sábado, 4 de marzo de 2017

Las palmeras de la plaza del Ayuntamiento.

Ya está hecho. Ya se ha consumado. Considero que hoy es un día triste para los villeros. No, no se ha muerto ninguna persona conocida, ningún amigo o ha pasado una catástrofe. Pero hoy ha desaparecido un aspecto iconográfico del Municipio como eran nuestras palmeras, creo que solo se salvó una, en la plaza de nuestro Consistorio.
No quiero meterme en temas de gestión política en el blog. No por miedo, que no les tengo a ningún político de ningún partido e ideología. Pero en mi primera entrada en el blog dije que aquí la política no tenía cabida. Porque eso lo decido yo que soy quien administra y decide el contenido de esta página. Y si hoy tengo que escribir aquí de política será lo más someramente posible. Para buscar responsables no hay que ir a hoy, ayer ni la semana pasada. Hay que retrotraerse desde décadas atrás. Por eso hay que dejar bien claro y hacer hincapié las veces que haga falta de que nadie tiene la culpa y a nadie se le debe culpar por esto porque a saber a dónde se remontan los orígenes de este mal. Muy injusto seria ahora venir a nombrar a nadie. Según dicen en los mentideros villeros las palmeras tenían incrustados clavos de hace cincuenta años, estaban dañadas, mal cuidadas y sobre todo sin unos adecuados tratamientos plaguicidas, fungicidas y procedimiento contra insectos xilófagos. Creo que es de sentido común que si a una persona, como a un ser vivo como es una palmera, se le clava un clavo y no lo sacan y curan la herida, esa persona, al igual que esa palmera, acaba enfermando y gangrenándose o muriendo perdiendo un miembro. Entiéndaseme el símil si se me permite. Simplemente han sido malas actuaciones, no creo que conscientemente pero sí por no exigir más, que a lo largo de décadas han desembocado en esto. Esa es mi opinión como villero. Tal vez todos las matamos y ellas solitas se murieron. Porque hoy perdemos las palmeras. Pero ¿cuánto perdemos también hoy de dinero público por este tema de la tala? Porque alguien va a pagar esto que aquí de gratis y un sábado no se trabaja. Y si alguno quiere expresarme su protesta le recuerdo que en tres semanas nos dejan en el buzón los sobres sorpresas con los impuestos que empiezan a llegar. Que este pueblo no se mantiene del aire. Estoy harto de decir que la administración pública no genera dinero. Lo administra. El dinero viene de la carga impositiva que aporta el pueblo. Que esto sirva de punto de inflexión a que las cosas hay que tenerlas con más cuidado. Sobre todo la botánica en un pueblo como La Orotava que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad. Y seamos sinceros. La mitad de los árboles en los distintos centros urbanos del pueblo o están para talarlos o están para podarlos. Pero por la tijera experta no por la tijera del viento. Y hablando de impuesto no sé qué quejas y preocupaciones hay ahora con el tema de dónde se amarra el toldo. Pues mire el toldo se amarra montando andamios de columnas como se hacen en muchos sitios. Y me saltan como uno el otro día “¿tú sabes lo que le cuesta al Ayuntamiento en dinero montar ese toldo?” Y yo le respondí: “¿Perdón? ¿Qué le cuesta al Ayuntamiento? No seas demagogo y di lo que nos cuesta al pueblo villero. Billetitos que salen de nuestro bolsillo. Busquen, a quién competa, alternativas para el toldo en vez de algunos del pueblo llano… o no tan llano ir llorando por las esquinas. Porque el amarre del toldo intuyo que también ha dañado las palmeras con el paso del tiempo.”
Esto ha sido la parte así más exigente que yo opino de esto. Tengo la sensación de que he sido muy blando, pero yo mismo me autocensuro. Por línea editorial no por línea pavorosa.
Pero luego también está la parte romántica y de sentimiento villero de todo este tema que es la que de verdad quiero y me gustaría expresar si tienen a bien seguir leyendo este humilde texto.
Retrotrayéndonos en el tiempo pocas son las fotos, si es que yo he visto alguna, que esté la plaza sin esas palmeras. Palmeras que fueron plantadas a finales del siglo XIX, principio del XX a más tardar. Esas palmeras han sido como guardianes impertérritos y silentes a lo largo del tiempo en la plaza del Ayuntamiento. Han visto pasar regímenes políticos de todo tipo y tiempos de guerra y paz. Tiempos de hambre y abundancia. Han visto pasar tiempos mejores y peores que el actual.  Testigos de visitas de reyes, príncipes y jefes de Estado. Testigos de hombres y mujeres insignes y gente del pueblo llano. Han presenciado juras de bandera, mítines, fiestas, actos religiosos, civiles y culturales. Han soportado inclemencias meteorológicas y han visto pasar a su sombra varias generaciones de villeros. Pero estos guardianes tampoco han sido ajenos al paso del tiempo. Estos solidos gigantes han dicho hasta aquí hemos llegado. Cronos y la enfermedad han dicho basta. Y es triste porque perdemos una figura iconográfica no solo paisajística sino sentimental. Sé que corro el riesgo de que me tachen de tonto romántico.  Pero si eres villero lo comprenderás. Y perder esto es como perder una parte de nuestras señas de identidad. Pero a la vez soy realista. Ni la más alta y esbelta palmera puede primarse sobre la seguridad y la vida de una persona. Y estas palmeras ya han dado su vida útil. Están enfermas y el tiempo corre en su contra. Hay un peligro de caída y ante esta tesitura creo que se ha tomado la decisión correcta. Decisión dura pero que ya no hay punto de retorno. ¿Imaginen no tomarla y que estas palmeras cayeran en Semana Santa, Corpus o Romería entre otros? Sería una tragedia.
Ahora no sé qué sembraran. Mucha gente dice que de nuevo palmeras. No soy botánico, pero ojalá se pudiera obtener algún esqueje de estas que cortan. Lo que si tengo claro es que para volver a ver unas palmeras así serán los tataranietos de los villeros aun no nacidos o los que en la actualidad son muy pequeños. Hoy somos los últimos villeros que temporalmente en años o en siglos, veremos estas palmeras con esta envergadura y altura. Incluso hemos perdido una imagen clásica de hace unos años hasta hoy cuando en la retrasmisión televisiva del Corpus siempre salía esa imagen ya desaparecida y entrañable de la puesta de sol, un cielo azul y los tonos naranjas impactando en la fachada del Ayuntamiento e imprimiéndose sobre ellos la sombra de las palmeras. Qué bonito espectáculo de luces y sombras.
Quedémonos con los recuerdos. Los videos y las fotos. Y sobre todo con el sentimiento de haber conocido a estos testigos mudos de parte de nuestra historia. Porque como seres vivos integrados en el entorno han sufrido y padecido también por el pueblo. Aunque muchos no lo comprendan hoy La Orotava ha perdido “algo”.
Yo no puedo decir más nada porque ¿qué más añadir? Que me duele pero que sé que es necesario.
Dicha queda mi opinión. Si no le gusta lo siento no tengo otra. Vivo en libertad aguerrida e indomable.
© 2017 Francisco García.
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Marzo de 2017.
© 2017 

Foto: JM.TB
Foto miniatura: ©Paco García 2017

La plaza del Ayuntamiento con sus palmeras. Imagen ya hoy para la historia.