En estas jornadas que he estado transitando la Villa irremediablemente uno pasa por el cementerio. Hay gente que no pisa el cementerio y yo lo considero visita obligada honrando la memoria de los nuestros. Tema ese muy personal que forma parte de la sociología de los pueblos. Pero no es eso lo que hoy atañe a este escrito.
A mi me gusta mucho la flor del mundo (hortensia). No es muy olorosa, pero sí vistosa. Con su forma circular y sus colores. En La Orotava es muy abundante tanto en nuestros jardines públicos como privados. Pero nunca la había visto tan bonita como las que están situadas en la entrada del cementerio.
Julio siempre es el mes de la flor del mundo. Está en su máxima expresión y con unos colores muy vivos. Luego empiezan a matizarse hasta que la planta marchita y se poda. Las que están en dicho lugar supongo que están sembradas en una tierra de acidez media, pues los colores cambian en función de ello. A mi cuanto más violáceas y azuladas más las aprecio. Rojas en su totalidad pocas he visto por estos lares.
Desde aquí felicito al grupo de jardineros municipales que están a cargo de estas flores porque están preciosas.
Mucha gente dirá vaya tétrico no tenía otro lugar donde fijarse en la flor del mundo. Pues ya ve usted que no. Siempre me fijo mucho en las que están en el lateral de la iglesia de San Agustín, pero este año éstas del cementerio las superan. Ni tétrico del lugar para nada. La gente no asume la muerte y la función de los cementerios.
Es más, aunque esto daría para otro escrito, lo inserto brevemente aquí. Aproveché la visita para visitar la nueva zona del cementerio. La verdad que igualmente me gustó, pero creo que se podía haber puesto más nichos y reducir zona verde. Lo he dicho ya en otros artículos. La Orotava por su peculiaridad y arraigo católico sigue prefiriendo enterramiento a incineración. Así que se va a tener que seguir ampliando el cementerio en años venideros. La pena es, y yo lo estaba pensando allí, que el Ayuntamiento no ponga estos nichos a vender. Más que nada porque yo compraría. Algo que antaño se hacía y que se perdió tan buena idea y que servía para amortizar la obra entre otras cosas.
Supongo que a mi me destinaran a esta nueva parte cuando me entierren. A mí me entierran en el reciento del número 6 de la calle San Francisco. Y si no que me incineren. Pero con mi cadáver nadie hace negocio. A mí me entierran con La Orotava vieja. Aunque sea para abono de la flor del mundo.
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