Hoy Chicho cumple un año de
fallecido y escribo en el blog lo que el año pasado le escribí en el Facebook.
Un gran villero siempre presente en el recuerdo.
Hoy La Orotava está triste. Hoy
los viller@s estamos tristes. Hoy a partido al Cielo nuestro querido Chicho el
de los Poyos.
Me enteraba esta tarde recién
llegado a casa y por el Facebook de que Chicho ha fallecido a la edad de 68
años. La verdad que la noticia me ha pillado de sorpresa pues como la mayoría
de veces que uno se entera de un fallecimiento siempre coge por sorpresa. Sabía
que Chicho llevaba un tiempo internado en un geriátrico en Santa Úrsula tras la
muerte de su madre Candelaria, otra gran persona muy querida en este pueblo. Y
se me vienen a la mente cientos de recuerdos de Chicho por nuestra querida
Orotava. Siempre con su peculiar forma de ser, su buen humor y sus chascarrillos.
Chicho fue un ejemplo de superación personal en una época en que las personas
con síndrome de Down vivían en una especie de apartamiento de la sociedad o
estaba muy limitados en su vida social. Él en cambio no. Al contrario, siempre
integrado en la vida del pueblo. Siempre en sus fiestas, procesiones y
romerías. O de excursiones parroquiales y con la gente de la tercera edad. Con
esa personalidad propia que hizo que todos los viller@s y villeras lo
quisiéramos como si fuera de la familia. Chicho era Chicho. Nuestro Chicho.
Siempre con su madre
Candelaria en el carrito de los Poyos y en el carrito que también regentaba en
la plaza de San Sebastián al lado del geriátrico muchos años antes de que se
destruyera la “fortaleza” colindante. El famoso “carrito blanco” que luego de
su madre regentó su hermana Mela. Lo recuerdo ver paseando por La Orotava con
su emisora al cinto y su silbato a imitación de la policía. Incluso lo llegué a
ver en algún paso de peatón regulando el tráfico cuando los semáforos eran una
especie de utopía en este pueblo. Siempre con aquel empaque elegante de sus
corbatas y tirantes. Porque él era muy coqueto. O en los partidos de futbol de
la UD Orotava y los de baloncesto con el San Isidro. Porque era los equipos de
su pueblo. Siempre animando como el que más y muchas veces siendo en primero en
llegar y el ultimo en marcharse. Porque si La Orotava pudo tener un amante
perfecto ese fue Chicho. Nunca se cansaba de ella y cada día la quería más.
Cuando ya la edad y las circunstancias lo mermaron un poco y no podía caminar
con tanta ligereza incluso el servicio de guaguas interno de la Villa le
ofreció paseos por los trayectos municipales. Y de nuevo aquel Chicho de
sonrisa contagiosa y bondad infinita sentía la emoción de recorrer en guagua y
en los mejores asientos su querido pueblo.
Por eso hoy tu querido pueblo te
llora Chicho. Porque se nos va un villero de verdad. Una persona querida a más
no poder de esas que pasan por la vida dejando una huella humana difícil de
igualar por su bondad y anécdotas. Ya te habrás reunido con tu querida madre
que tanto hizo por ti y se desvivió en que no te faltase nunca de nada y fueras
feliz. Hoy este pueblo ha perdido un ángel terrenal. Y contigo un trocito más
de la auténtica Orotava desaparece. Espero, y tengo el convencimiento de que no
será así, que tu nombre no lo borre el inexorable paso del tiempo. Y como
tantos villeros y villeras que ya han partido, algún día, al igual que otr@s, tengan
el honor de que tu nombre sea recordado en esta Villa de una forma u otra. Porque
solamente como fuiste en vida mereces eso y mucho más.
Descansa en paz Chicho y que la
Luz eterna y perpetua ya brille para ti en el Cielo junto a tus seres queridos.
© 2016
© 2017 Francisco García.
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Primera edición del texto: Junio
de 2016
Segunda edición del texto: Junio
de 2017
Chicho. Foto: David Mínger |