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Pese a las adversidades Antonio no pierde la sonrisa, pues él todo lo hace por amor en defensa de su querida parroquia de Santo Domingo de Guzmán. Imagen: © Paco García 2025. |
8 de Agosto. Fecha señalada en parroquia de Santo Domingo de Guzmán y en la orden Dominica. Y hoy quería hacer una nueva entrada sobre esta parroquia y particularmente a la figura de su sacristán Antonio Báez.
Siempre me dice la gente tú que no eres de iglesia ni del clero bien le dedicas escritos y halagos a tal parroquia.
Sí señor. Yo no soy de iglesia ni clero (aunque siento especial afecto por la orden de los paules porque me parecen gente maravillosa), pero por la parroquia de Santo Domingo de Guzmán siento un inmenso cariño. Algo tiene este recinto sagrado que desprende una energía benefactora.
Pero hoy no quiero ceñirme a la parroquia o la orden de los paules como tal, ya para eso hay publicados otros escritos, sino en Antonio.
Obviamente hoy no es un buen día para él. Hoy hace dos años que falleció Chicha. En aquella fecha tan llena de simbolismo en la que trascendió y donde por lo menos yo saco en claro que todo tiene su razón de ser y Chicha no se podía ir en otro momento del año. Porque traspasó los umbrales hacia el Cielo de la mano del santo dominico. Se la echa mucho, muchísimo de menos.
A Chicha, al igual que Antonio, los conozco desde niño. Desde aquellos lejanos años en los Salesianos y la cantina de la piscina. Aquellos recreos donde íbamos a comprar o a pedir las raquetas para la mesa de pimpón.
Pero también de verlos al frente de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán en su faceta de sacristán, donde es toda una institución en La Orotava. No siempre esta iglesia a vivido buenos tiempos. Es una parroquia relativamente joven y consiguió dicho estatus tras largos años de reformas en el templo y administrativas en el obispado. Pero siempre Antonio como fiel guardián de la misma, para que todo estuviera bien y en orden. De esos desvelos hoy estos abundantes y buenos frutos
Esta foto de mi autoría que hoy publico se me ha quedado en la retina con especial cariño.
Yo no sé si era porque hacia algunos años que no iba a ver las Alfombras de esta parroquia, pero el ver a Antonio aquel día me conmovió bastante.
Yo iba bajando por la calle del agua. Tranquilo y en silencio fotografiando las alfombras, como digo muchos años que no hacía esto, y sorteando algún cubo o saco de arena en las aceras. Hasta que llegué frente a la casa de Antonio. Lo vi de lejos junto a su familia. Ensimismado en “su” alfombra. No lo quise molestar, porque sé que él estaba metido de lleno en ello como la persona bregada y responsable que siempre es. Lo fotografié y no se parcató hasta que se delata mi presencia.
Me brindó una sincera sonrisa y posó para otra foto. Y ahí me di cuenta de dos cosas. Por eso este escrito fue idealizado aquel día y que tenía que ser publicado en el día de hoy.
Una es que gracias a personas como Antonio la tradición se forja y se mantiene a través de generaciones en la vida de las parroquias y los pueblos.
Dos que tristemente algunas buenas personas no son eternas y que debemos valorar, aún más si cabe, el legado que nos dejan. Chicha estará muy orgullosa en el Paraíso, de Antonio y la familia que formaron. Porque lo dieron todo y han recibido todo el cariño de quienes les conocemos. Y eso no siempre es fácil ,y menos ejerciendo la sacristía de una de las parroquias grandes de La Orotava.
El cariño que se le dispensa a Antonio y a Chicha no siempre se ve en otros lugares. La responsabilidad que carga Antonio, pudiendo estar tranquilamente gozando de su jubilación, es porque nace del amor a lo que hace. Y cuando las cosas se hacen por pasión eso se nota. Trasciende más allá de lo mero de la festividad, de la Alfombra o de la la eucaristía. Eso es una filosofía de vida. Una especie de sacerdocio laico de amor y entrega a Dios. Porque si hay alguien que haya cargado la Cruz de esta parroquia, al igual que el Nazareno, este sin lugar a dudas es Antonio. En cada día y en cada hora del año.
Porque La Orotava, por su particular idiosincrasia religiosa, sus parroquias mayores tienen una fuerte vida cargadas de fechas señaladas como Semana Santa, Corpus, Navidad, Epifanía… Más esas festividades particulares. Con esa particularidad tan propia que tiene esta parroquia de hacer las cosas con humildad y sencillez, pero siempre tan llenas de ilusión, devoción y dignidad.
Creo que no descubro nada nuevo con este escrito, pero este blog, que tanto ha escrito del lugar, tenía una deuda histórica de un artículo dedicado a su sacristán. Con siete décadas de presencia ininterrumpida que con amor y humildad, y al unísono con los paules, han hecho de esta iglesia uno de los lugares más bonitos y espirituales que tiene la Villa. Porque en el orden y el silencio que habita entre sus, y que le da un toque hasta místico, ha sido también fruto del buen hacer de Antonio.
No me cabe duda que hoy, pese a que para él no es un día fácil, es una jornada de gozo, alegría e ilusión por un nuevo día de Santo Domingo de Guzmán y porque Chicha, aunque en un nivel ya trascendental, lo sigue acompañando como sacristana, y lo que es más importante: como compañera de vida pues ellos eran tal para cual. La unión sólida y perfecta. Ambos hoy, en lo tangible e intangible, transitan su querida parroquia. Porque la han cuidado y desvivido por ella como una hija más.
Feliz día de Santo Domingo de Guzmán. Felicidades para esta parroquia, para la orden Dominica, igualmente para los Paules, y mi reconocimiento a Antonio Báez por tantos años de abnegado servicio a un lugar que es algo más que un templo religioso.
Gracias Antonio. Y por supuesto gracias Chicha.
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