A Jalico lo conocí de toda la vida, pues él paraba mucho en mi casa. De esos personajes de unas dimensiones humanas que engrandecen no sólo a su propia persona, sino a un pueblo entero.
No tuvo una vida fácil, eso lo sabemos todos. Podía haber sido un personaje más del libro “Los santos inocentes” de Miguel Delibes. Tuvo una vida dura como jornalero agrícola. Una existencia de algunas carencias económicas y vicisitudes varias. Pero jamás fue persona que perdiera la fuerza, el optimismo y las ganas de vivir.
Jalico era un hombre de honor. Y como tal valía su palabra. Si él decía a tal hora y lugar aquí estoy es porque estaba. Indistintamente que tuviera que caminar bajo un tórrido sol o un temporal de agua. La palabra valía más que la sangre. ¿Saben el por qué de esa filosofía? Porque era muy consciente que el valor y el engrandecimiento de la Patria villera empezaba por el valor de sus gentes y la ayuda mutua.
Tan pronto se le veía repartiendo carteles, vendiendo rifas, haciendo mandados, acompañando a tal o cual persona, equipo o grupo a dónde hiciera falta, etc. Ahí echó muchas horas y dedicación sin esperar nada a cambio. Sólo su espíritu altruista que lo mantenía en esa primera línea de compromiso allí dónde diera su palabra.
Ángel era un patriota de La Orotava. Pero no de esos patriotas de boquilla o de presumir donde todo el mundo lo ve y buscando la foto, el aplauso o la palmadita en la espalda. Ángel era del día a día y en silencio y humildad. La ostentación no iba con él y él igualmente la rechazaba.
Hombre profundamente religioso. Perteneciente a varias hermandades de la Villa, hermandades del Columna y el Huerto, si mal no recuerdo, y de misa los domingos y días de guardar. Tenía mucha Fe por la virgen bajo su advocación de María Auxiliadora, el Carmen y de la Caridad. Incluso fue cargador de las Andas del Corpus.
Así mismo le gustaba acompañar en duelos y entierros. Era de esos hombres de antaño que decían “hay que acompañar para ser acompañado”.
Un caballero que no se inmiscuía en vidas ajenas. ¡Ya bastante tenía con la suya! Jamás una crítica o mala palabra hacia alguien. Salvo a los árbitros en algún lance futbolístico durante el partido que una vez tocado el pitido final todo quedaba en la grada de los Cuartos y en las del San Isidro (baloncesto) y el Florida (lucha canaria). Amaba el deporte. Sobre todo, su querida U.D. Orotava, el C.B. San Isidro y el Florida C.L.
Jalico fue un verdadero copo y el jugador número 12 desde la grada, pero proyectado al terreno de juego. Un gran baloncestista en la cancha y todo un bregador en el terrero. Todos los que siguen este deporte y a estos clubes villeros lo podrán explicar mejor que yo.
En mi casa transitaba mucho, él era muy afecto de mis abuelos y viceversa, y siempre estaba presto y dispuesto para lo que hiciera falta. Lo recuerdo dejando los boletos de la Quiniela. Generalmente llevaba mucha prisa y metía los boletos por debajo de la puerta, daba un toque y gritaba ¡los boletos! Siempre deprisa y vestido de aquella forma desordenada con su gorra y fumando su eterno cigarrillo.
De vez en cuando paraba y tomaba un refrigerio o un bocadillo que gustaba mucho. He de confesar que Jalisco era un hombre bastante tímido. Le costaba a veces el ofrecimiento. No por mala educación o desprecio, sino porque tenía una educación tan profunda y de tal respeto al prójimo que él creía que podía causar alguna molestia. Por lo menos en mi casa molestia nunca tuvo. Al contrario, siempre alegres de recibirlo y convidarlo a unos vinos, bocadillos o algo de picar. Le costaba ese vasito de vino varios ruegos y luego decía “bueno por no hacer el feo y mojar el pico…” con aquella risa entre socarrona y tímida.
Y ya cuando tomaba confianza y bajaba aquellos escudos con los que a veces se fortificaba, uno descubría a un Jalisco de una humanidad encomiable. Un hombre de una gran conversación. Sencilla, bizarra, pero de llamar a las cosas por su nombre y con la verdad por delante. No tenía estudios, pero sí una cátedra en la universidad de la vida. De esas manos callosas, de esa espalda rengada por el peso del duro trabajo, ese cuello curtido por el sol y la frente marchita por el sudor derramado, pero una mente clara y corazón bondadoso. ¡Eso era el gran Jalisco!
El hombre para todos y por todos, aunque algunas veces todos le fallaran. No fueron fáciles sus últimos años y luego su internamiento en el hospital de la Santísima Trinidad.
Falleció en junio de 2003. Podía haber publicado en tales fechas este escrito, pero prefiero hacerlo ahora que el tiempo y las circunstancias aún me lo permiten. Pero no quiero cerrar este escrito sin volver a tocar nuevamente la variante deportiva de Jalico, sobre todo en la U.D. Orotava. El nueve de este presente mes los copos han celebrado su primera centuria y creo que es momento de publicar esto.
Como he referido Jalico era un hombre tímido y a veces esa timidez desembocaba en ser cabezota. Bien es cierto que mucha gente pudo ayudarlo y unas veces por mirar para otro lado y otras por su propia cabezonería no se dejó ayudar. Más cuando vivía en aquel pequeño habitáculo y en aquellas tierras que había trabajado toda su vida y que paulatinamente desaparecían ante el imparable y agresivo avance urbanístico.
Tanto que hizo por muchísima gente y no se movió cielo y tierra para darle una vivienda adecuada. Yo pienso que a fin de cuentas tal vez él era feliz con tan poco, pero que lo sentía como suyo. No lo sé… A casi veinte años de su fallecimiento a muchos nos queda el agrio sabor de que no se le ayudó cómo debiera.
Hace tiempo una persona vinculada al futbol villero escribía en su Facebook lo siguiente:
«…Recuerdo dos cosas muy importantes que ocurrieron tras su muerte: la primera fue, cuando estuvimos en su llamada “casa”, en la zona del Carmenaty y le pedimos permiso al encargado de la empresa que iba a derribar la casa (cuatro bloques), que nos dejara entrar a recoger sus recuerdos. Entramos y nos llevamos la placa de homenaje que le había hecho la U.D. Orotava, otra que le había dado el C.B. San Isidro, un recuerdo de la Lucha Canaria, la Medalla de María Auxiliadora y la Medalla del Señor de la Columna. Todos estos recuerdos, los pusimos en exposición en un rincón de la vitrina de trofeos de la U.D. Orotava y allí deben aún de estar.
La segunda fue cuando fuimos al cementerio a enterrar su cuerpo y nuestro gran amigo y villero que fue, Francisco Sánchez, arrancó con un "riqui raca", que todos los presentes le cantamos a Jalico, en su despedida.... ¡Sin duda el más grande riqui raca que cantamos junto a él! ...»
Estas palabras quedaron en mi grabadas y por eso en su momento las copié. No sé por qué motivo me embarga una terrible pena escribiendo este artículo.
Recuerdo cuando Jalico falleció y el día de su entierro. Dicen que La Orotava sólo se mezclan sus capas sociales el día de la Romería. Aquella fúnebre jornada, precisamente casi a las puertas de la Romería, fue una excepción y allí se mezcló La Orotava en pleno para despedir a Ángel en el más sentido de los dolores.
Porque, y repito e incido nuevamente, Ángel González García “Jalico” fue un gran villero y patriota contado entre los mejores. Para el La Orotava y sus gentes era devoción. Fidelidad que mantuvo desde la cuna hasta la tumba.
Recuerdo que vine expresamente a La Orotava a su sepelio, pues como villero había que presentar mis respetos y rendir honor a Ángel. Como él no dará esta Villa uno que lo iguale ni en mil años. Pocos funerales he visto así y tan sentidos.
¿Qué inspiración seria precisa para poder dignificar la figura de Ángel con mis paupérrimas palabras? Sólo quedan ya los recuerdos… y permítanme expresarles que también la preocupación.
Preocupación que no es otra que el tiempo va pasando para todos y los que conocimos a Ángel ya vamos igualmente sumando años. Este escrito lo he titulado “Jalico, eterno en nuestro recuerdo”. Y es eso. Eterno en el recuerdo de quienes lo conocimos y tratamos. Pero temo que su recuerdo y dimensión humana se pierda a través del inexorable paso del tiempo. Por eso siempre digo que a cada nombre de plaza o calle, cada estatua, busto o lo qué sea, debe ir acompañado de un código QR para que las nuevas generaciones no pierdan ese nexo con los que les precedieron. No esperen que los encuentre en los archivos, bibliotecas o legajos. Si lo encuentran serán en la Red.
Este blog tenía una deuda historia con Ángel. Con realizar un escrito y aportar este humilde, casi inexistente granito de arena con mi aporte personal. No se si bien o mal, ya eso queda al escrutinio del lector.
Yo he relatado mi visión personal de Ángel. Cada persona, en base al trato que tuviera con él, tendrá su propia opinión. Pero ha sido un escrito lleno de añoranza y sintiendo un vacío enorme porque necesitamos a gente como el gran Jalico. ¡De esos patriotas villeros nunca nos sobran!
Dios tenga en la gloria a Ángel González García “Jalisco”.
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Primera edición del texto: Marzo
de 2023.
Imagen: © Ángel Arzola. Foto propiedad familia Arzola.