Ya está hecho.
Ya se ha consumado. Considero que hoy es un día triste para los villeros. No,
no se ha muerto ninguna persona conocida, ningún amigo o ha pasado una
catástrofe. Pero hoy ha desaparecido un aspecto iconográfico del Municipio como
eran nuestras palmeras, creo que solo se salvó una, en la plaza de nuestro
Consistorio.
No quiero
meterme en temas de gestión política en el blog. No por miedo, que no les tengo
a ningún político de ningún partido e ideología. Pero en mi primera entrada en
el blog dije que aquí la política no tenía cabida. Porque eso lo decido yo que
soy quien administra y decide el contenido de esta página. Y si hoy tengo que
escribir aquí de política será lo más someramente posible. Para buscar
responsables no hay que ir a hoy, ayer ni la semana pasada. Hay que
retrotraerse desde décadas atrás. Por eso hay que dejar bien claro y hacer
hincapié las veces que haga falta de que nadie tiene la culpa y a nadie se le
debe culpar por esto porque a saber a dónde se remontan los orígenes de este
mal. Muy injusto seria ahora venir a nombrar a nadie. Según dicen en los
mentideros villeros las palmeras tenían incrustados clavos de hace cincuenta
años, estaban dañadas, mal cuidadas y sobre todo sin unos adecuados
tratamientos plaguicidas, fungicidas y procedimiento contra insectos xilófagos.
Creo que es de sentido común que si a una persona, como a un ser vivo como es
una palmera, se le clava un clavo y no lo sacan y curan la herida, esa persona,
al igual que esa palmera, acaba enfermando y gangrenándose o muriendo perdiendo
un miembro. Entiéndaseme el símil si se me permite. Simplemente han sido malas
actuaciones, no creo que conscientemente pero sí por no exigir más, que a lo
largo de décadas han desembocado en esto. Esa es mi opinión como villero. Tal
vez todos las matamos y ellas solitas se murieron. Porque hoy perdemos las
palmeras. Pero ¿cuánto perdemos también hoy de dinero público por este tema de
la tala? Porque alguien va a pagar esto que aquí de gratis y un sábado no se
trabaja. Y si alguno quiere expresarme su protesta le recuerdo que en tres
semanas nos dejan en el buzón los sobres sorpresas con los impuestos que
empiezan a llegar. Que este pueblo no se mantiene del aire. Estoy harto de
decir que la administración pública no genera dinero. Lo administra. El dinero
viene de la carga impositiva que aporta el pueblo. Que esto sirva de punto de inflexión
a que las cosas hay que tenerlas con más cuidado. Sobre todo la botánica en un
pueblo como La Orotava que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad. Y seamos
sinceros. La mitad de los árboles en los distintos centros urbanos del pueblo o
están para talarlos o están para podarlos. Pero por la tijera experta no por la
tijera del viento. Y hablando de impuesto no sé qué quejas y preocupaciones hay
ahora con el tema de dónde se amarra el toldo. Pues mire el toldo se amarra
montando andamios de columnas como se hacen en muchos sitios. Y me saltan como
uno el otro día “¿tú sabes lo que le cuesta al Ayuntamiento en dinero montar
ese toldo?” Y yo le respondí: “¿Perdón? ¿Qué le cuesta al Ayuntamiento? No seas
demagogo y di lo que nos cuesta al pueblo villero. Billetitos que salen de
nuestro bolsillo. Busquen, a quién competa, alternativas para el toldo en vez
de algunos del pueblo llano… o no tan llano ir llorando por las esquinas.
Porque el amarre del toldo intuyo que también ha dañado las palmeras con el
paso del tiempo.”
Esto ha sido la
parte así más exigente que yo opino de esto. Tengo la sensación de que he sido
muy blando, pero yo mismo me autocensuro. Por línea editorial no por línea
pavorosa.
Pero luego
también está la parte romántica y de sentimiento villero de todo este tema que
es la que de verdad quiero y me gustaría expresar si tienen a bien seguir
leyendo este humilde texto.
Retrotrayéndonos
en el tiempo pocas son las fotos, si es que yo he visto alguna, que esté la
plaza sin esas palmeras. Palmeras que fueron plantadas a finales del siglo XIX,
principio del XX a más tardar. Esas palmeras han sido como guardianes impertérritos
y silentes a lo largo del tiempo en la plaza del Ayuntamiento. Han visto pasar regímenes
políticos de todo tipo y tiempos de guerra y paz. Tiempos de hambre y
abundancia. Han visto pasar tiempos mejores y peores que el actual. Testigos de visitas de reyes, príncipes y
jefes de Estado. Testigos de hombres y mujeres insignes y gente del pueblo
llano. Han presenciado juras de bandera, mítines, fiestas, actos religiosos, civiles
y culturales. Han soportado inclemencias meteorológicas y han visto pasar a su
sombra varias generaciones de villeros. Pero estos guardianes tampoco han sido
ajenos al paso del tiempo. Estos solidos gigantes han dicho hasta aquí hemos
llegado. Cronos y la enfermedad han dicho basta. Y es triste porque perdemos
una figura iconográfica no solo paisajística sino sentimental. Sé que corro el
riesgo de que me tachen de tonto romántico.
Pero si eres villero lo comprenderás. Y perder esto es como perder una
parte de nuestras señas de identidad. Pero a la vez soy realista. Ni la más
alta y esbelta palmera puede primarse sobre la seguridad y la vida de una
persona. Y estas palmeras ya han dado su vida útil. Están enfermas y el tiempo
corre en su contra. Hay un peligro de caída y ante esta tesitura creo que se ha
tomado la decisión correcta. Decisión dura pero que ya no hay punto de retorno.
¿Imaginen no tomarla y que estas palmeras cayeran en Semana Santa, Corpus o
Romería entre otros? Sería una tragedia.
Ahora no sé qué
sembraran. Mucha gente dice que de nuevo palmeras. No soy botánico, pero ojalá
se pudiera obtener algún esqueje de estas que cortan. Lo que si tengo claro es
que para volver a ver unas palmeras así serán los tataranietos de los villeros
aun no nacidos o los que en la actualidad son muy pequeños. Hoy somos los
últimos villeros que temporalmente en años o en siglos, veremos estas palmeras
con esta envergadura y altura. Incluso hemos perdido una imagen clásica de hace unos años hasta hoy
cuando en la retrasmisión televisiva del Corpus siempre salía esa imagen ya
desaparecida y entrañable de la puesta de sol, un cielo azul y los tonos
naranjas impactando en la fachada del Ayuntamiento e imprimiéndose sobre ellos
la sombra de las palmeras. Qué bonito espectáculo de luces y sombras.
Quedémonos con
los recuerdos. Los videos y las fotos. Y sobre todo con el sentimiento de haber
conocido a estos testigos mudos de parte de nuestra historia. Porque como seres
vivos integrados en el entorno han sufrido y padecido también por el pueblo. Aunque
muchos no lo comprendan hoy La Orotava ha perdido “algo”.
Yo no puedo
decir más nada porque ¿qué más añadir? Que me duele pero que sé que es
necesario.
Dicha queda mi
opinión. Si no le gusta lo siento no tengo otra. Vivo en libertad aguerrida e
indomable.
© 2017 Francisco García.
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Marzo de 2017.
© 2017
Foto: JM.TB
Foto miniatura: ©Paco García 2017
La plaza del Ayuntamiento con sus palmeras. Imagen ya hoy para la historia. |