Hace unos días se viralizó por
redes sociales esta bonita imagen de la calle Viera. Ignoro autor y fecha de
esta fotografía que de seguro tiene más de cien años. En cuanto la vi me dije
que este debía ser mi primer escrito en el año 2025. Y que mejor que en éste Día de la Epifanía (espero que los Reyes Magos les hayan sido propicios).
Afortunadamente aún quedan en el Casco antiguo de La Orotava lugares que permanecen impertérritos en el tiempo. Por donde Cronos ha respetado la genuinidad del entorno como es este tramo de la popular calle Viera. Una calle que siempre se ha singularizado por su tranquilidad y bonitas edificaciones. Tal vez lo único que se le pueda achacar es un excesivo tráfico de vehículos.
La imagen está hecha en la intersección entre Tomás Zerolo y Viera. En la misma vemos a descendiendo a una fémina que posiblemente sea panadera, vendedora de huevos o algún que otro producto a juzgar por la cesta que lleva sobre su cabeza.
Igualmente vemos en la casa al lado de la antigua pensión de Genoveva Hernández a una madre presumiblemente junto a su hijo (¿tal vez sirvientes de la casa?) que posiblemente esperan por tal vendedora. Una estampa típica del costumbrismo de aquellos años.
Me llama igualmente la enredadera tan lozana de la vivienda de al lado y la cruz que a día de hoy sigue allí presente. Esta casa, al igual que algunas más sí que han sido sometidas a acertadas reformas en su interior y algunos elementos de su fachada.
Ya adentrándonos en la misma podemos observar a algún transeúnte y un camión de carga de mercancías. Aún más al fondo elementos arquitectónicos aún existentes y elementos vegetales hoy en día modificados y/o desaparecidos.
Precisamente, como incidí más arriba, el elemento vegetal es algo que me llama gratamente la atención. No sólo la enredadera, sino los maceteros en la ventana de la pensión de Genoveva que debían dar mucho colorido y solera a esta calle.
Como anécdota relato que una persona muy conocedora de la zona me contaba una vez que estas enredaderas, de las que aún podemos observar en forma salvaje en el solar anexo a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, siempre florecían por Semana Santa, indistintamente de la fecha en que se celebraran. Dato curioso este.
Al final esta imagen no es sino un recordatorio de que debemos conservar las zonas antiguas del Casco. Que no pierdan su esencia a través del devenir de los tiempos. La conservación de estos espacios, ya sea con dinero público o privado, es fundamental en todo municipio que se precie de gozar de un conjunto arquitectónico y vegetal como el que tenemos en La Orotava.
El tiempo pasa y la gente se va, como ocurre en esta foto, pero la obra de sus manos y esfuerzos permanece como testigo mudo, y a la vez vocero, del trabajo y engrandecimiento de la Villa de aquellos que nos precedieron.
Nosotros no nos damos cuenta porque no sabemos medir el valor del tiempo (como ninguna generación contemporánea) y no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.
Añeja y bonita imagen.
Saludos.
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