miércoles, 3 de abril de 2019

Historia de la cabeza.

Bien dice el refranero que “en Abril aguas mil” y lo hemos comprobado estos días. El tiempo está fatal y los fenómenos atmosféricos ya suceden indistintamente le época y la estación del año que vivamos. Hoy mismo en la Península está nevando a partir de los 1.000 metros con una caída generalizada de las temperaturas en todo el país. Obviamente el cambio climático es un hecho por mucho que algunos pretendan vendernos que esto no es así.
Hoy, por diversas causas, he tenido que coger la guagua. El tiempo estaba nublado y caía una fina lluvia. Un tiempo totalmente invernal. En el trayecto, observando el paisaje, tuve un flash mental. Recordé la “Historia de la cabeza”.
Con esta historia gané en el año 2007 un pequeño premio literario, el premio era un pack de libros, y como estaba ambientada en parte en La Orotava y en parte en el Puerto de la Cruz con un personaje principal villero, personaje ficticio llamado Mauricio, me dije pues ya que estamos con mal tiempo y Abril es el mes del libro voy a llevar la historia al blog.
Así, en un resumen rápido esto fue un pequeño concurso en el que me dio por participar y la que lo organizaba me dijo hazme tres pequeñas historias con un personaje llamado Mauricio y una cabeza parlante. Si no recuerdo mal el nombre de Mauricio y la cabeza parlante los daban obligadamente como temática principal. Supongo por ver quién realizaba mejor historia. Lo que siempre me quedó la duda es si esta historia de Mauricio y la cabeza está a su vez basada en algún otro relato. He indagado y que yo tenga constancia no hay historia así publicada. La verdad que sobre la marcha monté las tres historias. Las presenté minutos antes de cerrar el plazo. Y voy y gano. En fin, pequeñas anécdotas de la vida.
Confieso que tengo otra historia basada en un personaje real de la Villa que esa vio la luz, pero solo en un circulo cerrado de personas. Y qué no sé si algún día la publicaré aquí porque todo el mundo va a saber quién es. Y pese a que es un fantasmón de mucho cuidado me llevo relativamente bien con él y no quiero que después de tantos años de esa historia escrita, él sabe y la ha leído, vengan ahora a tornar burla por ello. Pero bueno “disfrazadamente” a lo mejor la traigo al blog. Y si no que el susodicho no sea tan fantasma.
Aquí les dejo las tres historias. Han sido revisadas y prácticamente están igual que cuando gané aquel premio.
La primera historia la protagoniza Mauricio. Un currante que está algo asqueado de la vida y de la gente.
La segunda historia la protagoniza Fermín. De profesión conductor de guaguas. Un tipo tranquilo y cabal que acaba perdiendo el juicio.
La tercera historia es de un personaje anónimo. Un hombre que vive en lo arcano y hermético y que es consciente de su destino.
Espero que les gusten las tres historias como un día gustaron al público y jurado que las eligió ganadoras. Releyéndolas se me viene a la mente una idea de que alguien que tenga los medios poder llevarlas en un cortometraje. Sinceramente me gustaría verlas interpretadas en formato cine. Pero bueno queda esa idea ahí en el aire. Tal vez algún día…

1º Historia.
Protagonista Mauricio.
Aquella mañana me levanté tarde. El frío de diciembre había llegado a La Orotava y las sabanas se me habían pegado. Me vestí rápidamente y ni siquiera desayuné pues perdía la guagua de las 7:30 para el Puerto y llegaría tarde al trabajo.  Al salir a la calle aquel intenso frío me caló hasta los huesos y no deseaba otra cosa que volver a mi cama. Pero era día laboral y había que cumplir.
Al llegar a la estación la guagua aún no había salido y me alegré pues no quería estar media hora esperando la siguiente en aquel penetrante frió. Al subir noté un ambiente enrarecido y Fermín, el conductor que habitualmente hacia el trayecto, estaba pálido y silencioso. Pero yo tenía prisa y no quería entretenerlo con preguntas que retrasaran la salida de la estación. Levanté la vista y vi que solo había un sitio en el fondo por lo que empecé a caminar hacia el asiento. Pero de pronto noté que había un gran número de personas de pie. Mujeres angustiadas, niños llorando, ancianos sobrecogidos mientras avanzaba por aquel corredor de la muerte.
Al llegar al último asiento me quede perplejo al ver que allí, con total majestuosidad, había sobre un asiento una cabeza sentada con vida propia. Yo me senté a su lado con total desconfianza y al mirar a otros pasajeros me retiraban la vista. Estaban temerosos.
Cuando iba a hablar y preguntar lo qué pasaba la guagua arrancó y todo tembló por el ruido del motor. Allí seguía aquella cabeza respirando sola y con los ojos cerrados. Miraba a todos lados y me estremecí al ver lo tarde que era en aquel aburrido reloj de dígitos rojos típico de los vehículos de transporte público. Pero no así dejaba de preguntarme qué hacia allí aquella cabeza. Mientras íbamos de camino el ambiente era tétrico. Nadie hablaba, nadie levantaba la vista del suelo mientras que solo se oía el fuerte ruido del motor y el incesante chocar de la lluvia contra el cristal. ¿Qué pasaba? me preguntaba incesantemente una y otra vez. Tomé una decisión; en la próxima parada me bajaría, aunque llegara tarde al trabajo, y cuando me disponía a tocar el timbre sucedió lo inesperado. Aquella cabeza abrió los ojos y mirándome fijamente me dijo:
- "Tu no vas a ninguna parte, tu destino a sido sellado". –
Y tras decir estas palabras empezó a reírse de una forma demoníaca. Poco a poco fui notando un intenso calor. Cuando me di cuenta ya no estaba lloviendo. Aquella guagua estaba yendo por una carretera que no conocía, rodeada de fuego y un intenso olor a azufre invadía la atmósfera. En aquel momento la gente enloqueció y un anciano mirándome con ojos vidriosos me dijo:
- "Muchacho jamás tuviste que haber subido a esta guagua”. -
 De pronto vi un ambiente totalmente apocalíptico. Mujeres llorando desesperadas, otras entregándose a sus pasiones sexuales ocultas, manteniendo relaciones con adolescentes y entre si con personas de su mismo sexo, niños asustados queriendo esconderse, ancianos masturbándose mientras se reían a carcajadas a la vez que lloraban. Cuando miré al asiento del conductor vi a Fermín retorciéndose en el suelo sobre un charco de su propio vomito. Y allí estaba yo, en medio de aquella locura mientras la cabeza no paraba de reírse. Me estaba sintiendo mal y la vista comenzó a nublárseme. Pero en un último momento de lucidez vi una cosa que me impacto y me lleno de pavor. En el destino de ruta de la guagua ya no ponía "Puerto de la Cruz" sino que ponía "Infierno". Estaba a punto de desmayarme cuando aquella cabeza comenzó a levitar y acercándose hasta mí me susurro al oído:
- "Próxima parada la morada de Belcebú”. -

2° Historia.
Protagonista Fermín (conductor de la guagua).
En aquella fría y lluviosa mañana llegué como siempre a mi hora habitual a la estación. Me extraño lo callados y serios que estaban los compañeros de trabajo aquella mañana. Pero, en fin, pensé que seria la lluvia y en tiempo que los tendría entumecidos.
Fui donde estaba aparcada mi guagua para comenzar la jornada. Pero me quedé atónito al ver que al fondo había una luz rojiza. ¿Estaría algo ardiendo dentro de la guagua? Pensé que alguien habría tirado alguna colilla y había prendido. Rápidamente cogí el extintor, pues no quería que se prendiera fuego y ocurriera una catástrofe. Al llegar al fondo del pasillo no creía lo que vi. ¿Estaba soñando? Allí había una cabeza fumando un puro. No entendía nada y me disponía a ir a buscar al supervisor cuando en aquel momento algo me paralizó. La cabeza me miró fijamente y me dijo:
- "No hagas tonterías Fermín y empieza a trabajar mientras yo disfruto fumando este pecado llamado Cohíba”. -
 Estaba paralizado, y aunque mantenía mi conciencia, no pude hacer otra cosa que obedecer. Aquel poder hipnótico se había adueñado de mí cuerpo. Hice lo que me ordenó y salí de la estación. No sin antes recoger a un extraño pasajero que parecía tener un carácter impasible al verme a mí y a la cabeza. Por el trayecto del Puerto hacia La Orotava la guagua se iba llenando de gente a la que no pude alertar pues mis sentidos no respondían. Y así llegue a La Orotava, donde nadie se apeó de la guagua, pero una inmensidad de personas se subió mientras yo pensaba "más victimas para esta cabeza". Ya me iba a ir de regreso a mi ruta al Puerto por el Botánico, pero de pronto llego Mauricio rezagado.
- "No, no lo hagas. No subas, no sabes dónde te metes”. – Pensé sin poder expresarlo con gestos o palabras.
Me saludó amablemente, introdujo su bono en la máquina y le cobré la tarifa. Así emprendí de nuevo mi ruta hacia el Puerto. Cuando íbamos llegando por la zona del Botánico algo empezó a pasar en el fondo. Estaba viendo a Mauricio por el retrovisor que quería bajarse de la guagua y aunque yo estaba intentando abrir la puerta y que al menos saltara en marcha no podía mover las manos del volante.
De pronto un centelleo me cegó. ¿Pero que veía? Una bola de fuego venia directa hacia la guagua. ¿Y por qué carretera iba? No la conocía. De pronto empecé a sentir nauseas y ganas de vomitar. Un dolor intenso se apoderaba de mi cuerpo. Levanté la vista y vi a la cabeza hablando y riéndose. La gente había enloquecido y yo había perdido el control de la guagua pues estaba ya tirado en el suelo repugnándome del baño con mi propio vomito. ¿Y que era lo que oía? Una voz demoníaca me estaba diciendo:
-"Bienvenido Fermín. Has sido elegido como nuevo conductor de la ruta del Infierno”. –
Esta voz estaba acompañada de un coro infernal de demonios que cantaban a pleno pulmón “Highway to Hell” del AC/DC.
Aquello no podía ser. ¿Qué nos pasaba a todos? Empecé a gritar desesperadamente diciendo:
- "Quiero salir de aquí. No quiero ser el conductor del Infierno. ¡No, no, noooo!- Mientras mi uniforme de Titsa se quemaba abrasándome la piel y apareciendo otro que ponía Transporte de almas al Infierno “Taisa”

3° Historia.
Protagonista un personaje anónimo.
Ya amanecía. Me había pasado toda la noche haciendo mis cábalas y consultando los libros. No había ya dudas, aquel era el día esperado durante siglos.
Aquel era el día en que la cabeza del Diablo vendría a La Tierra para llevarse a un grupo de elegidos para ser sus sirvientes. Yo hacia años que sabía que estaba entre ellos y lo había aceptado con resignación.
Me tomé el último café y salí a la calle. Aquel día la Plaza del Charco parecía la Plaza Roja de Moscú. Pero ya el frió ni la lluvia me importaban el absoluto, pues a dónde iba a ir no volvería a pasar frío. Me senté en la estación a esperar la guagua que me llevaría a La Orotava y en mi espera solitaria vi que el chofer iba desesperado con un extintor en la mano, pero yo, ensimismado en mis pensamientos, no le di mayor importancia. Tras un rato y pasado el percance que había sucedido, y que en aquel momento ignoraba, la guagua arrancó y me dispuse a subir. Vi al chófer en estado hipnótico. Fermín creo que se llamaba. Muy buena gente. De pronto me invadió una rara sensación y empecé a caminar en busca de mi asiento habitual. De pronto la vi.
Allí estaba esperándome. Era la cabeza del Diablo. Nos cruzamos las miradas, pero sobraban las palabras pues ambos sabíamos a qué habíamos venido. Poco a poco durante el trayecto la guagua se llenaba de gente y a todos les veía la misma sensación al subir. Miedo, curiosidad, sorpresa... Pero ya estaban perdidos. Habían sido elegidos. La guagua llegó a La Orotava y aunque nadie se bajó, los asientos libres que quedaban se llenaron e incluso hubo gente que se quedó de pie. Pero me sorprendió el último pasajero que se subió. Era un chico joven que me dio la sensación de que llevaba prisa.
-" Si supieras dónde te vas a meter”. -
 La guagua arrancó en medio de un silencio sepulcral. Al ir llegando al Botánico una llamarada envolvió la guagua. Era lo irremediable. Habíamos cruzado hacia la otra dimensión. Por las lunas vi un espectáculo que ni Dante hubiera imaginado. Cientos, tal vez miles de ángeles caídos envueltos en llamas y azufre hacían coro al unisonó con guitarras eléctricas interpretando el famoso “Highway to Hell”.
El conductor había perdido la conciencia. Incluso un señor que iba a mi lado se cortó la yugular con una llave de cerradura. Mientras otros se entregaban a una vorágine de locuras y pasiones demenciales que ya no tenían remedio. Me levanté tranquilo, miré hacia atrás y vi al joven que se había subido el último en La Orotava. Allí estaba queriendo escapar al igual que todos aquellos ilusos que no querían enfrentarse a la realidad que tenían delante. Había llegado la hora y mientras que la guagua llegaba a su inexorable destino yo ayudando al que podía tranquilizarlo de su locura me volví hacia la cabeza y sin perder mi dignidad y cordura le dije:
- "Aquí están tus siervos Satanás”. –

Fin.
Tres pequeñas historias escritas por un servidor en el año 2007.


© 2007-2019 Francisco García.
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Primera edición del texto: Marzo de 2007.
Segunda edición del texto revisado: Abril de 2019.

Cabeza demoníaca que bien podría ser la de mis tres micro historias. Imagen obtenida en: https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/devil-head-cigar-demon-satan-halloween-458991076