Antes de ello debo recordar que
desde hace un tiempo La Orotava pertenece a la Red Internacional Cittaslow
siendo el primer municipio canario en pertenecer a dicha red donde se premia el
turismo sostenible, calidad de vida, tradiciones, etc.
Así mismo también se suelen
realizar mesas redondas para debatir sobre el turismo, promociones, etc… Todo
eso está muy bien y debe ser así. Pero sería totalmente inicuo, y pagado con
dinero público, si luego a nivel de ciudadanía no calara el mensaje. Que
afortunadamente también cala, en mi caso no me hace falta ninguna mesa redonda,
en una amplia mayoría de las personas que aquí vivimos. Me han sucedido hace
unos meses tres anécdotas con las que quiero concienciar de que para nosotros
es imprescindible que aquellos que nos visiten se lleven un buen agrado del
pueblo. No expongo esto porque yo sea una persona importante o ejemplar en el
pueblo. Sino porque simplemente me sucedió a mí y humildemente lo narro. Tres
historias de turistas que me encuentro por la calle y que humildemente ayudo como
puedo.
En la semana de las fiestas el sábado
de las reses me encuentro con una familia de abuelos, padres y nietos en la
calle Obispo Benítez de Lugo. Me preguntan dónde se celebraba lo de las reses.
Yo les respondí que lo que estaban haciendo era alejarse porque iban en
dirección contraria. Ya saben que ese día por la mañana es medio muerto porque
muchos comercios ni abren y la gente está a su bola con las fiestas. Confieso
que venía caminando desde Alcampo con una sed que me mataba y dije estos se
pierden porque yo les digo vayan por la avenida Mercedes Pinto, pero si no se
encuentran a nadie, cosa que dudo, acaban a saber dónde. Total, que los llevo a
las reses. Al paso de ellos que no era precisamente muy rápido. Me comentaron
que eran de un pueblo de Salamanca. Conversando con el abuelo me contó que él conocía
La Orotava porque había hecho el servicio militar en el antiguo acuartelamiento
de San Agustín. Se asombró del cambio dado por La Orotava a través del tiempo y
mil batallitas más. Yo los llevé hasta las reses me despedí de ellos quedando muy
agradecidos, aunque para mí, y soy sincero, fue una verdadera putada porque no
veía la hora de llegar a mi casa, pero me fui la satisfacción de la buena obra
hecha.
La segunda historia también me
sucede allá por el mes de julio. Iba por la calle Sabino Berthelot cargado con
dos bolsos de libros de una biblioteca privada que se estaba quitando y parte
de ella me la regalaron. Trasladaba un peso considerable porque eran libros de
tapa dura y de cierto grosor. Y se me acercó un matrimonio de cincuenta y
tantos años que iban totalmente extraviados buscando la parada de guaguas.
Ellos la única referencia que tenían es que allí había un Hiperdino pues
llevaban un mapa y me señalaban la estación donde estaba dicho supermercado. Como
iba con destino relativamente cerca de la estación y pensé si ahora les explico
no van entender ni la mitad y es tontería que les diga nada cuando una parte de
trayecto vamos a ir por la misma senda. Pues cargado con las dos bolsas de
libros les dije miren acompáñenme que yo los llevo hasta la misma estación. Me
comentaron que eran de Fuerteventura y que en los días que llevaban en Tenerife
habían quedado fuerte y gratamente sorprendidos tanto de La Laguna como de La
Orotava por todo lo que conforma ambos municipios. Por el trayecto que seguimos
desde Sabino Berthelot hasta la estación yo les fui dando reseñas de por dónde
pasábamos. Paramos delante de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, también en
varias casas en la calle Nicandro González y Borges donde el señor quedó
bastante asombrado de la fachada de la casa García Albarracín, la antigua
morada de don Fernando Fuentes y doña Candelaria Acosta. Colegio Salesianos,
Plaza del Llano, geriátrico de San Sebastián… Total que los dejé en la parada
de guaguas. Repito, yo con los dos bolsos de libros, el día de calor que hacía
y demás. Ellos quedaron profundamente agradecidos me pidieron referencias de
otros puntos del municipio y de la isla y referencias de dónde podían tomar un
refrigerio y comer algo antes de coger la guagua pues se alojaban en Santa Cruz.
Por su puesto uno tiene que hacer patria y yo les iba sonsacando dónde no habían
estado en La Orotava para hacer que volvieran en días sucesivos.
¿Por qué me doy la pateada y
encima cargado con dos bolsos cuando podía haber tirado de vía rápida de unas
breves explicaciones y que siguieran preguntado? Primero porque como he dicho gran
parte del trayecto que yo llevaba era el mismo. Y segundo porque no hay mejor
campaña de cualquier tipo que el boca a boca. Y yo como turista me gustaría
encontrarme allá donde fuera con una persona que no solo me diera una indicación
correcta, sino que me guiara y encima me diera nociones históricas de lo que
estoy viendo. Y luego que me dejara en el lugar que le he preguntado. Esa es la
mejor campaña turística. Comprendo que no todo el mundo puede hacerlo. Yo lo
hice porque en aquel momento no tenía prisa. Por lo tanto, a mí no me cuesta nada
ayudarlos. No voy a ganar nada con ello. De gratis y a secas. Pero si hago esto
y más personas lo mismo eso da buen nombre a la localidad y hace efecto llamada
al turismo. Y a más turistas más se mueve la economía local y sus empresas. Eso
es lo que se llama microeconomía que es la base de un municipio dentro la
macroeconomía nacional. Eso lo sabe hasta un ignorante como servidor.
Y la última historia me ocurre en
octubre. Iba al cementerio y llegando a la puerta del mismo había a unos metros
dos chicas que requieren mi atención para preguntarme dónde se encontraban.
Estas, al igual que la pareja de Fuerteventura, llevaban un mapa. Con este tema
del mapa luego cerraré el escrito. Ellas eran dándole vueltas al mapa por todos
lados, pero se habían quedado bloqueadas porque ni sabían dónde estaban ni
encontraban un lugar para almorzar. Y eso que lejos no les quedaban buenísimos restaurantes
y bares. Las situé en el mapa y les pregunté dónde querían ir o ver en el Casco.
No llevaban rumbo fijo y en base a lo que les respondía fueron marcándolo en el
mapa. Luego las dirigí a un famoso restaurante villero que yo ignoro cómo es
que no lo vieron porque según ellas pasaron por delante dos veces. Total, que
otra vez más, las llevo donde querían. Y vuelta de nuevo a empezar. Eran de
Madrid y yo explicándoles esta es la casa tal, esto es tal, aquello cual… Me
despedí dejándolas en buenas manos culinarias. Y reincido en lo mismo. Si uno
puede ayudar a los turistas hay deberíamos hacerlo.
 |
| De esta guisa me encontré a las dos madrileñas. Mapa en mano pero perdidas en el Casco villero. Imagen: https://www.freepik.es/vector-premium/dibujos-animados-chicas-turistas-diseno-bolsa_4678993.htm |
Dije que cerraría el escrito a colación
de los mapas. Afortunadamente La Orotava tiene sus zonas turísticas muy bien
señalizadas. Desde hace unos meses hay nuevos carteles contando la historia de
edificaciones y lugares emblemáticos y han añadido en las aceras unas chapas
numeradas para ubicarse. También hace poco se ha lanzado una app con
información general del municipio, audioguía en inglés y español con dos rutas.
La ruta azul llamada la “Ruta Secreta” y la ruta verde conocida como “La
Orotava legendaria”. Vendría a ser como dos rutas distintas dentro del mismo Casco,
o eso creo, donde se conoce un poco más su historia. Esto lo estoy escribiendo
un 18 de Octubre en los escritos que preparé para el blog en mi ausencia. Ignoro
si a 5 de Diciembre el tema de las rutas se ha potenciado o mermado. Personalmente
siempre reincido en lo mismo. Hay muchos municipios en España que están
explotando un turismo alternativo de grupos reducidos en horas nocturnas llevándolos
por las rutas misteriosas donde cuentan las leyendas y demás historias de sus Cascos
antiguos. Toledo fue pionera en ello y hoy en día tienen un diamante en
explotación con convenios entre organizadores con la administración pública y
propietarios de casas y palacetes privados. Pero bueno, ya eso a mí no me
compete organizarlo pues para que haya ideas pago mis impuestos. Y me estoy saliendo
del tema que era el de los mapas.
Tanto el matrimonio de Fuerteventura
como las chicas madrileñas llevaban mapas y andaban totalmente perdidos. Pese a
que he dicho que La Orotava está bien señalizada en sus lugares turísticos. Ya
de por sí el matrimonio me había dicho que su desorientación se debía a la orografía
villera de tanta pendiente. Pero cuando las madrileñas les empecé a dar las
referencias y ellas se dieron cuenta de que estaba casi al lado y dando vueltas
en circulo sí me dijeron que era que habían perdido la noción y ubicación
debido a las pendientes, a que se paraban a ver tal cosa, a que se metían en
tal iglesia, tal lugar, tal zaguán de una casa señorial y que se extraviaron
con la suma del cansancio que va haciendo mella. Obviamente lo comprendo. A
nosotros aquí no nos pasa porque estamos acostumbrados a nuestras pinas y a la
vez descendentes calles. Por eso me alegro de que se haya hecho una app para el
móvil que sea complementaria al mapa. Y que esa app, confieso que no la he
probado, dirija al usuario, como las apps de GPS al lugar que busquen. No
quiero decir con esto que están las cosas mal señalizadas. Mentiría. ¿Podrían
estar mejor? Tal vez sí. Repito que ya pago mis impuestos para que otros tengan
ideas. Pero quería cerrar el escrito con la anécdota de los mapas porque han
sido las dos únicas veces que me han dicho que se han extraviado en La Orotava
por tales motivos. Yo lo achaco a la magia villera que envuelve el alma del
visitante queriéndolo retener para la eternidad en nuestro magnifico entorno
haciéndolos flotar en su ingrávida belleza.
Tremendo escrito me solté. Pero
creo que todo lo que sea añadir un granito de arena a la concienciación de que
debemos hacer todo lo posible para que el turista que nos visite se lleve el
mayor y más grato recuerdo. A todas las personas que lean esto y sean de fuera
les invito a que si viajan a Tenerife visiten La Orotava. Pero no unas horas
sino uno o dos días para poder conocerla como merece. No se arrepentirán. Aquí les
esperamos con la mayor alegría y predisposición.
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Primera edición del texto: Diciembre de 2019.