Un Pueblo para su Gente y una Gente para su Pueblo. La Villa de La Orotava es más que un sentimiento. Blog siempre en aguerrida libertad.

jueves, 27 de febrero de 2025

Morales, o la alegría de vivir.

 



«…me vienen engarzados los recuerdos de los carnavales gaditanos, que presencié, todavía niño, para reencontrármelos después. Muchos años después, “en un lugar; Canarias, de cuyo nombre sí quiero acordarme” y que se llama La Orotava.

Llegué allá en 1951, y ya habían tenido el valor los tinerfeños de saltarse a la torera todos los bandos prohibitivos sobre las fiestas a las que aludo, con la suerte para sus propósitos de recuperarlos, con la humana comprensión de un obispo de inolvidable recuerdo, cosa muy importante en aquellos tiempos en que tenían gran influencia los obispos.

Públicamente, aun no se atrevían a llamarla carnavales y el régimen imperante, tan proclive al eufemismo, ocultaba el culto al dios Momo -nombre que los romanos daban al regidor de sus Fiestas Lupercales-… sustituyéndolas con el nombre de Fiestas de Invierno.

Neófito en el primer año, contemplaba con sorpresa a extrañas mascaritas que respetuosamente me daban lentamente con su abanico en el rostro, mientras con voz cambiada, con chillona voz de falsete, me decían: “Ay señor juez, señor juez, que no me conoces.”

… Una de esas tardes carnavaleras me encontré en la soledad que había en la calle la Carrera con un hombre, vestido de mujer, anchas, anchísimas faldas y con un tórax voluminoso, con un cuerpo engrasado, aretes grandes en las orejas, coloreadas mejillas y rostro descubierto, que tranquilamente, y vestido de ama, deambulaba con parsimonia, por la calle a la que aludo.

Y ¿quién era este mascarón, sin careta ni disfraz, que con su grandota cara de luna llena, fingidor del ama, de Escarlata O´Hara, se identificaba sin esconderse, libre y sin perjuicios, proclamaba su inusitado regocijo?

Era Morales, Norberto Morales, que trabajaba como dependiente en un establecimiento de tejidos de unos amigos míos: la familia Herreros. Alegre, salado, bromista, infatigable en su continua sonrisa, derrochaba simpatía, detrás del mostrador en sus horas de trabajo.

Animoso, contagiaba su ánimo a todos los clientes, y en su desbordante optimismo brillaba, en las conversaciones que con ellos sostenía, un tono ocurrente, sagaz, de chanza socarrona que lo habían convertido en un personaje popular y querido en toda la Villa.

Pero Morales era incansable, porque a poco, cuando en los anocheceres yo iba al cine -que también era de la familia Herreros y se llamaba Atlante- me lo encontraba allí encerrado en la taquilla, en la que había un hueco pequeñito para despachar la entradas a través del cual se veía su maciza cabeza digna de Dantón, que culminaba su grueso corpachón.

…Mas hoy lo recuerdo como contumaz carnaval era, que todos los años cambiaba de traje, y me lo encontraba con sus tardones andares, solitario, sin gestos ni ademanes, serio, grave y con su inevitable sonrisa. Y no reíamos los dos, al pararnos y cambiar unas palabras, con aquel gran discípulo, sin saberlo, de Houdini, el famoso transformista.

Nos despedíamos y él se iba a los alrededores del viejo Liceo, donde entonces se concentraban los carnavales, para bajar, seguidamente a “su” cine o teatro Atlante, donde se celebraban atestados bailes populares, repletos de mascaritas y donde acostumbraban a acudir señores maduros, serios, formales, para “echarse” un bailito, renqueantes ya, mientras el cuerpo aguantara, o apareciera sospechosa la imagen disfrazada de la esposa.

¡Ah mi señor don Norberto, coñón y lleno de chunga, empedernido guasón, símbolo y rey de aquellos carnavales orotavenses, en una época en que mi juventud iba muriendo bien merecía este fugaz recuerdo, cuando ya está en el silencio y el descanso, de la noche eterna! Un recuerdo para agradecerle los ratos de alegría que me prestó en aquellas tardes carnavaleras de la Villa cuando nos encontrábamos en la calle la Carrera».

 

Artículo publicado el domingo 10 de Junio de 2001 en Diario de Avisos e incluido en "Antes de que se acabe el tiempo de escribir" (2006).

José Luis Sánchez Parodi.

 

Se acercan los arcaicos tiempos lupercales y he querido recordar a Norberto Morales por medio de este texto de José Luis Sánchez Parodi.

Siempre soy sincero con mis lectores/as y no hago demagogia. No les puedo dar una opinión profunda de este asunto, pues no viví dichos tiempos y tampoco soy una persona carnavalera. Es más, Parodi comenzaba este articulo no desde el lugar que yo empecé a transcribirlo, sino con las siguientes palabras con las cuales yo me identifico: «Todo el que me conoce sabe que no he sido un hombre alegre, aunque tampoco fúnebre, y sí un tanto pesimista…»

Dichas palabras que Parodi referencia sobre su personalidad se pueden aplicar igualmente a mi persona.

Sí me gusta por ejemplo fotografiarlo por su colorido y porque son imágenes para el recuerdo. Pero no vivo ni me identifico con la fiesta carnavalera.

He de reconocer que el aporte de Norberto Morales, y aunque en este artículo no se nombre no quiero olvidarme de Maximino Álvarez, que aportaron al carnaval, no sólo villero, sino extrapolado a toda la isla, un verdadero ejercicio de valentía dentro de un respeto y responsabilidad. Es algo que está muy nombrado y poco reconocido.

Las nuevas generaciones carnavaleras tal vez no sepan quién era Norberto Morales y cómo se la jugó en aquella época. Aunque a veces, según quien te lo cuente se tiende a la exageración y el dramatismo. Porque si hubiera sido todo el mundo tan malo, tan malo, tan malo el mismo Parodi le hubieran tocado la cara con un abanico y con voz de falsete y con un solo gesto se acabó la fiesta.

Igual podríamos aplicarle al obispo Pérez Cáceres. Con responderles que él no mediaba porque el Carnaval era pecado e iba en contra de la moralidad igualmente se hubiera acabado la fiesta.

Por eso siempre he dicho que de estas cosas ni tanto ni tan poco. 

 


 

 

Personalmente opino que en estos tiempos donde todo el mundo parece que luchó contra el Régimen (algunos hasta nacidos en este siglo) se le debería homenajear a Morales un Domingo de Carnaval en la Villa como se merece. Que a lo mejor ya se hizo. Pero como no soy carnavalero pues no lo sé. O incluso algún grupo de particulares o murga se disfrazarse lo más semejante a esta foto que acompaña este artículo, pues es la más difundida de él. Aunque a mi me gusta mucho la segunda que he puesto caracterizado de turista con esa cámara de fotos de amplio volumen.

Sea el recuerdo de este blog para don Norberto Morales y para José Luis Sánchez Parodi con este artículo que le dedicó.

Saludos.

 

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Imágenes: Difundidas en redes sociales.

Texto: © José Luis Sánchez Parodi y herederos.