Un Pueblo para su Gente y una Gente para su Pueblo. La Villa de La Orotava es más que un sentimiento. Blog siempre en aguerrida libertad.

lunes, 23 de mayo de 2022

Sita y Milagros.

 

Sita Sacramento y Milagros Santos. Dos emblemas de la zona del Casco de La Orotava. Imagen: © Paco García 2022.


Sita Sacramento y Milagros Santos. Estas dos damas de La Orotava no necesitan presentación por lo queridas y apreciadas que son entre la vecindad del Casco.

En mi anterior artículo dedicado a doña América González escribía que toda prueba deportiva, en referencia al Cross de María Auxiliadora, siempre tiene sus personajes míticos, pero eso no es sólo entre los deportistas, sino también extrapolable a los espectadores. Y dos espectadoras míticas del Cross son Sita y Milagros, que desde su privilegiada atalaya situada en el domicilio de Milagros, observan cada año el último, y primer según qué categoría, tramo de esta prueba deportiva.

La historia de la foto que hoy traigo a este escrito es de esas buenas casualidades, o más bien causalidades. Este año haciendo fotos de la categoría de 10 Km me quedé muy rezagado y llegué a meta una vez concluido el Cross. Con tal fortuna que Sita y Milagros estaban aún en el balcón y aproveché para hacerles esta foto, que si bien yo no estaba en la mejor ubicación para ello había que aprovechar la coyuntura. Me despedí de ellas y llegué a meta. En lo que esperaba, y no sé por qué, me giré y volví a mirar al balcón y las vi de lejos y empecé a evocar recuerdos.

Se puede decir de ellas dos que me conocen desde antes de que yo naciera. Son dos de las ultimas personas adultas de mi infancia y juventud que de las que tengo recuerdo. Ya no queda casi nadie. Y aquellos recuerdos, en medio de la barahúnda en la que estaba sumergido de corredores, música, gentío y demás en lo que esperaba la entrega de trofeos, he de confesar que me conmovieron. Porque si miraba al balcón las veía a ellas. Si miraba donde estaba el podio de meta recordaba a Antonio y Ana Padilla. Me acordaba de la ciudadela. De Agustina la “palmita”. De Alicia la “jarandina”. También de los hermanos de Milagros Juan, Augusto y Salomé. Un poco más abajo de Arola, Eduardo y Veva, Marina y Sotero. De la acera de enfrente de doña Pino, Reinaldo, Rosario, Agustina, don Juan y su mujer María Lola. También recordaba a Coralina, Antonia, Rade y Anita. Y como no podía ser de otra manera igualmente del recuerdo para los padres de Sita: Justo y Lucía y a su cuñado Isidro.

Todos ellos desaparecidos físicamente hace muchos años e incluso algunas de sus viviendas, para dar paso a nuevas edificaciones.

No sé que me pasó, pero en aquel momento parece que se paró el tiempo en recuerdos y personas que no volverán. Y todo surgido de una foto. Pero para mí ésta no es cualquier foto. Ésta imagen representa los últimos vestigios y baluartes de una Orotava que jamás debió de perderse frente a otros conceptos de hoy en día. Sita y Milagros simbolizan algo más que dos vecinas del Casco. Personifican una Villa en la que muchos, con sus errores y virtudes, nos sentíamos más identificados. En ese balcón sin lugar a dudas faltaba una persona, que no sé por dónde anda, pues hace tiempo que no la veo, como es María hermana de Sita. Y por pedir hermanos faltaría por poner a los hermanos fallecidos de Milagros: los mencionados Juan, Augusto y Salomé, más al otro hermano Antonio (si la memoria no me falla con el nombre). Con Augusto tengo una anécdota de cuando pasó por La Orotava la Llama Olímpica en el año 1992, pero me la reservo para relatarla si algún día consigo alguna foto de él. Y aún por volver a pedir traer de vuelta a todos los nombrados y muchísimas personas más que de las que me olvido por lagunas de la memoria. Sólo he nombrado algunas personas ese fragmento de calle que va desde el domicilio de Sita al de Milagros. Por nombrar gente del Casco no pararía. De dicho tramo recuerdo igualmente a Chucho Dorta y a don Amado y su señora. Éste es un escrito muy superficial, porque si entramos en ese tejido social que subyace en la historia de La Orotava y de personas que conocí daría para hacer una extensa serie de capítulos donde los recuerdos y las emociones embargarían los sentimientos y la nostalgia invadiría el alma. Yo debí haber empezado a hacer fotos hace muchas décadas, porque me queda una pena enorme no tener imágenes de toda esta gente que ya el tiempo me hace tenerlos difusos en el recuerdo, pues muchas veces no es fácil poder acceder y conseguir imágenes de ellos/as. Incluso muchos de sus descendientes ya no habitan la zona o el municipio.

Sobre estas dos grandes villeras de Sita decir que es de esas personas que siempre han estado ahí presentes en los recuerdos, al igual que María. Yo tengo una remembranza muy marcada de verlas a las dos acompañando a su madre Lucía a la capilla de los Salesianos donde ésta rezaba el rosario. Esa es una imagen que se me quedó a muy grabada cuando acompañaba a mi abuela a las novenas y demás, ahora también me estoy acordando de Manuela, vecina del paseo Domínguez Afonso, pues todas eran y son hermanas de la Archicofradía de María Auxiliadora. Y de Milagros tanto de lo mismo. Por muy atrás que profundice en los recuerdos siempre ha estado ahí. Las dos en su querida calle Calvario y sus entornos. Las dos llevando a gala el ser villeras y fieles a la tradición. Me podrían decir que si me lleva el sentimiento de la amistad para confeccionar este escrito. Nada más lejos de la realidad. Este es un escrito que va mucho más allá de la amistad. Estas humildes palabras entran de lleno en unos sentimientos que sólo pueden comprender e interpretar aquellos que conocieron y conocen a esas personas y la cosmovisión que tenían del pueblo. Porque encima todos ellos/as formaban una familia. No de sangre, pero sí social. Hubiera sido más fácil hacer la foto y guardarla en mis archivos. Pero esta foto llevó de manera espontánea a unos recuerdos. Y tales recuerdos llevaron a plasmarlos en éste escrito.

Dos mujeres esencia pura de La Orotava. Ojalá estén siempre ahí. Siempre en su calle, en su plaza y en su Villa con esa simpatía y amabilidad que las caracteriza. El tener el inmenso lujo y honor de tenerlas perpetuamente con nosotros. Ojalá pudiera ser así, porque ello da riqueza a La Orotava y a los que en ella habitamos. 

Hay personas que deberían ser inmortales. Sita y Milagros, al igual que María, deberían serlo.

 

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Primera edición del texto: Mayo de 2022.