*Artículo publicado el día 22-11-2021 en este blog. Por un fallo por mi parte al cambiar la interfaz de la página se perdió el mismo volviéndolo a recuperar y publicar de nuevo.
El pasado sábado me fui a los lavaderos de San Francisco para disfrutar del acto organizado por el Colectivo Cultural la Escalera en homenaje y reconocimiento a las lavanderas que durante décadas lavaron prendas propias y ajenas en este lugar u otros. Allí se representó una recreación de aquellos tiempos ya lejanos y como refiero, se homenajearon a varias mujeres que en su momento frecuentaban dicho lugar para tales labores.
No es fácil hacer un escrito, por lo menos para mí, sobre este tema pues yo soy de una generación que no conoció los lavaderos en funcionamiento y en una época que no es la mía. Por eso siempre procuro escribir en el blog vivencias propias. Pero con total rotundidad tengo claro una cosa. Lo que yo viví el sábado es un acto totalmente necesario en estos tiempos, y en cualquiera de ellos, pues se homenajea a una serie de mujeres que por el tiempo trascurrido y los avances tecnológicos ya han quedado como vestigios del pasado. Vestigios humanos que por ley de vida se van yendo y debemos procurar que su legado no se pierda en el velo del olvido.
Aunque parezca que desvarío, para llegar donde hemos llegado, pese a crisis de todo tipo, es gracias a quiénes nos han precedido. Aquí, allá y dónde sea. Desde el tener smartphones, ordenadores y toda una serie de comodidades hasta acabando por esos pantalones vaqueros rotos, que estas mujeres no creo que hubieran lavado al considerarlos, en el pensamiento y decoro de la época, auténticos jirones. Aunque he de reconocer que hay algunos modelos bonitos “rotos” en su justa medida y que a la vez sean los más caros. ¡Ironías de la vida! Pues todo eso querido lector/a que me lees y a lo mejor eres de edad temprana es gracias a todas las generaciones que nos precedieron. Y ya mejor ni contar que se nos rompa la lavadora una semana. Porque nos tumba el lumbago o no lavamos la ropa. Ellas posiblemente iban de lunes a sábado a lavar. Y luego a atender a sus obligaciones domésticas. ¿Se han parado a pensar alguna vez cómo tendrían las manos estas mujeres? Sabañones, estrías y demás lavando ropa. ¿Y el lumbago y cervicales? Oficio duro.
Pero sin estas generaciones no habría nuevas generaciones. Y sin nosotros no puede haber futuras generaciones. Eso que tampoco se olvide. Así de claro y simple. La cadena se rompe siempre por el eslabón más débil. Y el enorme trabajo y sacrificio hecho por estas mujeres las convirtió en eslabones fuertes. Sólidas antes la adversidad en tiempos duros. Porque las que iban a lavar en dicho recinto eran en su mayoría mujeres nacidas en el siglo XIX y principios del XX. Tras finalizar el acto tuve una pequeña charla con algunas de ellas y me dijeron que eran prácticamente de las últimas generaciones que por allí pasaron. Incluso conversé con varias mujeres que participaron en la recreación y ya ellas ni sus ascendientes iban a lavar allí la ropa. Es muy importante ese dato cronológico, pues nos recuerda el valor histórico del mismo.
A título más personal pues con esta publicación retomo nuevamente el blog de una manera más continua frente a la práctica ausencia de nuevos escritos en los últimos meses. Me da mucha alegría y buenas vibraciones empezar relatando anécdotas de un lugar que yo considero con tanto encanto con los Lavaderos. No me cabe duda de que sus muros están impregnados durante décadas de las vivencias de cientos de mujeres que por allí pasaron a ganarse el sustento o por sus propias necesidades domésticas. En el año 2017 ya escribí un artículo sobre dicho lugar. Pueden leerlo pinchando en este link: https://100x100villerosdelaorotava.blogspot.com/2017/08/los-lavaderos-de-la-orotava.html Faltaría el vídeo que un día de estos Tengo que volver a subir al nuevo perfil en YouTube. Pero creo que en dicho escrito plasmo mi idea del lugar y de las lavanderas.
Agradecer una vez más al Colectivo Cultural la Escalera por esta iniciativa tan beneficiosa y de reivindicación memorística. Obviamente si no lo hacen ellos no lo hace nadie. Dos horas en un acto sencillo y humilde pero que me supieron a gloria y felicidad. Es igualmente un acto para reencontrarse con uno mismo como villero y con las aficiones que nos gustan. Como villero porque es para mí un orgullo estas actividades, que por cierto van a seguir a partir de enero de 2022. Pero ya eso mejor lo informan los representantes del CCL. Y segundo porque me reencuentran con la fotografía. Les confieso que no cogía una cámara de fotos desde el 26 de febrero de 2020, día del entierro de Crispín en Carnavales, para ser más exacto con la fecha. Luego vino lo que vino… Las fotos no estoy muy contento cómo quedaron (como lo siento lo digo), la mayoría son para mis archivos, pues no sé que locura hice con las configuraciones de cámara. He perdido ojo fotográfico en este tiempo. Pero pasar me lo pasé genial y nuevamente muy orgulloso de mi pueblo y sus gentes. Y en este caso concreto de sus lavanderas. Para las que están y las que han trascendido sea hoy nuestro homenaje y recuerdo.
Escuchémoslos, mimemos y homenajeemos, como el pasado sábado hizo La Escalera, porque esta es la última gran generación que ha dado este país. Donde otros sólo ven vejez y arrugas yo sólo veo un legado histórico que debemos aceptar, conservar y difundir.
Gracias a todas ellas.
Saludos.
Vídeo de mi autoría tras finalizar el acto. No están todas las personas que debieran haber salido, pero menos es nada.
Link a YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=BHXlm1jCA9Y
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