Bien
dice el refranero que “en Abril aguas mil” y lo hemos comprobado estos días. El
tiempo está fatal y los fenómenos atmosféricos ya suceden indistintamente le época
y la estación del año que vivamos. Hoy mismo en la Península está nevando a partir
de los 1.000 metros con una caída generalizada de las temperaturas en todo el país.
Obviamente el cambio climático es un hecho por mucho que algunos pretendan
vendernos que esto no es así.
Hoy,
por diversas causas, he tenido que coger la guagua. El tiempo estaba nublado y caía
una fina lluvia. Un tiempo totalmente invernal. En el trayecto, observando el
paisaje, tuve un flash mental. Recordé la “Historia de la cabeza”.
Con
esta historia gané en el año 2007 un pequeño premio literario, el premio era un
pack de libros, y como estaba ambientada en parte en La Orotava y en parte en
el Puerto de la Cruz con un personaje principal villero, personaje ficticio
llamado Mauricio, me dije pues ya que estamos con mal tiempo y Abril es el mes del
libro voy a llevar la historia al blog.
Así,
en un resumen rápido esto fue un pequeño concurso en el que me dio por participar
y la que lo organizaba me dijo hazme tres pequeñas historias con un personaje
llamado Mauricio y una cabeza parlante. Si no recuerdo mal el nombre de
Mauricio y la cabeza parlante los daban obligadamente como temática principal.
Supongo por ver quién realizaba mejor historia. Lo que siempre me quedó la duda
es si esta historia de Mauricio y la cabeza está a su vez basada en algún otro
relato. He indagado y que yo tenga constancia no hay historia así publicada. La
verdad que sobre la marcha monté las tres historias. Las presenté minutos antes
de cerrar el plazo. Y voy y gano. En fin, pequeñas anécdotas de la vida.
Confieso
que tengo otra historia basada en un personaje real de la Villa que esa vio la luz,
pero solo en un circulo cerrado de personas. Y qué no sé si algún día la
publicaré aquí porque todo el mundo va a saber quién es. Y pese a que es un fantasmón
de mucho cuidado me llevo relativamente bien con él y no quiero que después de
tantos años de esa historia escrita, él sabe y la ha leído, vengan ahora a
tornar burla por ello. Pero bueno “disfrazadamente” a lo mejor la traigo al
blog. Y si no que el susodicho no sea tan fantasma.
Aquí
les dejo las tres historias. Han sido revisadas y prácticamente están igual que
cuando gané aquel premio.
La
primera historia la protagoniza Mauricio. Un currante que está algo asqueado de
la vida y de la gente.
La
segunda historia la protagoniza Fermín. De profesión conductor de guaguas. Un
tipo tranquilo y cabal que acaba perdiendo el juicio.
La
tercera historia es de un personaje anónimo. Un hombre que vive en lo arcano y hermético
y que es consciente de su destino.
Espero
que les gusten las tres historias como un día gustaron al público y jurado que
las eligió ganadoras. Releyéndolas se me viene a la mente una idea de que
alguien que tenga los medios poder llevarlas en un cortometraje. Sinceramente
me gustaría verlas interpretadas en formato cine. Pero bueno queda esa idea ahí
en el aire. Tal vez algún día…
1º Historia.
Protagonista Mauricio.
Aquella
mañana me levanté tarde. El frío de diciembre había llegado a La Orotava y las
sabanas se me habían pegado. Me vestí rápidamente y ni siquiera desayuné pues
perdía la guagua de las 7:30 para el Puerto y llegaría tarde al trabajo. Al salir a la calle aquel intenso frío me caló
hasta los huesos y no deseaba otra cosa que volver a mi cama. Pero era día laboral
y había que cumplir.
Al
llegar a la estación la guagua aún no había salido y me alegré pues no quería
estar media hora esperando la siguiente en aquel penetrante frió. Al subir noté
un ambiente enrarecido y Fermín, el conductor que habitualmente hacia el
trayecto, estaba pálido y silencioso. Pero yo tenía prisa y no quería
entretenerlo con preguntas que retrasaran la salida de la estación. Levanté la
vista y vi que solo había un sitio en el fondo por lo que empecé a caminar
hacia el asiento. Pero de pronto noté que había un gran número de personas de
pie. Mujeres angustiadas, niños llorando, ancianos sobrecogidos mientras
avanzaba por aquel corredor de la muerte.
Al
llegar al último asiento me quede perplejo al ver que allí, con total
majestuosidad, había sobre un asiento una cabeza sentada con vida propia. Yo me
senté a su lado con total desconfianza y al mirar a otros pasajeros me
retiraban la vista. Estaban temerosos.
Cuando
iba a hablar y preguntar lo qué pasaba la guagua arrancó y todo tembló por el ruido
del motor. Allí seguía aquella cabeza respirando sola y con los ojos cerrados. Miraba
a todos lados y me estremecí al ver lo tarde que era en aquel aburrido reloj de
dígitos rojos típico de los vehículos de transporte público. Pero no así dejaba
de preguntarme qué hacia allí aquella cabeza. Mientras íbamos de camino el
ambiente era tétrico. Nadie hablaba, nadie levantaba la vista del suelo
mientras que solo se oía el fuerte ruido del motor y el incesante chocar de la
lluvia contra el cristal. ¿Qué pasaba? me preguntaba incesantemente una y otra
vez. Tomé una decisión; en la próxima parada me bajaría, aunque llegara tarde
al trabajo, y cuando me disponía a tocar el timbre sucedió lo inesperado.
Aquella cabeza abrió los ojos y mirándome fijamente me dijo:
-
"Tu no vas a ninguna parte, tu destino a sido sellado". –
Y
tras decir estas palabras empezó a reírse de una forma demoníaca. Poco a poco
fui notando un intenso calor. Cuando me di cuenta ya no estaba lloviendo.
Aquella guagua estaba yendo por una carretera que no conocía, rodeada de fuego
y un intenso olor a azufre invadía la atmósfera. En aquel momento la gente
enloqueció y un anciano mirándome con ojos vidriosos me dijo:
-
"Muchacho jamás tuviste que haber subido a esta guagua”. -
De pronto vi un ambiente totalmente
apocalíptico. Mujeres llorando desesperadas, otras entregándose a sus pasiones
sexuales ocultas, manteniendo relaciones con adolescentes y entre si con personas
de su mismo sexo, niños asustados queriendo esconderse, ancianos masturbándose
mientras se reían a carcajadas a la vez que lloraban. Cuando miré al asiento
del conductor vi a Fermín retorciéndose en el suelo sobre un charco de su
propio vomito. Y allí estaba yo, en medio de aquella locura mientras la cabeza
no paraba de reírse. Me estaba sintiendo mal y la vista comenzó a nublárseme.
Pero en un último momento de lucidez vi una cosa que me impacto y me lleno de
pavor. En el destino de ruta de la guagua ya no ponía "Puerto de la Cruz" sino que ponía
"Infierno". Estaba a punto de desmayarme cuando aquella cabeza
comenzó a levitar y acercándose hasta mí me susurro al oído:
-
"Próxima parada la morada de Belcebú”. -
2° Historia.
Protagonista Fermín
(conductor de la guagua).
En
aquella fría y lluviosa mañana llegué como siempre a mi hora habitual a la estación.
Me extraño lo callados y serios que estaban los compañeros de trabajo aquella mañana.
Pero, en fin, pensé que seria la lluvia y en tiempo que los tendría
entumecidos.
Fui
donde estaba aparcada mi guagua para comenzar la jornada. Pero me quedé atónito
al ver que al fondo había una luz rojiza. ¿Estaría algo ardiendo dentro de la
guagua? Pensé que alguien habría tirado alguna colilla y había prendido. Rápidamente
cogí el extintor, pues no quería que se prendiera fuego y ocurriera una catástrofe.
Al llegar al fondo del pasillo no creía lo que vi. ¿Estaba soñando? Allí había
una cabeza fumando un puro. No entendía nada y me disponía a ir a buscar al
supervisor cuando en aquel momento algo me paralizó. La cabeza me miró
fijamente y me dijo:
-
"No hagas tonterías Fermín y empieza a trabajar mientras yo disfruto fumando
este pecado llamado Cohíba”. -
Estaba paralizado, y aunque mantenía mi
conciencia, no pude hacer otra cosa que obedecer. Aquel poder hipnótico se
había adueñado de mí cuerpo. Hice lo que me ordenó y salí de la estación. No
sin antes recoger a un extraño pasajero que parecía tener un carácter impasible
al verme a mí y a la cabeza. Por el trayecto del Puerto hacia La Orotava la guagua se iba
llenando de gente a la que no pude alertar pues mis sentidos no respondían. Y
así llegue a La Orotava,
donde nadie se apeó de la guagua, pero una inmensidad de personas se subió
mientras yo pensaba "más victimas para esta cabeza". Ya me iba a ir
de regreso a mi ruta al Puerto por el Botánico, pero de pronto llego Mauricio
rezagado.
-
"No, no lo hagas. No subas, no sabes dónde te metes”. – Pensé sin poder expresarlo
con gestos o palabras.
Me
saludó amablemente, introdujo su bono en la máquina y le cobré la tarifa. Así
emprendí de nuevo mi ruta hacia el Puerto. Cuando íbamos llegando por la zona
del Botánico algo empezó a pasar en el fondo. Estaba viendo a Mauricio por el
retrovisor que quería bajarse de la guagua y aunque yo estaba intentando abrir
la puerta y que al menos saltara en marcha no podía mover las manos del
volante.
De
pronto un centelleo me cegó. ¿Pero que veía? Una bola de fuego venia directa
hacia la guagua. ¿Y por qué carretera iba? No la conocía. De pronto empecé a
sentir nauseas y ganas de vomitar. Un dolor intenso se apoderaba de mi cuerpo.
Levanté la vista y vi a la cabeza hablando y riéndose. La gente había
enloquecido y yo había perdido el control de la guagua pues estaba ya tirado en
el suelo repugnándome del baño con mi propio vomito. ¿Y que era lo que oía? Una
voz demoníaca me estaba diciendo:
-"Bienvenido
Fermín. Has sido elegido como nuevo conductor de la ruta del Infierno”. –
Esta voz estaba acompañada de un coro infernal de
demonios que cantaban a pleno pulmón “Highway to Hell” del AC/DC.
Aquello
no podía ser. ¿Qué nos pasaba a todos? Empecé a gritar desesperadamente diciendo:
-
"Quiero salir de aquí. No quiero ser el conductor del Infierno. ¡No, no,
noooo!- Mientras mi uniforme de Titsa se quemaba abrasándome la piel y apareciendo
otro que ponía Transporte de almas al Infierno “Taisa”
3° Historia.
Protagonista un
personaje anónimo.
Ya
amanecía. Me había pasado toda la noche haciendo mis cábalas y consultando los
libros. No había ya dudas, aquel era el día esperado durante siglos.
Aquel
era el día en que la cabeza del Diablo vendría a La Tierra para llevarse a un
grupo de elegidos para ser sus sirvientes. Yo hacia años que sabía que estaba
entre ellos y lo había aceptado con resignación.
Me
tomé el último café y salí a la calle. Aquel día la Plaza del Charco parecía la Plaza Roja de Moscú.
Pero ya el frió ni la lluvia me importaban el absoluto, pues a dónde iba a ir
no volvería a pasar frío. Me senté en la estación a esperar la guagua que me
llevaría a La Orotava
y en mi espera solitaria vi que el chofer iba desesperado con un extintor en la
mano, pero yo, ensimismado en mis pensamientos, no le di mayor importancia.
Tras un rato y pasado el percance que había sucedido, y que en aquel momento ignoraba,
la guagua arrancó y me dispuse a subir. Vi al chófer en estado hipnótico.
Fermín creo que se llamaba. Muy buena gente. De pronto me invadió una rara
sensación y empecé a caminar en busca de mi asiento habitual. De pronto la vi.
Allí
estaba esperándome. Era la cabeza del Diablo. Nos cruzamos las miradas, pero sobraban
las palabras pues ambos sabíamos a qué habíamos venido. Poco a poco durante el
trayecto la guagua se llenaba de gente y a todos les veía la misma sensación al
subir. Miedo, curiosidad, sorpresa... Pero ya estaban perdidos. Habían sido
elegidos. La guagua llegó a La
Orotava y aunque nadie se bajó, los asientos libres que
quedaban se llenaron e incluso hubo gente que se quedó de pie. Pero me
sorprendió el último pasajero que se subió. Era un chico joven que me dio la
sensación de que llevaba prisa.
-"
Si supieras dónde te vas a meter”. -
La guagua arrancó en medio de un silencio sepulcral.
Al ir llegando al Botánico una llamarada envolvió la guagua. Era lo irremediable.
Habíamos cruzado hacia la otra dimensión. Por las lunas vi un espectáculo que
ni Dante hubiera imaginado. Cientos, tal vez miles de ángeles caídos envueltos
en llamas y azufre hacían coro al unisonó con guitarras eléctricas interpretando
el famoso “Highway to Hell”.
El
conductor había perdido la conciencia. Incluso un señor que iba a mi lado se
cortó la yugular con una llave de cerradura. Mientras otros se entregaban a una
vorágine de locuras y pasiones demenciales que ya no tenían remedio. Me levanté
tranquilo, miré hacia atrás y vi al joven que se había subido el último en La Orotava. Allí estaba
queriendo escapar al igual que todos aquellos ilusos que no querían enfrentarse
a la realidad que tenían delante. Había llegado la hora y mientras que la
guagua llegaba a su inexorable destino yo ayudando al que podía tranquilizarlo
de su locura me volví hacia la cabeza y sin perder mi dignidad y cordura le
dije:
-
"Aquí están tus siervos Satanás”. –
Fin.
Tres pequeñas historias escritas por un servidor en el año 2007.
© 2007-2019 Francisco García.
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tratamiento informático o cualquier otra forma de cesión del texto sin la
autorización previa y por escrito del titular del Copyright.
Todos
los derechos reservados a favor de © Francisco García.
Primera
edición del texto: Marzo de 2007.
Segunda
edición del texto revisado: Abril de 2019.
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Cabeza demoníaca que bien podría ser la de mis tres micro historias. Imagen obtenida en: https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/devil-head-cigar-demon-satan-halloween-458991076 |