viernes, 31 de marzo de 2023

Con sus luces y sombras.

 



Llevo toda la semana haciendo referencia a @estoeshistoria tanto en el blog como es mis redes sociales. Hoy va el último vídeo sobre este tema y ya sólo falta mi valoración personal de este evento cultural que será publicada en unos días

Hoy quería traer este fragmento desarrollado entre la entrada al Ayuntamiento y la calle Rodapalla.

Cuando uno descendiente de generaciones que han vivido en la zona antigua de La Orotava hay unos ecos del pasado que se trasmiten en herencia y de la que somos garantes de su conservación. Historias que a lo mejor en otras zonas de la Villa se desconocen, pero que nosotros las hemos recibido.

En la calle Rodapalla un actor interpreta a un borracho que relata la truculenta historia de fray Francisco José de Antequera y fray José de Montemayor el 16 de Marzo de 1672 que acaba en tragedia. Eso ya nos es lejano en el tiempo y pertenece a los intramuros del convento.

Pero concatenándolo luego en la misma calle Antonia Jaster interpreta la historia de a una mendicante que de pronto se rebela y maldice con las siguientes palabras: “… Esa también soy yo… sólo quién conoce mi pasado puede entender mi futuro.”

Dicho para quién no sea de aquí puede parecer una licencia literaria, pero no para un viller@. A lo menos no para personas que nos sentimos unidos a una raíz.

Todo pueblo tiene sus luces y sombras. Afortunadamente más claridad que oscuridad. Pero para entender el desarrollo de las poblaciones y su andar siempre adelante por el imperativo que le exige la historia tiene que asumir y comprender las partes oscuras de su génesis y desarrollo.

Este trozo de la Atlántida, y quién sabe si hasta del Jardín de las Hespérides, no se ha podido substraer a sucesos nefastos de todo tipo. Ecos que reverberan por nuestras calles y fachadas. Eso también es La Orotava y tienes que honrarte de lo bueno, pero también asumir lo malo. Sólo así podremos comprender la Villa y su cosmogonía y raigambre propia.

Felicidades a Jaster Luis Creaciones por esta sensibilidad, que si bien invisible al foráneo, no pasa desapercibida antes los que aquí ya contamos con muchas generaciones.