martes, 25 de agosto de 2020

El tartaguero.

Pasaba hace un tiempo por la calle Araujo y en su barranco, barranquillo para los lugareños, vi unos lustrosos tartagueros a los que hice algunas fotos. Esta planta me trae recuerdos de la niñez cuando aun poblaban extensas superficies de tierra que luego fueron devoradas, como glotón Gargantua, por las moles de hormigón. Aun nos los encontramos en algunas zonas, pero ya no son tan numerosos como antes. 

Tartaguero en el barranco de Araujo en la misma altura
 que la calle con identico nombre.
Foto: © Paco García 2020.


Según el blog http://floradeanaga.blogspot.com/2009/12/flora-introducida-el-tartaguero.html esta es la explicación sobre dicha planta:
El tartaguero (Ricinus communis L.), también conocido como tártago o ricino, perteneciente a la familia Euphorbiaceae, es una planta herbácea de gran tamaño llegando a tener porte arbustivo.
Tiene hojas grandes, de morfología palmeada y hendidas de 5 a 9 lóbulos, de bordes dentados irregularmente. De disposición alterna, poseen un pecíolo largo y de color rojizo.
Flores en inflorescencias grandes y terminales, de flores tanto masculinas como femeninas.
Llamativos son los frutos del tartaguero, pues son cápsulas globosas cubiertas de protuberancias a modo de picos blandos.
Su época de floración abarca prácticamente todo el año.
Originaria del África tropical, se encuentra actualmente extendida por las todas las áreas tropicales del planeta. El tartaguero está presente en todas las islas Canarias donde se le introdujo como ornamental y por su uso medicinal a principios del siglo XIX.
En referencia a su uso medicinal, hay que tener en cuenta que los frutos y hojas del tartaguero son extremadamente tóxicas. De las semillas se extrae el aceite de ricino, que es lo que resulta medicinal…
...la erradicación de esta especie en Canarias se considera imposible y su control en lugares especialmente sensibles, puede llegar a ser muy costoso.

Como relataba más arriba me trae recuerdos de la niñez y adolescencia pues sus frutos los utilizábamos en aquella época como munición para tirachinas y gori-gori. Gori-gori es lo que yo conozco, porque parece que en cada zona le dan nombre distinto, al utensilio formado por el cuello de una botella de plástico con un globo sujeto. Estos eran los juegos de aquella niñez. Sin tanta tecnología como los que poseen los niños de hoy en día. Disparábamos a botellas, latas y demás. Elementos como los frutos del tartaguero o garbanzos crudos eran habituales en nuestros bolsillos junto piedras. Yo creo que el hecho de que no nos pasara ningún percance residía en que había un respeto y una educación con unos limites muy rigurosos.  No como hoy en día que cualquier niñato se pone a disparar con una escopeta de aire comprimido desde un balcón mientras otro le graba la gracia para las redes sociales. Afortunadamente La Orotava no es pueblo de tales fechorías, y que siga siendo así, pero por desgracia de vez en cuando solemos ver en los telediarios estas cosas. El amparo de las deplorables leyes que rigen a este país aún llamado España. Juegos de aquellos años que se mezclaban con el trompo, el boliche, la bicicleta y el balón. Balón de reglamento por su puesto. Faltaría más.  Pasábamos horas y horas de entretenimiento en aquellas innumerables tierras hoy urbanizadas. Éramos felices con muy poco.

Cada vez que veo un tartaguero me acuerdo de aquellos años que ya se van difuminando en el tiempo, aunque intento que el oxido no bloquee las compuertas de lo más recóndito de mi memoria. No obstante con ello caigo en cierto nivel nostálgico. Pero cada uno es hijo de su tiempo y para un niño de hoy en día juegos como estos no representan nada al lado del mundo tecnológico que les ofrece un smartphone o una Tablet. Y sinceramente no se los reprocho porque ellos tienen lo que nosotros hubiéramos soñado y sus hijos tendrán lo que ellos sueñan. A lo menos así debería de ser en el progreso tecnológico de toda sociedad. Así que mejor es dejar los tartagueros quietos y los tirachinas y gori-gori como juguetes del pasado. Es curioso como la simple visión de una planta nos evocan tantos recuerdos.
Saludos. 


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Primera edición del texto: Agosto de 2020.