Hoy, 27 de septiembre, es día de
triste fecha para la historia de La Orotava. Hoy se cumplen 15 años de la
partida del gran y admirado Chucho Dorta. Fecha oficial, pues en este día fue
cuando la Guardia Civil lo encontró muerto en su casa del que al parecer llevaba
ya días así. Curiosos azares de la vida que muriera de esa manera tras haber
superado un fuerte percance ocurrido tiempo atrás.
Jesús Eustaquio Dorta Díaz, conocido
popularmente como Chucho Dorta “Benahuya”, ha sido uno de los hijos más grandes
que ha dado la patria villera. Hablar de su persona es meternos a hablar de
toda una cosmogonía personal de un villero que nadie lo podrá nunca ni igualar.
Personalmente creo que Chucho tuvo que ser la rencarnación de algún mencey o
faycán guanche. Llámese reencarnación, transmutación kármica, posesión espiritual…
eso a gusto de las creencias de cada cual. Pero obviamente Chucho tenía un algo
distinto. Era una persona muy especial. Un hombre que llegado el momento vivió
una catarsis mística que hizo que fuera el ultimo guanche del siglo XX. Un
cambio que hizo tras un viaje iniciático por varios países del mundo donde yo
creo que algo se despertó en él y le dio una misión en la vida. Que lo hizo absorber
todas las energías telúricas de esta tierra canaria y de sus aborígenes dándole
una visión mística de lo que debían ser años de luchar por el saber perdido y
olvidado. Por las tradiciones ancestrales. Por nuestras fiestas y romerías y
todo aquello que engloba lo que conocemos por
tradición popular canaria.
Yo a Chucho lo conocía pero me
queda el pesar de no haberlo tratado más. Sobre todo porque cuando Chucho
estaba en su máximo apogeo cultural y social yo estaba lejos de aquí. Y cuando
se está lejos se pierden muchas cosas. Cosas que a fin de cuentas son las
esencias de la vida. Sobre todo me hubiera gustado conocer al Chucho más íntimo.
Más de conversaciones y anécdotas fuera de muchas veces el impacto mediático y
social que tenía. Seamos claros, Chucho era un comunicador nato y se
desenvolvía bien en ese campo porque sabía y utilizaba para sus fines el poder
de la comunicación. Yo estoy seguro de que si Chucho viviera hoy en día él le
hubiera sacado jugo a las redes sociales y a este mundo ya en vías de
comunicaciones 5.0. Porque Chucho trasmitía sus mensajes y su sapiencia a través de los medios de
comunicación y tecnología con los que convivió. Cuando nadie lo hacía, él empezó
contando historias antiguas de Canarias por las plazas y calles de La Orotava. Acercándose
a la juventud y a todos los que lo quisieran escuchar. Chucho hablaba con el
corazón, sí, pero también con la cabeza y sabía lo qué estaba bien y lo que no.
Cosa que no gustaba ni gusta a los acomodados poderes en este país que tanto deleite
tienen por los tontos útiles a la vez que desecha a inteligentes con coherencia.
Así opino yo.
Desgraciadamente Chucho se nos
fue muy pronto. Cincuenta y dos años que debieron haber sido mínimo cien entre
nosotros. Como todos los buenos parten pronto hacia las moradas cósmicas y aquí
nos quedamos la mediocridad. Se echan en falta villeros como él. Villeros de
otras épocas que tanto hicieron por La Orotava. Siempre he dicho que esas
generaciones nacidas hasta algo después de la primera mitad del siglo XX fueron
y son generaciones muy prolíficas para nuestro pueblo. Y Chucho no se quedó
atrás en el momento que le tocó vivir. Muy insertado en lo social, en lo
reivindicativo, en la vida del pueblo. En su juventud formando equipo de
baloncesto y fútbol con dos clubes históricos en La Orotava como el Club Baloncesto
Independiente y el Plus Ultra (fútbol). Divulgador, animador y recuperador de
antiguas tradiciones. Reivindicador de lo canario, patriota villero y canario, hombre
de pueblo… Fue uno de los que recuperó el tradicional baño de las cabras en el
Puerto de la Cruz el día de San Juan Bautista. El pastor de cumbre que bajaba
con su ganado caprino cada año. Como bien decía, la cabra es el animal totémico
de Canarias pues nos da leche, carne, pieles y estiércol. El faycán que realizaba sus conjuros vestido
de guanche en el estadio Heliodoro Rodríguez López para ayudar al C.D. Tenerife.
El tamborilero y el bucio de todas las romerías. El narrador de las viejas
leyendas y cuentos canarios. El poeta y escritor que vivía en simbiosis cósmica
con la naturaleza… ¿Qué decir qué no sepamos? Un hombre de alborotada, pero
feliz existencia.
Puedo contar la anécdota de hace
muchísimos años. Siendo yo niño, en mi casa gustaba mucho la avicultura de pájaros
canarios por afición. Se criaban, se seleccionan los mejores para el año
siguiente y parte de los nuevos pichones cuando ya eran independientes los
soltábamos en las fincas para que vivieran en libertad. Y había épocas que los
machos pasaban meses y casi ni cantaban. Chucho lo sabía porque transitaba casi a
diario por delante de mi casa y los oía.
Pero si no, nos pedía permiso para entrar. Yo nunca supe qué le hacía a los pájaros
pues les susurraba y les silbaba de una manera especial y los pájaros se
revitalizaban y empezaban a cantar de nuevo. Se hacía literalmente una sinfonía
que duraba semanas.
Otra anécdota con él la tuve en
la Romería de La Orotava. Imagen icónica la de Chucho a la vanguardia de la
misma tocando el tambor. Nos encontramos en la calle la Carrera un grupo de
amigos con él y se paró delante de mí a tocar el Tajaraste acompañado de sus
silbos. En aquel momento parece que en el mundo solo estábamos Chucho y
nosotros separados por la percusión de su tambor. Me hizo llorar aquel día de
emoción y nos abrazamos. Por eso me quedará siempre esa espinita de no haber
conocido más a Chucho.
Sé que hoy mucha gente y
colectivos lo recordaran. Pero soy consciente que el tiempo pasa y los que lo
conocimos envejecemos y por ley de vida nos vamos yendo. Y aunque la memoria de
Chucho está muy presente no es lo mismo conocer a que te lo cuenten. Una vez
más falta ese reconocimiento por parte de las instituciones oficiales
para con Chucho. En este pueblo es muy común el olvido a sus personajes
populares. Ignoro si se le ha hecho algún homenaje. Me encantaría que alguien
me confirmara que sí. Personalmente anhelo esa calle, ese busto, esa estatua, esa
placa… Bonito sería una estatua de Chucho en La Orotava. En la plaza del Llano
frente a su casa. Que los villeros que no lo conocieron, y los aun no nacidos, tengan la oportunidad de conocer la obra de Benahuya. Y más hoy en día estas
nuevas generaciones híper conectadas donde a cualquier obras artística o placa
se le puede insertar de manera discreta un código QR para tener la información del
personaje prácticamente al instante. Me gustaría que el año que viene, si llego,
poder escribir de nuevo en el blog que Chucho ya tiene su homenaje público
imperecedero en el tiempo. Me encantaría oír un Tajaraste con sus tambores,
flautas y chácaras en el día de hoy por las calles de la Villa y en su querida
plaza del Llano en su memoria. Gente así no la debemos olvidar nunca. Ya ven el
gran graffiti que tiene en el municipio del Puerto de la Cruz. Municipio dónde
Chucho también tiene su historia y de cómo allí han sabido homenajearlo de
forma popular. Me mata la envía de que ese graffiti no lo tengamos nosotros en
la patria natal de Chucho y en un sitio vistoso. Y espero equivocarme y que
alguien me diga ve a tal lugar de La Orotava que allí hay un recuerdo de
Chucho.
Sea hoy mi recuerdo para
Benahuya. No un recuerdo por quedar bien o por intereses o afinidades. En
muchas cosas estoy en las antípodas intelectuales de Chucho. Pero a gente cómo
él, que fueron personas que nos engrandecieron cómo municipio y cómo región,
les debo el mayor de mis respetos. Porque son gente que forjaron parte de
nuestra historia y los que tuvimos el inmenso honor de conocerlo podemos
sentirnos orgullosos de ello.
Allá dónde estés Chucho un fuerte
abrazo al son del Tajaraste.
© 2017 Francisco García.
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propiedad intelectual bajo licencia de Copyright.
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Todos los derechos reservados a
favor de © Francisco García.
Primera edición del texto: Septiembre de 2017.
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Las imágenes son extraídas de las paginas
Chucho Dorta "Benahuya". Gran villero y el más grande entre los canarios. |
Aquí dejo igualmente dos pequeños fragmentos de vídeo realizados por el amigo Julián Hernández Rodríguez. Uno en el día de Corpus del año 1989. El otro en la Romería del año 1991.