A lo largo de mi vida he conocido
innumerables personas. Unas mejores, otras peores y otras que me turba hasta la
tranquilidad su solo pensamiento. Afortunadamente las buenas personas siempre
han sido mayoría. La vida muchas veces nos cruza con gentes con las que no
tenemos nada en común pero que de cierta manera nos dejan un recuerdo bastante
marcado de respeto y afecto. Una de esas personas fue don Wenceslao, sacerdote
salesiano, que durante un tiempo residió en La Orotava. Por azares de la vida
al enterarme de su fallecimiento escribí el artículo del cual dejo el link más
abajo y publiqué varias imágenes de mis archivos personales.
Anoche consultando el escrito me
vinieron recuerdos sobre la figura de don Wenceslao y vuelve a incidir en mi
mente aquellas palabras que me recomendó de confesarme al menos en tiempo de
Cuaresma. La verdad que sigo sin hacerle mucho caso. Pero bueno, me quedó con
el gran recuerdo y respeto hacia él.
Dios lo tenga en la Gloria eterna
don Wenceslao.