Es el fanfarrón persona de alta estatura (pero de baja moral), tez morena y ojos astutos, que tras gafas de diseño antiguo, le hacen de apariencia benévola. Ufano como pocos es de buen vestir. Siempre sin mancha ni arruga en sus prendas. De carácter tranquilo y educada actitud es a la vez de malas artes y bellacas ideas. Si usted se lo encuentra por la calle le hablará una verdad por cien mentiras, queriendo presumir de lo que no tiene y saber de dónde no conviene. A las personas que logra engañar con sus artimañas, cada día menos, les sonsaca con magistral arte cuál es su trabajo, hacienda y costumbres. No por sana amistad o preocupación, sino por maligna curiosidad, mal endémico ese en la Villa del que afortunadamente las nuevas generaciones se han ido depurando.
Dice que trabaja administrando sus extensas tierras de cultivo, aunque ni propios ni extraños tengan constancia de tal afirmación. Y el que por ello le pregunta obtiene la altanera respuesta de que sus terrenos son vastos y sus ingresos cuantiosos.
El fanfarrón. Como siempre mucho bla, bla, bla. Esta imagen pertenece a un artículo muy interesante sobre esta clase de personas. este es su enlace: https://emocionesenfocadas.wordpress.com/2011/06/18/el-fanfarron/ |
No se le conoce mujer, aunque él se cree todo un dandi, pues debido a su burlesca actitud poca moza se fija en él. Pasa su tiempo conversando, sonsacando y malmetiendo, como parlanchina alcahueta del Medievo en las plazas del Casco. Unas veces como orador y otras como oyente. Eso ya es según la coyuntura y gentío con el que se encuentre. Así de peculiar es el fanfarrón. Admirado por pocos, detestado por muchos, pero no ajeno a nadie.
Pese a su manceba edad ya es de presencia añeja porque más parece un antiguo parlanchín que un moderno joven. Eso sí, hombre de misas de guardar mientras se baña en agua bendita entonando el Mea Culpa. Pero sólo le sirve para el espacio circunscrito sobre suelo sagrado, porque al poner un pie en la calle vuelve a pecar como refinado fariseo.
Y es que tal vez el día que falten personas como él ya no habrá quién nos anime en las soleadas tardes estivales, arrancándonos una carcajada con sus vanidades y oratoria mientras estamos al fresco bajo la arboleda de alguna plaza.
Así es el fanfarrón. Joven de antaño que pese a todos sus defectos sociales y palabrería queremos y aceptamos guardando las distancias y prudencia. No por maligno interés, eso es coto de su territorio intelectual, sino por ser excelso maestro en juglaría.
Quien haya leído esto podrá pensar que hoy he publicado en el blog una especie de insulto velado dirigido a una persona. No. Tiene una explicación.
En el año 2002 me presenté a un relato corto que consistía en describir a un personaje real que fuera de carácter peculiar. Y la verdad yo no sabía de quién podía escribir. En esa época no residía en La Orotava pero un día estaba de visita por estos lares y me encontré con esta persona y con sus sobreactuadas baladronadas y mentiras. Y en aquel momento tuve una visión. Este es el tipo que busco para mi relato. No le dije nada en el momento pues no convenía. Escribí lo leído más arriba y lo presenté. De tal suerte que me llevé el primer premio. Son de esos concursos pequeños donde a los ganadores se les agasaja con un pack de libros, entradas y esas cosas. Nunca me he presentado a un concurso tipo más oficializado porque para mi escribir es algo que solo puedo hacer cuando me viene en gana y me gusta. Yo prefiero imbuirme en la aventura de la lectura.
Pero ahí no acaba la cosa. Cuando vuelvo a estar por aquí fui y se lo dije. Que había ganado el primer premio en un concurso de un relato basado en un personaje real. Y el tipo es tan prepotente y altanero que me pide una copia del relato para el jactarse de que gracias a lo que representa yo gané el primer premio. Ahí ¡con un par!
Fuera ya del contexto puramente anecdotario personajes así, que pululan por todos los pueblos, son gente que no sé si catalogarlos de personajes propios de la sociedad o males endémicos de la misma. A mi nunca me ha gustado esos “predicadores” que van de plaza en plaza. Esa gente maledicente y toxica que te paran por la calle a preguntar cosas que no les van ni les vienen. Simplemente por el mero hecho de molestar. Una de las cosas más feas, estúpidas, repugnantes y desagradables que puede haber según mi opinión, y es muy típico aun en La Orotava, es preguntar eso de “y tu de quién eres”. ¿No ven absurdo en un pueblo de más de cuarenta y dos mil habitantes preguntar tremenda tontería? Yo voy por la calle y no pregunto ni la hora. Conmigo viene a hablar gente que yo tengo constancia de que tienen un problema o les ha pasado algo y si ellos no me lo dicen yo por una cuestión de educación y caballerosidad no voy a sacar el tema. Porque si no me convertiría en un personaje como el hoy relatado. Y protagonistas así considero que degradan un pueblo y una sociedad. Personas que están atentas hasta un alfiler que se le cae al vecino en la calle, pero luego a la hora de la verdad no hablan cuando deben. En tales momentos sale la manida frase de “ahh pues yo no vi nada, no oí nada, no sé nada”. O largan en público una despiadada crítica contra una persona y luego se lavan las manos diciendo “eso dicen por ahí”. Porque tengan clara una cosa. Quien nos viene a criticar de alguien luego se va a criticar de nosotros. El avestruz que corre grandilocuente por todo el pueblo y la ratita presumida que transita el mismo, pero a la hora de a verdad esconde la cabeza bajo tierra o en la madriguera. Y eso es así en todos lados. Todos. Porque ese mal es generalizado.
Este escrito lo tenía pensado de subir hace tiempo y lo busqué en mis archivos. No tengo mucho planing este mes de noviembre para escribir y lo vi bien insertarlo al blog. Obviamente protejo la identidad del personaje y en ningún momento se hace bajo un tono de critica o burla. Y más cuando él mismo se enorgullece de ser así. Ahora tampoco le he dicho nada y a lo mejor hasta se vuelve a alegrar de ello. Y es una pena. Porque a finales del mes de Julio me dijo una cosa y como ya lo conozco de muchísimos años no se lo quise creer y luego resultó que era cierto. De tanto decir que viene el lobo al final ni te lo crees. Pero me ha parecido interesante traerlo al blog porque aparte de la descripción es una critica hacia ciertas actitudes que no es que me hayan pasado recientemente pero que sí las he sufrido con anterioridad. Es esa experiencia compartida por millones de personas en todo el planeta. Ir con esas fantasmadas, charlatanerías, arrogancias y preguntas por la vida no es sino ganarse el asco y odio de las personas. Porque la gente a lo mejor le ríen y le asienten las gracias y por detrás dicen vaya elemento. O “elementas” que en mi opinión son peores.
Prefiero a estos fanfarrones con los que al menos nos reímos un rato y van forjando de anécdotas risibles en la historia de los pueblos.
Si te ha gustado este artículo puedes compartirlo en tus redes sociales y de mensajería. Con ello ayudas a la difusión del mismo y permites que el blog siga creciendo. Si me lees desde el móvil o Tablet activar navegación como web. Gracias.
Recuerda que también puedes seguirme en Instagram, Twitter y YouTube pinchando sobre los iconos: