entera.
En las últimas
décadas el fervor religioso por sor María de Jesús ha ido en aumento. La Siervita
de Dios ha sido descubierta y redescubierta por muchos isleños y cada mes de
febrero va a más los que visitan el convento de santa Catalina para ver su
cuerpo incorrupto y pedirle favores. Fama de milagrera tiene. Ella tuvo una
vida digna de ser contada por todos los hechos místicos que le sucedieron. Más
toda la leyenda de hechos virtuosos, su relación con el corsario Amaro Pargo,
anécdotas piadosas y demás. Sor María de Jesús incluso tuvo una vida muy
parecía a la monja soriana sor María de Agreda, a la cual el actual premio
Planeta Javier Sierra le dedicó un libro titulado “La Dama Azul. Pero esto no
es un escrito en si para hablar de la vida de la Siervita sino de unos hechos
puntuales relacionados entre la virgen de Candelaria, ella y La Orotava.
De sor María de Jesús
hay dos libros escritos, que yo sepa. Uno es “Cuadros históricos de la admirable
vida y virtudes de la Sierva de Dios sor María de Jesús de León Delgado escrito
por José Rodríguez Moure en año 1911. Con fuentes de la biografía de la Sierva
de Dios por José Mateos y García de Paredes O.P., y otro más actual titulado “Sor
María de Jesús. La monja incorrupta del convento de Santa Catalina de La Laguna",
escrito por Domingo García Barbuzano. Este segundo libro a mi parecer es más
completo que el primero. Hace años los leí y en ambos hace referencia a unos
hechos que voy a relatar ahora. Copio textualmente de dichos libros:
Según lo escrito
por José Rodríguez Moure:
“…Sabido es que en
el mismo año de 1668, por la misma falta de lluvias, fue traída a esta Ciudad
de La Laguna la imagen de Nuestra Señora de Candelaria, con motivo de lo que se
promovió en el Cabildo de la isla, la sentida necesidad de trasladar el
santuario de la citada imagen a lugar menos expuesto del que se ocupaba, pues
el mar, el barranco que lo limita, y más que todo, los piratas argelinos que en
aquellas fechas lo asediaban, siempre traían a los pueblos en constante alarma.
Esta proposición fue motivo a que los ánimos se dividieran en partidos y
enconaran con tanto enojo, que las ganancias de Satanás fueron muchas, porque
los bandos favorables y contrarios a la traslación del santuario, se deshacían
en injurias, recriminaciones e insultos,
y estuvieron a punto de venir a las manos y llegando al extremo de que
los opuestos a la mudanza quisieran una noche asaltar al monasterio de santa
Catalina, donde la Santa Imagen estaba depositada, para colocarla en parte que
ofreciera más seguridad a su intento, proyecto que hubieran realizado sin duda,
pues eran los más numerosos y decididos, si la Providencia de Dios no hubiera
puesto remedio con la intervención de su sierva crucificada, pues a pesar del
mucho sigilo que guardaban los conspirados, como eran tantos, no faltó uno que diese
cuenta del proyecto a la Comunidad para prevenirla, compadecido del susto que
habían de tener, aunque no trataban de hacerles a ellas ningún daño.
No pudiendo las
religiosas pedir auxilio a tales horas en que dieron aviso, por tener el
convento cerrado, su aflicción fue grande; pero estando los amotinados junto a
la puerta del templo que está inmediata al coro bajo, la que pretendían
derribar, oyeron los terribles golpes que se azotaba sor María de Jesús en
dicho coro, para aplacar la ira de Dios, lo que fue bastante a mudarles el ánimo
y desistir de su temerario intento, pues no pudo menos que impresionarles el
sacrificio de esta alma penitente, que derramaba su sangre por las culpas que
ellos cometían, no siendo estos solos los que se apartaron del crimen, oyendo
las disciplinas de esta Sierva de Dios, porque muchos que con idea de pecar, al
pasar por el convento la llegaron a oír, también abandonaron sus detestables
proyectos y cambiaron de vida.”
Según lo escrito
por Domingo García Barbuzano:
“Con motivo de otra
sequía, trajeron a La Laguna a la virgen de Candelaria. La venerada Imagen
estuvo un mes en el santuario de santa Catalina. El Cabildo y los labradores
hicieron novenarios. Un día se produjo un conflicto al querer llevar la Virgen
a La Orotava, con la intención de hacerle un templo en La Paz. Se comentó que
los frailes convenían en ello por debajo de cuerda y que el Cabildo defendía la
idea. El pueblo pidió a las monjas Catalinas que encomendaran a Dios el hecho.
Pusieron guardias en la puerta de la iglesia del Convento. La ciudad fue
transitada por bandos de hombres que cruzaban las calles y entraban y salían de
algunas casas, según observaron las monjas desde el ajimez.
Al acudir a sor
María de Jesús, esta se dirigió al coro bajo y se disciplinó durante una hora.
Los que estaban en la calle, al oír los golpes en sus corazones, cambiaron de
idea. Se les escalofrió la piel cuando oyeron los hierros golpeando la carne.
Lo tomaron como un aviso de Dios.”
Obviamente todo
esto hay que leerlo con la debida prudencia. No por parte de los autores de los
libros sino por parte de las fuentes originales. En aquella España ultra
católica e inquisitorial de los Austria todos estos hechos con tintes
milagrosos se magnificaban. Fue época de grandes místicas pues eran tiempos de
otra grande de la Iglesia Universal como fue santa Teresa de Jesús. Cada tiempo
para una cosa y cada cosa para un tiempo y en muchas regiones del país hubo
monjas de un fuerte misticismo y fervor religioso.
Nunca sabremos qué
de real pudieron ser las supuestas intenciones del Cabildo de traer la imagen de
la virgen de Candelaria a La Orotava y hacerle un santuario. ¿La zona de La Paz
tal vez se refiere a la zona que hoy pertenece al municipio del Puerto de la
Cruz? ¿En qué lugar exacto de la Villa se ubicaba la nombrada zona de La Paz? Pensándolo
fríamente la idea no era descabellada pues la costa del norte de la isla era más
segura y La Orotava estaba enclavada entre dos guarniciones militares que
permitían una rápida respuesta en cuanto se avistaran barcos piratas. Pero se
me hace difícil pensar que las autoridades laguneras quisieran perder el privilegio
mariano en favor de La Orotava. Si esto acontecimientos relatados fueron verdad
tal y cómo se cuentan intuyo que La Orotava solo era una tapadera en todo esto.
Perspicaces fueron los contrarios en aquella época de oponerse a tal traslado.
El santuario de la virgen de Candelaria es una máquina de fervor religioso.
Pero a la vez una máquina de hacer dinero. Tanto ayer como hoy hay cosas que
nunca cambian. Si hoy en la actualidad al municipio de Candelaria le quitaran
su Virgen y le hicieran sede en otro lugar económicamente colapsarían porque el
negocio montado alrededor de la virgen genera pingues beneficios y no siempre
para las almas. Hace unos meses estuve en la basílica y allí se ve claramente
lo que hay. Bien valía la pena la embestida de unos cuantos asaltos piratas
antes que perder la sede. Esa es mi opinión.
Opinión en base a
lo leído en los libros de José Rodríguez Moure y Domingo García Barbuzano. Por
eso he transcrito ambos fragmentos. Para evitar la idea de que especulo sobre
un hecho histórico. Simplemente doy mi opinión como tal en vísperas de la festividad
mariana. Ya saben que aquí no se da puntada sin hilo y cada publicación, o la
mayoría, tienen un por qué de ser en fechas concretas. Por su puesto siempre
pueden adquirir ambos libros, se los recomiendo, y así sacan sus propias
conclusiones.
Desde que en su día
lo leí me pareció un hecho muy interesante y poco conocido. Está claro que este
hecho, si se hubiera llevado a cabo, hubiera cambiado parte de la historia de
La Orotava e incluso su desarrollo urbanístico, económico y social. Tal vez
hubiéramos ganado un santuario mariano pero seguramente hubiéramos perdido otras
cosas.
Pero eso jamás lo
sabremos. Y sinceramente mejor dejar las cosas así porque creo que la virgen de
Candelaria está en el lugar que le corresponde estar. Todo el mundo en su sitio
y para Dios lo de todos.
Un saludo.
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| Libros de José Rodriguez Moure (izquierda) y Domingo García Barbuzano (derecha) sobre la vida de sor María de Jesús. |