Un Pueblo para su Gente y una Gente para su Pueblo. La Villa de La Orotava es más que un sentimiento. Blog siempre en aguerrida libertad.

jueves, 29 de junio de 2017

Pedro Trujillo Bello “Perico Culogoma”.

Hoy traigo al blog a uno de esos personajes villeros que ya se pierden en la implacable estela del paso del tiempo. Algunos aun lo recordarán, otros lo conocerán vagamente de oídas y los más jóvenes de pueblo supongo que ni sabrán a quién me refiero. Cosa por otro lado normal en un pueblo que parece que tan desmemoriado anda de sus personajes populares de antaño. Curiosamente hoy voy a hablar de un villero que no era villero pero que La Orotava lo acogió. Aunque esto muy matizado como se comprenderá si gustan de seguir leyendo este escrito.
La verdad que la vida de Pedro no fue fácil. Al contrario, por desgracia es uno de los personajes de mayor marginación y humillados que ha dado la historia villera. Procedía del barrio de la Corujera en el vecino municipio de Santa Úrsula. Huérfano a los 3 años de madre, se llamaba Carmen Bello y murió atropellada por un tranvía en el municipio de Tacoronte. Y de nuevo huérfano de padre, Julián Bello, en la adolescencia a los 16años. Ejerció de trapero como su padre, profesión que a medida que pasaban los años fue desapareciendo por roles económicos y sociales. Tal vez con esta crisis económica que nos azota hoy en día lo más cercano sería chatarrero o buscadores de cobre. Tenía hermanos y familia en su lugar de nacimiento, pero por las vicisitudes de la vida, tema que ni voy a entrar ni a valorar pues lo considero de privacidad familiar y no es de mi incumbencia, hicieron que Pedro acabará en La Orotava vagando y durmiendo por varios lugares del municipio antes de acabar refugiándose en el asilo de la Santísima Trinidad hasta su fallecimiento.
Trabajó, al igual que hoy en día, “en lo que salía”. Desde como he dicho trapero, o haciendo recados, vendiendo el periódico de La Tarde, etc. Exiguos ingresos que para poco podían alcanzarle. Siempre con el plus de un vaso de vino y un cigarro con el que lo obsequiaba algún alma buena. Más bien vivió de la limosna y de la solidaridad de la gente.
Lo recuerdo con muchas lagunas pues han pasado los años y los recuerdos son borrosos. Ni siquiera nunca he podido averiguar de dónde le venía aquello de “Culogoma” y si era mote que traía de su pueblo o se lo dieron en la Villa. Yo era muy joven y él ya era una persona de edad, aunque aparentaba mucho más por las dificultades de la vida. Tengo la imagen mental de un hombre huraño, de mirada siempre en alerta y con alguna tara física. De ropas viejas y remendadas que parecía hinchado lo que le daba un aspecto estrafalario. A lo que se unía a la moda de la época de utilizar sombrero, lo que le daba un aspecto aún más caricaturesco. Lo de las ropas “hinchadas” tenía su explicación porque siempre iba cargado con piedras. Eternamente ha existido gente buena, en su mayoría, y una pequeña porción, pero muy ruidosa, de gente mala. Y había gente que se reía y burlaba de él llamándolo “culogoma”. A lo que Pedro respondía a pedradas, previamente de haber escupido su munición, mientras soltaba por la boca una hartada de improperios. Recuerdo verlo transitar por la plaza del Llano y enseguida empezaban los mismos de siempre “¡que viene Culogoma, que viene Culogoma!” Y se iniciaba aquel ritual de burlas, insultos y piedras volando por los aires. Algunas veces eran simples ruindades de chiquillos. Otras veces, esas eran las más penosas, era ya gente adulta que teniendo conciencia de lo que hacían lo insultaban por pura maldad. Vamos lo de siempre. Los que van por la vida creyéndose todos unos personajes y triunfadores pero no son ejemplo de nada.
Cuando lo veía de lejos, admito que nunca hablé con él, y si lo hice no lo recuerdo, con aquellos bultos en su americana y nunca lo insulté, ni me burlé de él. Al contrario, en mi joven mente me daba lastima ver a una persona así y no podía explicarme el por qué de su situación. A mi casa a veces traía algún recado o el periódico y recuerdo que siempre se le daba algún bocadillo o algo de comer.
Indudablemente hoy existe mucha gente así pero que están insertados en la sociedad de tapadillo a base de ayudas sociales, Caritas, ONG y un largo etc. Al igual que sigue existiendo la gente mala y burlones. La sociedad puede avanzar en derechos civiles y sociales, según interese al poder claro está, pero hay dramas personales y sociales que son perennes en el tiempo. Tal vez a Pedro le faltó quién le diera la oportunidad y la honra. Cierto que por su actitud no fuera fácil porque era una persona tan quemada a insultos y humillaciones que lo hizo no confiar en nadie. Muy huraño. Y razón no le faltaba para ello. Cuando creé este blog unos de los personajes que me dije que traería era a Pedro. Una persona que sin ser de aquí quedó en la historia de las clases populares de La Orotava al igual que muchos otros.
¿Y por qué lo he traído precisamente hoy? Pues porque hoy 29 de Junio, Pedro hubiera cumplido 100 años. Y en su centenario quiero reivindicar su figura y una vez más quiero demandar la memoria de toda esta gente que fue parte de la historia del siglo XX de La Orotava. Murió en el año 1982 a los 65 años de edad en el mismo Hospital en el que residió. Falleció en la pobreza con la que vivió y ni siquiera sé si está enterrado en algún nicho del cementerio o en la fosa común. Por lógica creo que su cuerpo fue enterrado en La Orotava.
No comprendo como toda esta gente no tiene su recuerdo en las calles villeras en la forma que sea. ¿Será porque no interesa al establishment? Pregunto, no afirmo porque no lo sé. Aquí como somos libres supervivientes de la aguerrida libertad no se me caen los anillos de recordar a Pedro Trujillo Bello “Perico Culogoma”.
Puede ser que este escrito sea muy criticado por la razón de que son esas historias de pueblo donde hay humillación y vergüenza hacia una persona. Pero descuiden que eso pasa en todos los sitios y La Orotava no es una excepción. Todo pueblo tiene sus crónicas de luz y sus crónicas de sombras. Y yo escribo y vivo en aguerrida libertad como para que ahora vaya a omitir la memoria de Pedro por el qué dirán los puristas.
Sea hoy mi recuerdo para él y para tantos otros/as en igual situación que caminaron por nuestra calles haciendo historia. Siempre con mi máximo respeto para ellos y no haciendo juicios de valores de por qué tuvieron que vivir situaciones así. Simplemente con el recuerdo emocionado hacia estas personas y con el anhelo de rescatar su memoria de este injusto olvido.

© 2017 Francisco García.
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Primera edición del texto: Junio de 2017.


*Apéndice:
Tengo que ser muy justo y decir que para escribir esto hace meses tuve que investigar un poco pues mi memoria era muy joven de mis recuerdos de Pedro. Gracias a que encontré una publicación titulada “El Marginado” de Domingo E. Méndez (también va aquí publicada) del año 1979 en la que pude recopilar valiosa información.
Me parecía una falta de respeto omitir este hecho pues al igual que yo creo contenido y sé el esfuerzo que ello conlleva me gusta de igual manera reconocer el trabajo y publicaciones ajenas que encima son de gran calidad. Porque sobre Pedro hay muchas lagunas en su vida pero gracias a trabajos como este que encontré se puede ir arrojando un poco de luz. No conozco a su autor pero si lee esto darle mi mayor agradecimiento de que en su momento y con Pedro en vida realizara este magnífico trabajo. Ignoro si está sujeto a Copyright. Si es así que su autor o responsables contacten conmigo por medio del blog y procederé, como no puede ser de otra manera, a retirarlo de la publicación. Yo valoro y ante todo respeto lo ajeno. Pero era de ley recordar también este magnífico artículo.
De igual manera felicito al villero David Mínger que en su momento vía redes sociales facilitó fotos de Pedro pues yo no poseía, ni poseo, porque son de esa persona no mía. Una vez más agradecer a los que hacen posible que bloggers como yo podamos enriquecer nuestras publicaciones con el siempre imprescindible material fotográfico.


Pedro Trujillo Bello "Perico Culogoma".
Foto: Autor desconocido (aunque podría ser de David Mínger).





Publicación de "El Marginado" (1979). Autor Domingo E. Méndez.