lunes, 22 de octubre de 2018

Dácil

Este es uno de los escritos que tenían que haber sido publicados en verano pero que por las circunstancias no pudo ser. Así que lo traigo al blog en esta época otoñal. Todo esto viene a colación porque en verano en las redes sociales se publicó la historia de Dácil y el capitán Gonzalo del Castillo. Yo conocía la historia, pero mi amigo Ricardo me la envió porque me dijo que no tenía vergüenza de no haber publicado nada de esto cuando paso, mínimo, dos veces al día por la rotonda donde se ubica tan noble princesa guanche.
He copiado literalmente de cómo me lo enviaron y luego ya haré una reflexión personal de esta historia.
La leyenda o historia de la princesa Dácil y el capitán Castillo.

Dácil era hija de Bencomo , mencey de Taoro , y varios guanches se disputaban su amor. Un día en que iba paseando por el verde Valle de Arautava con otras jóvenes, vio un charco de aguas cristalinas y le apeteció bañarse. Les pidió a sus acompañantes que se retirasen y, cuando aún no se había quitado su tamarco de pieles, oyó unos ruidos y corrió a esconderse entre los matorrales. Desde allí pudo ver como aparecía un gigante de dos cabezas desprendiendo destellos y caminando a saltos sobre cuatro pies. Cuando estaba cerca del agua, el gigante se dividió en dos, uno de los seres tenía cabeza humana y vestía los ropajes brillantes de los extranjeros; el otro ser, quedaba atado a un árbol. Dácil nunca había visto un caballo por lo que estaba aterrorizada y se subió a un árbol que caía sobre el charco. Se trataba del capitán del Castillo en misión de reconocimiento en el Valle de Taoro quien, mientras tomaba agua notó que había un rostro reflejado en el agua que no era el suyo. Girándose de repente , agarró uno de los pies de Dácil que cayó a tierra, ambos se miraron y, en ese momento, nació su amor.
Más tarde, el capitán Castillo fue hecho prisionero por las huestes de Bencomo quien encomendó a su hija la tarea de cuidarlo de las heridas sufridas en la batalla. Pero Duriman, rechazado por Dácil, la acusó de verse a solas con el castellano por lo que debía ser castigada. Este pidió que se reuniera el Consejo en demanda de justicia.
-Habla lo que quieras- le dijo el rey a Duriman.
-Yo pregunto, ¿qué pena tiene por la ley la mujer que habla a solas con un hombre?
-Ser emparedada- contestó el soberano.
-Pues se lo merece tu hija por haber hablado a solas con un hombre, que es además enemigo.
Y Bencomo, que jamás torció la ley, encerró a su hija durante meses hasta que fue convencido por unos testigos de que siempre había alguien con ellos. El mencey de Taoro liberó a su hija que, tiempo después se casó con el capitán Gonzalo del Castillo en Los Realejos.”

Esto es lo que cuenta la leyenda. Pero por asepsia mental en mi opinión hay que coger la historia con pinzas. Siempre repito que no soy historiador y que aquí no estamos, ni yo para escribirlo ni ustedes para leerlo, rollitos históricos sin fundamento en un burdo copia y pega. Así que lo que voy a escribir es una opinión personal mía basándome en mi propia lógica y algunas opiniones personales más.
Primero que la historia tiene desde ciertos matices con las leyendas artúricas, pasando por el componente romántico y teniendo muchas similitudes con la historia verdadera de Pocahontas y el capitán John Smith. Y digo historia verdadera porque Pocahontas y John Smith sí existieron. Lo siento, pero la historia de estos dos no es de la factoría Disney.
Voy a ir desglosando el texto por partes:

“…Desde allí pudo ver como aparecía un gigante de dos cabezas desprendiendo destellos y caminando a saltos sobre cuatro pies. Cuando estaba cerca del agua, el gigante de dividió en dos, uno de los seres tenía cabeza humana y vestía los ropajes brillantes de los extranjeros; el otro ser, quedaba atado a un árbol. Dácil nunca había visto un caballo por lo que estaba aterrorizada…”

Esta parte es muy probable que sea cierta ya que el caballo no era conocido en Canarias como tampoco lo era en algunas zonas de América. Psicológicamente fue un instrumento de guerra muy bien utilizado por Hernán Cortés en la conquista de México. Por eso se dice gigante de dos cabezas (caballo y jinete) y que este último vestía ropajes brillantes como los extranjeros, presumiblemente refiriéndose a la cota de malla y armadura.

“… Se trataba del capitán del Castillo en misión de reconocimiento en el Valle de Taoro quien, mientras tomaba agua notó que había un rostro reflejado en el agua que no era el suyo. Girándose de repente, agarró uno de los pies de Dácil que cayó a tierra…”

Aquí ya tengo mis dudas. Primero que los castellanos que participaron en la conquista eran hombres de su tiempo muy bregados en el combate de los últimos años de la Reconquista. Gente que primero golpeaba y luego preguntaba ¿Un capitán solo en territorio hostil? No se lo cree ni Dácil que estaba allí. Posiblemente fuera un pequeño destacamento en incursión de avanzadilla y reconocimiento. Y mucho menos iba a descabalgar para beber de un charco. Charco que a saber sus dimensiones y zonas porque la orografía del lugar no era ni por asomo a la que hoy conocemos.
Encima se reflejó Dácil en el charco y el capitán del Castillo la agarró por un pie. Posiblemente este hecho está desvirtuado y fue un encuentro fortuito cara a cara, no por ello hubo de ser violento, donde el capitán del Castillo enterándose de quién era hija y hermana Dácil sabía que era mejor no hacerle daño alguno. Incluso se denota la caballerosidad de dejarla ir cuando podía haberla utilizada como moneda de cambio en tiempos de guerra. Esto no significa que no hubiera flechazo entre ellos. Perfectamente pudieron quedarse prendado en uno del otro.
Pero siendo Dácil la hija de uno de los menceyes más poderosos de la isla y avanzando ya los castellanos por la misma no creo que ella pudiera salir sin escolta alguna. Posiblemente llevara un buen número de asantemir o axaentemir, como prefiera decirse, que eran la elite de los guerreros guanches. Incluso hasta en su escolta pudiera ser que fuera su hermano el poderoso Bentor. Tal vez trabaron combate con el destacamento del capitán del Castillo siendo vencidos por los castellanos. Pero una vez más, en mi opinión, se le da el tinte romántico de poner a Dácil y sus damas de corte como las ninfas del Jardín de las Hespérides que correteaban alegremente por todos lados.

“…Más tarde, el capitán Castillo fue hecho prisionero por las huestes de Bencomo quien encomendó a su hija la tarea de cuidarlo de las heridas sufridas en la batalla. Pero Duriman rechazado por Dácil, la acusó de verse a solas con el castellano por lo que debía ser castigada…”

Aquí ya se habla de una batalla o algún tipo de escaramuza entre guanches y castellanos por las que el capitán del Castillo fue herido y puesto al cuidado de Dácil. La historia empieza relatando que varios guanches se disputaban el amor de Dácil. Duriman debía ser el que más se encabronó con que Dácil se hubiera enamorado de un castellano y por celos y envidia la denunció. Ya este se había contagiado pronto del cainísmo del país de piel de toro, corazón cainita y cuernos de ignorancia. Se ve que “el qué dirán” ya era cosa habitual por estos lares. Hoy igual que ayer porque en este tema la cosa ha cambiado poco.

“…El mencey de Taoro liberó a su hija que, tiempo después se casó con el capitán Gonzalo del Castillo en Los Realejos…”

No el bobo Taoro. Pierde la guerra y el menceyato y se iba a poner a mal con los nuevos poderes. Aquí había que conservar los privilegios, la honra y demás. ¿Con quién la iba a casar? ¿Con Duriman? Había que casarla con los poderes establecidos. Un matrimonio político que enlazara añeja y nueva autoridad. No significa por ello que no hubiera amor. Que a fin de cuentas fue lo que hizo la inmensa mayoría del pueblo guanche. Bautizarse y adaptarse a los nuevos señores pues ya los viejos habían perdido su poder. Vamos, otra de las cosas que tampoco cambian por estos lares ni por España entera. Esos que se llamaron alzados y se refugiaron en los montes en una guerra de guerrillas perdida de antemano la mayoría era los que no consiguieron cuotas de poder o establecerse como nuevo pueblo.
Es así como lo veo porque quedarme con la historia de la leyenda y creérmela a pies juntillas como que no. Si Dácil y el capitán del Castillo hubieran sido de Estados Unidos pues tendrían cuatro películas, una serie y una obra de teatro. Pero esto es España y aquí estas cosas no se tiene en cuenta. ¿Cuántas Dácil y capitanes del Castillo hay en toda la geografía patria? Seguro que muchos. Pero se van quedando en leyendas locales hasta que el paso del tiempo borra sus recuerdos.
Al menos aquí tenemos a Dácil que cada día va contemplando desde su rotonda el devenir del tráfico en La Orotava con su mirada pétrea en su petrificado pedestal. Con su vasija a recoger agua y tal vez añorando a su querido capitán del Castillo. Escultura que hubiera quedado más acertada añadiendo igualmente a este. Me pregunto si Dácil cada día se hará la misma pregunta que yo de a razón de por qué le cambiaron el nombre a la zona para llamarla Avenida Nelson Mandela. Sabría Mandela ni dónde quedaría La Orotava. Pero bueno ella sigue enseñoreándose en sus dominios. Y con ello hace que la leyenda, acertadas o no, o teorías muy desconfiadas como la mía, la sigan manteniendo viva en el recuerdo. Aparte de que Dácil, que significa luminosa, es un nombre que aun hoy en día se les pone a muchas niñas de este lugar. De todas maneras, las leyendas y cuentos guanches a través de los siglos han sido muy prolíficos y llevados a literatura y ensayos sumándose nuevas fuentes de divulgación como la Red.
Hoy he traído una historia algo distinta a lo que se publica en este blog y una opinión personal sobre Dácil y el capitán Gonzalo del Castillo. No sé si acertada o no, pero bueno yo no me salgo de mis foros en este escrito y tampoco me creo dueño la verdad absoluta.
A ver si cuando mañana pase por la rotonda Dácil me confirma la historia y me da más detalles.
Un saludo.

La foto no sé de quién es porque me la envió el amigo Ricardo con el escrito.

La princesa Dácil. Escultura situada en la entrada de La Orotava por el Ramal.