Este año parte de la comunidad educativa de La Orotava está de celebraciones, pues el colegio Ramón y Cajal cumple su 50 aniversario.
En dichos actos se ha realizado un documental por parte de los hermanos Alba y Nicolás Ruiz.
Alba ya ha pasado por este blog donde le he reseñado su libro “Asesinato en Sleepy Hollow” y recientemente volvió a contactar conmigo para comentarme que el documental que habían estrenado en el salón de actos del colegio ya estaba disponible en YouTube.
Hace unos años, cuando falleció don Leopoldo, que fue durante muchos años profesor de matemáticas de dicho centro, algunos amigos me pidieron un escrito en su memoria. Yo a don Leopoldo lo conocía más de vista que de un trato personal, pues no estudié en este centro. Pero sí es verdad que aquel escrito afirmaba, y lo sigo haciendo, que a mí me hubiera encantado estudiar en el colegio Ramón y Cajal. Ni siquiera por zona geográfica me correspondía dicho colegio, pero me hubiera encantado haber estado matriculado en él.
Hablar del colegio Ramón y Cajal es hablar de algo más que un centro educativo. Estamos hablando de un colegio que ha logrado conformar a lo largo de este medio siglo una perfecta simbiosis entre familias/alumnado y claustro educativo. No hay colegio en La Orotava con tanta solera y arraigo entre estos tres pilares que lo forman que el Ramón y Cajal. Con sus penas y alegrías, porque no vamos a romantizar, pero con valores y entendimiento y buena sintonía.
Es más, se podría decir que en estos cincuenta años el equipo docente a conseguido abrir sus aulas a los hogares de su alumnado, pero lo que es muy importante, ha conseguido que los hogares abran las puertas a sus aulas, equipo docente y trabajadores/as del centro.
Yo que soy un firme defensor de la educación pública (no creo ni siquiera en los colegios concertados y la privada ni me va ni me viene) creo que el modelo educativo, tan en tela de juicio y tan falto de una profunda reforma de Estado, necesita buscar ejemplos en los que sustentarse como puede ser el Ramón y Cajal. Un colegio de los de siempre, pero que va al albur de los tiempos. Incluso se podría ver hasta qué punto son benévolamente responsables que la zona villera donde se sitúa sea de los últimos baluartes de la verdadera Orotava. Porque este centro está enclavado dentro del Casco. Sí del Casco, porque una cosa es lo que diga un papel mojado de un PGOT y otra el sentimiento y la realidad de un pueblo y de unos valores inquebrantables trasmitidos de generación en generación.
Han sabido conjugar muy bien ese tema por lo que se denota visto desde fuera como es mi caso. Desde ser un firme defensor de los valores villeros, pasando por ser impulsor de las primeras APA (hoy AMPA) hasta estar integrado plenamente en niveles educativos y logísticos en este siglo XXI en los llamados CEIP. Aunque aquí tampoco vamos a romantizar, pues como cualquier institución pública seguramente tenga flecos que pulir.
No me corresponde a mi ir más allá de estas humildes líneas, pues como digo no soy antiguo alumno de este colegio. Me quedará por siempre clavada tal espina. Espina doble porque tampoco tuve la oportunidad de haberlo conocido como padre pues nunca lo fui. Pero el Ramón y Cajal para mí como estudiante fue como un amor platónico. Y ni siquiera sé explicar el motivo del por qué. Simplemente sitios que a uno en la vida le gustaría conocer.
Para Alba y Nicolás felicidades por este bonito documental realizado con tanto cariño. Ellos dos, aunque seguro que existen muchos ex alumn@s en igual situación, son el máximo exponente de ese reciproco cariño entre antiguos alumnos y colegio que pervive más allá de la época académica. También esas palabras se le notan mucho una profesora en ejercicio como María José a las que directamente y entre líneas se le puede extraer un bonito significado de lo que representa este centro para sus profesores y alumnos. Más que un colegio, más que un trabajo o estudios es una filosofía de vida. Cuando ella afirma en el documental que aunque pasen los años sus alumn@s siempre serán sus niñ@s esa es una frase con una potente cosmogénesis del alto grado de implicación educativa por parte del profesorado.
Desde este blog doy mis felicitaciones a tod@s l@s que han formado parte de este bonito medio siglo de historia educativa para La Orotava en general y el Farrobo en particular. No se puede entender ya el municipio y esta amplia zona del mismo sin él. Ahora a por el siglo de fructífera historia.
Sin lugar a dudas aquí la apuesta educativa ha triunfado. Enhorabuena por ello.
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Y para los que quieran ver el documental aquí les dejo el enlace al mismo.