Un Pueblo para su Gente y una Gente para su Pueblo. La Villa de La Orotava es más que un sentimiento. Blog siempre en aguerrida libertad.

jueves, 15 de agosto de 2024

Juan del Castillo y León. El último caballero decimonónico de La Orotava.

Imagen de Juan del Castillo y León (1943-2024) de su propia autoría. Esta imagen acompaña uno de los artículos del libro "Lo que han dicho de ti" en referencia a un escrito de este gran villero sobre nuestras fiestas. Artículo que ya traeré al blog en el tiempo que corresponda.
 


La entrada de hoy en el blog puede considerarse un apéndice del que le dediqué a Juan del Castillo el día de su fallecimiento. Se me quedaron algunas cosas en el tintero, pues ustedes comprenderán que cuando me enteró de un fallecimiento realizo entradas al blog que se escriben sobre la marcha. Y escribir sobre la marcha no es buena compañera de la palabra escrita.

Primeramente quiero desde esta humilde página felicitar a un gigante del periodismo como es el portuense Andrés Chávez, que tanto en el Diario de Avisos, como en su página de El Burgado, realizó dos magníficos escritos (pinchar sobre los mismos para leerlos) sobre Juan del Castillo que a mí me han parecido maravillosos. Escritos llenos de respeto y admiración a la vez que sinceros con los temas de salud que luchaban contra este insigne villero. Pues todos en el Casco sabíamos e intuíamos de tales males y de las guerras silenciosas que libraba. Camino que él quiso transitar sólo y siempre se respetó su opinión, pese a la aflicción de sus amistades.

Intentando desvelar su psique yo creo que se aburrió de todo. Y nos es para menos, pues muchos, yo incluido, estamos muy aburridos de toda esta ignominia de sociedad que nos rodea. Tal vez ya no sean tiempos para hombres de nuestro tiempo. Y en esa decisión que tomó de retirarse de la vida pública, por las razones que sólo él sabría, yo la comprendo perfectamente. Es más, confieso que si pudiera yo haría lo mismo. Porque ni ganas da de pisar la calle en esta pandemia social que afecta a todo el planeta y en especial a Europa. Ya no conozco mi pueblo.

Andrés Chávez, con muchísimo respeto y cariño, ha puesto el acento en este tipo de cuadros depresivos que en mayor o menor medida nos están afectando a muchas personas en esa enfermedad invisible y silenciosa, pero que está haciendo estragos en la sociedad de este maldito siglo XXI.

Pero yo, pobre diablo frente a Juan del Castillo, quiero dar mi opinión sobre este villero al que conocía de vista, pero con el que nunca traté, pese a leerme gran parte de sus libros, artículos y conocer su obra. Sinceramente me hubiera gustado tener con él una amistad y haber debatido infinidad de temas, pues era una fuente que manaba el agua más prístina del conocimiento. Y ya no digamos el que hubiera tenido a bien mostrarme su biblioteca a un bibliófilo como yo. Tan cerca y a la vez tan lejos…

Hombre culto y refinado, y con una pluma para escribir que hicieron que La Orotava tuviera su propio Mariano José de Larra. Y no es baladí esta comparación, pues entre el madrileño y el villero había muchos paralelismos.  Por eso, y vuelvo a coincidir con Andrés Chávez, era un escritor con aire decimonónico. Pues su cultura, pensamiento y forma de vida, caballerosidad y prosa derivaba de sus lecturas.

Ahí están sus libros, pregones, artículos y demás escritos como avalistas incólumes de su talento.

Pero también era un hombre que encarnaba las grandes virtudes de los hidalgos y gentilhombres ilustrados de La Orotava. En él no había espacio para lo soez, ordinario ni lo estrambótico. Ni en él ni en su morada, posiblemente otro de los templos, van quedando pocos, de la cultura villera. Casas donde aún se respiran esos ambientes entre el Renacimiento y la Ilustración y que tanto bien hacen por la cultura de los pueblos. Juan del Castillo encarnaba intelectualmente las fuerzas vivas de La Orotava. De esos últimos baluartes que nos resistimos a que nuestro municipio caiga en la molicie.

Igual pulcritud y valores mantuvo siempre como alto funcionario del Estado donde dejó una gran huella por su buen hacer allá dónde ejerció profesionalmente.

Pero entre él y yo no existe comparación. Lo era todo, yo un mindundi. Teníamos dos pensamientos distintos del Municipio, pero un mismo fin. Y en esa senda que recorrían dos antagonistas con un mismo fin existirían tramos de principios de acuerdos, otros de discrepancias y distintas visiones. Pero como he dicho la vida no me dio la oportunidad de granjearme una amistad con él, pese a que su madre doña Peregrina era de mucho trato con mi casa.

Yo siento que La Orotava se queda huérfana de uno de sus mejores vástagos. Siento que la cultura de este pueblo se queda aún más desarropada frente a la turba que la asfixia. No veo en este fallecimiento sino el debilitamiento de la esencia villera que se diluye en ese proceso biológico de muerte que se está llevando a muchísima gente. Buen caso es en este 2024 que junto a Juan del Castillo se han ido otros grandes intelectuales y de la cultura como Nicolás Lemus y don Tomás Méndez. Como si el frasco que contenía nuestros mejores aromas se haya resquebrajado y en esas grietas, invisibles pero presentes, se está evaporando lo que fuimos, somos y debemos de ser. Pues tampoco veo un relevo generacional consistente para contener dicha esencia y reparar esas fisuras.

Enarbolemos todo lo bueno y ejemplar que tuvo en pro del Municipio y eslabonar esa cadena para que sea infinita. Otro anhelo ya no podemos tener, pues la sentencia de muerte dictada contra toda la Humanidad se ejecuta sin contemplaciones cuando llega el momento. Pero el hombre puede morir, pero no ideal si tiene una sólida base para trasmitirse a las nuevas generaciones. Y el del Juan del Castillo tenia los mejores cimientos y forja para ello. Un ejemplo de vida en una suma poética de las mejores virtudes que de un villero se pueden esperar. Un hombre que participó de la vida de su tiempo, pero siempre llevando a gala las buenas costumbres de antaño, porque él era estrictamente moral y caballeresco.

No quiero despedirme sin hacer mención a un hecho. En los días sucesivos a su fallecimiento en las redes sociales algunas personas ya han mencionado que merece una calle en La Orotava. Propuesta que me parece totalmente acertada.

Bien es cierto que el Ayuntamiento hace un tiempo que está intentando subsanar ese error histórico de que nuestro callejero y plazas lleven el nombre de los villeros y villeras que de verdad se lo merecen. Han cambiado el nombre algunas plazas y ahora está el tema de los “pasajes”, que si bien es un reconocimiento tácito y forma ya parte de nuestro callejero, creo que no es lo más acertado. Personalmente aún le falta por enmendar el mayor error en este municipio, en mi humilde opinión, como es cambiar el nombre, de la plaza del Quiosco o de la Constitución por el de “Plaza de Anita”.

Y pensando dónde podía ubicarse esa calle no se me ocurre otro lugar que lo que hoy se conoce como Avenida Nelson Mandela. ¿Qué hizo este personaje por La Orotava? Nada. ¿Sabría Mandela dónde quedaba este pueblo? Posiblemente no. Pero claro, hay que ser muy moderno y muy global.

Esa Avenida sólo merece llevar el nombre de Juan del Castillo y León con su rostro serigrafiado en un cartel bien grande. Que la entrada principal a su querido pueblo lleve su nombre, pues La Orotava fue para él la dama de sus desvelos.

Ojalá así sea.

Poco más puedo añadir, pues este humilde y minúsculo blog no es nada al lado de la obra de un gigante intelectual como Juan del Castillo, pero con estas palabras ya concluyó lo que le escribí el día de su fallecimiento.

Ahora toca reivindicar y trasmitir su memoria a las generaciones futuras.

 

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Primera edición del texto: Agosto de 2024.

Imagen: Juan del Castillo y León. 2003.