Hoy traigo este artículo
publicado en el año 2019 titulado “A los pueblos los forma su gente”. Hace unos
meses dicho artículo se disparó en número de lecturas. Tal vez por ciertos
debates que están naciendo en La Orotava. Y digo tal vez porque no estoy seguro,
pero por mensajes recibidos en mi teléfono haciendo alusión a él y por gentes
que han hablado personalmente conmigo pues me comentan cosas. Yo también
en tono de broma les he dicho “¡vaya me plagiaron!”. Obviamente como yo no he
estado presente en tales foros de debate omito toda alusión directa a los mismos.
No es precisamente este artículo
en el que yo hago referencia a la génesis de las ideas que se han expuesto.
Pero como este es mi blog y hablo sin tutelas y sin servidumbres afirmo esto:
Un pueblo, cuando es consciente
de su grandeza, no se puede quedar procrastinado y embelesado en cantos de
sirenas. Un pueblo debe de ser orgullosos de todo aquello que lo define cómo
pueblo. Irredento e indomable frente a las injerencias extranjeras e
implacables frente a las traiciones patrias. Aséptico y sólido en los eslabones
que forman nuestra cosmogonía. Esos son los pueblos grandes y dignos de ser
respetados.
Y si los que dispararon en
lecturas este artículo están leyendo estas palabras los animo a que sigan
adelante porque la grandeza se gana en la valentía y en el sentimiento patrio y
no en los despachos y en las comilonas mientras te dan palmaditas en la espalda
y luego te patean en el trasero. Por eso yo me abstengo de asistir a muchas
cosas. Porque no estoy dispuesto a pasar por el aro de lo establecido. Y aquel
que quiera litigar conmigo estos temas lo reto a tribuna en plaza pública
porque es donde el pueblo debe discutir su trascendencia.
Afortunadamente tengo Fe de que
ya estén alzándose voces coherentes con lo que fuimos, somos y debemos de ser.
Estad atentos porque el veneno está siempre listo para inocularse en la
sociedad y en hombres y mujeres de bien que aman y respetan su pueblo. Porque a
los pueblos los forman sus gentes.