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| Don José Vega Herrera. Sacerdote paúl. Imagen : © Paco García 2005. |
No soy un hombre de Fe. Por tanto persona que no va a misas, procesiones o cualquier acto eclesiástico o preceptivo. Con el tiempo he perdido todo interés en la religión o más bien decir en la Iglesia como institución. Antaño iba a alguna misa, pero ya ni eso. Una cosa es Cristo y su mensaje y otra la Iglesia.Y déjenme así que estoy muy bien.
Pero lo que sí sé es reconocer a un buen hombre y más cuando rezuma santidad, como es el caso del padre don José Vega Herrera que próximamente se despedirá de la que ha sido su casa durante más de veinte años y por tanto deja La Orotava.
Uno de los lugares de los que yo más he referenciado en este blog ha sido sobre la parroquia de Santo Domingo de Guzmán y en su momento le dediqué un extenso artículo donde quise hacer una breve dicotomía de los sacerdotes que yo había conocido o tenido un trato más directo. Ese artículo pueden leerlo pinchando aquí.
De don José decía lo siguiente:
«…Tienen sacerdotes magníficos como el padre José Vega y don Jesús, capellán de la iglesia de San Francisco de Asís. Dos grandes sacerdotes y de amplio recorrido pastoral y misionero. De homilías sencillas de presbíteros que saben trasmitir muy bien la palabra de Dios y sus valores paules…
…Yo siempre hago la comparativa de que don José tiene unas homilías a lo San Pedro. Sermones sencillos y directos a los feligreses. De mucha bondad y educación exquisita. Como es el sacerdote son sus pláticas…»
Y así lo sigo sosteniendo.
La comunidad parroquial de Santo Domingo de Guzmán pierde a un magnífico y abnegado sacerdote. No de esos curas que de curas tienen poco por sus formas y actitudes. No. Pierde a un hombre que vive en plenitud su vocación. Y más cuando se ha trabajado en el extranjero como misionero y conoce las vicisitudes de otros lugares del planeta en una intensa y fructífera labor parroquial.
Nunca se ha tenido una queja de
su ministerio ni una crítica. Una persona de una sencillez extrema y una
educación exquisita. Siempre con la amabilidad y la sonrisa en los labios y una
voz que en la misa y en cualquier circunstancia siempre trasmite una absoluta
paz. En mis tiempos de asistir a misa, y cuando él la presidia, siempre tenía
la sensación de aquella frase que antaño se decía de “voy a ir a gozar misa”. Porque
sus palabras se ajustan a sus hechos. No hay falsedad ni doble moral. Y eso en
un sacerdote ya tan curtido en la vida y en el ministerio es de agradecer. Él porta corazón paúl.
Esta bendita parroquia de Santo Domingo de Guzmán y la Orden de los Paules siempre se ha caracterizado por sacerdotes magníficos y un lugar sagrado de tanta paz como este no ha podido tener durante las dos últimas décadas mejor garante de la Fe que don José. Porque otra de las cosas en las que siempre he incidido sobre esta parroquia es la enorme paz que se trasmite dentro de sus muros. El estar allí dentro sentado un rato a solas con uno mismo es un camino de introspección espiritual que no tiene precio. Y esas energías telúricas y espirituales, si se pudieran encarnar en una persona, sería sin discusión alguna en don José.
Indudablemente se le echará de menos porque ha sido de esos sacerdotes que dejan huella y que han aportado su esfuerzo y dedicación por un mundo mejor.
En La Orotava ha sembrado mucho y muy bueno y ha recogido gozosos frutos. Y aunque uno esté alejado de la Fe escribo esto con el convencimiento de que curas como don José son el camino a seguir para ganarse la santidad y para vivir en la plenitud del Señor. Ahora los designios de Dios lo llevan hacia tierras de Pamplona donde estoy seguro que dejará su benévola impronta desde el primer momento.
Lo echaré de menos, pues un sólo saludo de él cuando nos cruzamos por la calle me da bastante paz espiritual.
Como posiblemente en estos días no nos volvamos a cruzar, y tal vez nunca más en la vida, le deseo lo mejor en esta nueva singladura que toma en la vida y en La Orotava siempre tendrá su casa y su parroquia. Y muchísimas gracias por en los tiempos que iba a misa haberme sentido gozoso de la misma gracias a su ministerio y a su forma de ser.
De esas personas que las circunstancias y el momento nos cruza la vida y siempre las recordaremos con cariño, afecto y admiración.
Un abrazo.
*Epilogo.
El amigo Desiderio González Palenzuela, siempre tan atento y dispuesto con esa magnifica memoria que le caracteriza me escribe lo siguiente sobre don José:
Un gran sacerdote y una buena persona. Muy buena labor pastoral y espiritual en estos últimos 20 años en la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, doce como párroco. Fue Consiliario de la Asociación de la Medalla Milagrosa y también de la Comunidad de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, siendo encargado de realizar la formación y los ejercicios espirituales de la Comunidad, tanto de las de Canarias y algunas de aquí de la península como es Sevilla, donde se encuentra la Casa Provincial de las Hijas de la Caridad. El resto estuvo de director espiritual de las Hijas de la Caridad en varios países.
En la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, formó un grupo de catequesis de adultos (vida ascendente), el grupo de oración del Santísimo de los Miércoles, así como la reorganización de la Venerable Hermandad del Santo Rosario.
En cuanto al Patrimonio se preocupó bastante, en hacer realidad en algunos cuestiones muy importantes como la megafonía del templo, los retablos del Cristo de las Tribulaciones y de Nuestro Padre Jesús del Despojo, arreglos en el tejado, así como los salones parroquiales que se realizaron en la comunidad de Padres Paules.
Su
próximo destino: una residencia sacerdotal en Pamplona.
Lo vamos a echar mucho de menos. Un fuerte abrazo Don José.
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Primera edición del texto: Junio de 2023.