Últimamente se habla en La
Orotava, y con mucha razón, sobre la tradición y cómo mantenerla lo más
puramente posible. Ya saben que cada año por estas fechas escribo mi humilde
opinión sobre correr el cacharro en la Víspera de San Andrés y este año no va a
ser menos de dedicar mis impresiones.
Quiero felicitar un año más al
Colectivo Cultural la Escalera por ser un baluarte en la defensa de nuestras
tradiciones. Tengo claro que si no hubiera sido por ellos/as esta bonita festividad hubiera desaparecido hace tiempo o se hubiera visto reducida casi a
lo extinguible. Bendición perpetua que son para la Villa.
El escrito de hoy se puede extrapolar
a muchas ermitas y capillas repartidas por territorio villero donde hay
personas comprometidas en mantener la esencia y que están siempre ahí dándolo
todo en cualquier festividad. Pero en el escrito de este año quiero centrarlo
en esas personas que hacen una labor silenciosa y discreta pero que de igual manera
hacen posible la Víspera de San Andrés como son los vecinos de los Cuartos que
están a cargo de la ermita donde se venera al Santo.
Yo estuve muchos años por cuestiones
de destino sin poder asistir a correr el cacharro. De eso ya he escrito en
otros artículos. Años anteriores he asistido fotografiando y este año por
cuestiones personales quise correr el cacharro. En este 2019 me era
imprescindible. Por eso fui parco en fotos donde solo hice en tramos muy
puntuales. Este año dio la casualidad de que fui de los primeros que llegamos a
la ermita. Obviamente tenía una vista de lugar casi sin gente y vi que los
vecinos ya nos estaban esperando con todo preparado en el agasajo en forma de
chocolate caliente, tarta, bizcocho y demás con la que se nos honra. Y yo me
dije este año tengo que escribir de esta gente porque hacen una magnífica labor,
pero a la vez discreta. Permítanme pues escribir lo siguiente:
Cada vez que hay una festividad,
desde el majestuoso Corpus hasta la fiesta de barrio más humilde todo eso no
sale adelante por obra y gracia de Dios. Eso es lo que dicen los curas porque
tienen que soltarse el rollito que para eso es su profesión. Toda festividad
sale adelante por obra y gracia de personas que de manera desinteresada y con
mucho esfuerzo y desvelos realizan esta encomiable labor. Muchas noches y
madrugadas trabajando a puerta cerrada para que todo salga bien. Porque estas
personas tienen su vida familiar y laboral y luego echan horas en estos temas.
Y tener una capilla, por muy pequeña que sea, adecentada de una magnifica manera
como está la de San Andrés y tenerlo todo preparado es otro de los pilares
básicos donde se asienta esta tradición.
Foto del año 2018 cuando a la sinfonía metálica se unían las detonaciones pirotécnicas con las que la vecindad nos daba la bienvenida. Foto: ©Paco García 2018. |
Porque no es solo la capilla sino
igualmente engalanar la calle para tal fin. Sería muchísimo más fácil y cómodo
abrir la capilla cuando lleguen la gente del cacharro hacer las correspondientes
fotos de grupo y selfies y adiós muy buenas. Pero no. Llegas arriba y te
esperan con una amabilidad exquisita y con mesas preparadas para avituallar
fuerzas en la obligada parada para venerar y honrar al Santo. Y se es muy consciente
de que vienen un grueso importante de padres/madres y niños a los que se les dan
dulces viandas en su estridente trayecto. Y eso yo lo he de reconocer en este
blog como reconozco la gran labor del Colectivo Cultural la Escalera. No
podemos negar la realidad ni el tributo del encomiable trabajo realizado por
miembros de la vecindad de los Cuartos que en aquel pequeño gran santuario año
tras años nos esperan porque son conscientes de la tradición. Nos atienden de
maravilla y con la perpetua sonrisa en los labios. Y cuando nosotros seguimos nuestra senda de
sonora metalicidad ellos/as quedan allí a recogerlo todo y a seguir velando por su
capilla. Con la felicidad de la obra bien cumplida y el agradecimiento de los
que allí vamos. Porque en dicha noche peregrinos somos y estas personas nos
reciben con la mayor y desinteresada hospitalidad.
Ermita de San Andres. Parada obligatoria en el peregrinaje villero de esa noche. Foto: ©Paco García 2018. |
Detalle a la entrada de la ermita de San Andrés. Retablo de la virgen de Candelaria arropada por las banderas de la Patria grande y la Patria chica. Foto: ©Paco García 2019. |
Sea hoy mi humilde homenaje
escrito para con ellos/as. Que en esa labor discreta, más de logística que de
acción por las calles, son imprescindibles en esta conmemoración y en los actos
que por dicha fecha se celebran en torno a la festividad de San Andrés. No es
mi barrio, pero sí es mi pueblo y hay que reconocer a estas personas que fusionadas
en la cara B de dicha Víspera contribuyen a la grandeza de nuestras tradiciones
villeras. Muchas gracias por ello.
Engalanado con banderas patrias y otros detalles en la calle San Andrés realizado por la vecindad. Imagen del año 2018. Foto: ©Paco García 2018. |
Podría aquí acabar el artículo
pero me niego a no relatar una anécdota personal de las muchas que hubo
y que vivimos bastantes personas.
Al salir de la ermita de San
Andrés me quedé algo rezagado para hacer la foto que acompaña este artículo. Y
como soy un goloso pues pedí un trocito más de tarta que de verdad se lo digo
es espectacular. Me la llegan a dar toda la tarta y prometo que me la llevo y voy dando buena cuenta de ella por el camino. Salí con los últimos y con mis cacharros iba a mi aire. Al
llegar a la Torrita en vez de girar y entrar en la calle León para retornar al Casco
me despisté y me di cuenta por Pescote. Total, que me dije pues ya acabo el
trayecto. De nuevo en la calle San José como siempre los miembros del Colectivo me trataron muy
amablemente invitándome a vino y castañas en su sede y estuvimos un rato charlando. De
resultas que al salir me encuentro con una madre y su hijo. Y tuve
aquí la anécdota más bonita que hubiera podido desear. El niño la verdad que era
un encanto. No sé si fue el mismo que en la Avenida Emilio Luque se le zafó de
la mano la liña del cacharro y yo iba detrás se lo recogí y entregué. Pues
el niño, creo que como mucho tendría 3 añitos, me dice si yo era el que
mandaba allí. Le dije no, yo aquí uno más. Y lo observaba y él tenía una
cara de esa curiosidad y fascinación por todo lo vivido. Carita de Noche de
Reyes. Me dijo la madre que era la primera vez que corría el cacharro. Y claro,
a estas edades tan tempranas va a correr el cacharro, mezclado con tanta gente
de diversas edades, aquella estridencia y el Casco iluminado con las luces de
Navidad tuvo que ser para él una especie de mágico momento
en un mundo de alegría, sonoridad y explosión cromática. Y
todo eso por nuestras históricas calles. una especie de magia. Porque él me preguntaba por
qué íbamos todos juntos y demás. Y yo le intentaba explicar, intentaba por mi
parte porque a veces los niños hacen preguntas tan profundas que uno no sabe
cómo responderlas, que así era la tradición y que era más divertido ir todos
juntos. Le pregunté si ya había ido a una romería, pero me dijo la madre que
no. La verdad que el niño estaba completamente fascinado por lo que vivió.
Luego yo me quedé un momento hablando con otra persona y los vi alejándose
bajando la calle San Juan. No sé si serán de la zona o serán del Casco u otro lugar
de la Villa. Ni siquiera se sus nombres. Si me quedó luego una pena y ahora me
arrepiento como es el hecho de no haberle hecho una foto junto a su madre en
esta primera vez que disfrutaba de esta tradición. Pero la verdad es que ya me
cuesta mucho seguir el recorrido y ese esfuerzo no solo me merma en lo físico
sino también en lo mental y no tengo frescura de idea al momento.
Lo que quiero exponer con esta bonita anécdota es que este niño no es de los jóvenes nacidos a finales del siglo XX. Ni siquiera de los adolescentes del siglo XXI. Este niño es nacido en esta misma década a la que ya le queda menos de un mes para que se extinga. Este niño es un nuevo eslabón que debemos procurar que se suelde de manera solida a la cadena que forma la alianza con la tradición villera. Su madre fue muy consciente de llevarlo. No sé si salieron desde la calle San José, pero si es el mismo niño que yo me crucé en la Avenida hizo gran parte del recorrido. Y esa madre, y padre, ignoro si es de aquí o de otro lugar, que lo eduque siempre en la defensa de nuestras tradiciones. Porque cuando ya por ley de vida otros estemos formando polvo de huesos en el cementerio o cenizas en una urna son a estos adultos, hoy niños y niñas, los que les tocará continuar el legado de sus ancestros. Seguir la correa de trasmisión como heredero legítimo que es de esta tierra y de su idiosincrasia. Y que a su vez él eduque a su descendencia en lo que forma toda nuestra cosmogonía. Como se decía en el Medievo un linaje arraigado a la tierra y a la tradición que deben formar la raigambre que define lo que fuimos, somos y debemos de ser. Y es a ellos, a todos estos adolescentes y niños, los que debemos velar para que no se pierda nuestro rico acervo cultural. Pues ellos/as son el futuro que deben de seguir desbrozando el camino cuando ya nosotros volvamos a fusionarnos con la tierra que nos vio nacer para seguir nuestro camino hacia las moradas cósmicas.
Que jamás se pierda la estridencia del cacharro. Foto: ©Paco García 2019. |
Pese al enorme esfuerzo que tuve
que hacer. Pese a las vicisitudes de que el mínimo cansancio me oprime y de que
incluso me atenaza la idea de no saber si volveré a correr el cacharro, el cruzarme
con este pequeño y su madre, y tener la pequeña pero gran conversación que
tuvimos valió la pena el ingente esfuerzo físico que me supuso correr el
cacharro. No sé si su madre leerá esto o alguien se lo hará llegar pues no la
conozco. Espero que sí. Ni siquiera sé sus nombres. Pero dirigiéndome a ella
que sepas que me encantó el hecho de ver a tu niño con toda aquella curiosidad
e ilusión por nuestras tradiciones y de cruzarme con ustedes para poder relatar
esta anécdota. Ojalá hagas de él, conciencia tienes de ello, buena simiente
como persona y como villero o del lugar que procedan. Aunque aun es pequeño y con
el tiempo estos recuerdos se le irán haciendo más difusos que tenga siempre
conciencia y se le fomente que la noche del 29 de Noviembre de 2019 él emprendió
los mismos pasos por las mismas calles que tal vez, pienso que sí, un día recorrieron
y recorren sus padres, abuelos y ancestros en esta fiesta. Ojalá estos momentos los conserve
siempre en la memoria. Muchísimas gracias por
aquella corta conversación en el tiempo, pero grande en lo espiritual, que me
revitalizó al finalizar la jornada de ver que aún hay rescoldos que harán que
el fuego de la tradición no se apague.
Vídeo de la llegada a la ermita de San Andrés.
Sea este año mi valoración del la
Víspera de San Andrés para todas esas personas de labor silente, pero imprescindible
y para esos padres que conscientes de mantener los que nos define como pueblo
llevan a sus hijos/as a correr el cacharro entre otras muchas festividades a lo
largo del año. Pero no hay festividad que
se mantenga tan pura en La Orotava como esta.
A todos ellos/as como un villero más
solo me corresponde darles las gracias.
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© 2019 Francisco García.
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Primera edición del texto: Diciembre de 2019.