Parte del numeroso grupo que en este 2022 subió hasta la ermita de San Andrés a rendir tributo al santo. Vemos muchas caras conocidas y queridas en La Orotava. Imagen: © Paco García 2022. |
El pasado verano estuve leyendo una serie de pequeños libros, o guías, de la colección Canarias Mágica (2002), obra del autor José Gregorio González. Concretamente el número 5 titulado “Fiestas Mágicas” aborda sobre la tradición de correr el cacharro en la Víspera de San Andrés.
He de recalcar que no estoy de acuerdo en la totalidad de los planteamientos que el autor expone. Hay puntos, en toda esta colección, donde yo tengo otras visiones. Pero al leer las líneas que voy a pasar a transcribir recordé una anécdota sucedida en el año 2019 por tal Víspera y que ha dado pie a que generara este escrito. Pero antes de relatarla, leamos lo que José Gregorio González escribió en su momento.
«La más pura magia primitiva se manifiesta con motivo de la fiesta de San Andrés, cada 29 de Noviembre, en muchos rincones de las Islas Canarias. Desde pequeño muchos esperan la llegada de ese día, de esa noche, para correr el cacharro, es decir, recorrer las calles del pueblo tirando de una soga o cordel al que están sujetos todo tipo de objetos de metal. Latas de refrescos, aceite y conservas, algunas piezas de un electrodoméstico o la desvencijada lavadora sí tenemos fuerzas suficientes o coche con el que arrastrarla, se pasean por las calles provocando un ruido ensordecedor que tiene por objeto, ultimo y muchas veces desconocido para la inmensa mayoría, el ahuyentar a los malos espíritus, espantar las desgracias y alejar los males propios y de la comunidad. ¿Cómo comenzó esa costumbre? Es difícil saberlo con certeza. Para algunos es la deformación popular de la costumbre de lavar los envases de vino, los toneles, y hacerlos rodar por las antiguas calles empedradas. Para otros, un recuerdo del alboroto que había que hacer con todo tipo de objetos para espantar a las plagas de langosta que antaño amenazaban los cultivos procedentes de la cercana costa africana. Para unos pocos, estamos ante una manifestación mágica, un ritual con el que una vez más se exorciza lo negativo, y las malas influencias que amenazan el equilibrio y el bienestar social.
Es curioso que esta tradición tan extendida en Canarias y con la que la inmensa mayoría de los isleños hemos crecido, se complementa con la costumbre de inaugurar las bodegas. O para ser más exactos, la de estrenar los nuevos vinos de la última cosecha. Una fiesta a Baco, sin duda, en la que como en ninguna otra época del año las puertas de todos los hogares con cultivos de vid, abren sus puertas de par en par dejando degustar sus caldos generosamente...»
Sinceramente no estoy ni a favor ni en contra de esta aseveración. Primero que yo oía decir, siendo niño, a los más ancianos que esta tradición nació en La Orotava (esto hay que tomarlo con mucha precaución) y que paulatinamente fue extendiéndose a otros municipios. ¿Fue entonces La Orotava génesis de esta tradición? Yo no afirmo, sólo pregunto. ¿Está relacionada la fiesta con la limpieza de los cascos de vino? Eso es muy dudoso. Bien es cierto que lo mejor para lavar los cascos es con agua de mar e hinojo, así se lavaban antaño. Pero que los bodegueros bajaran los cascos hasta el litoral y arrastrándolo va a ser que no pues irremediablemente se desvencijarían. Obviamente yo no tengo el marchamo de la verdad. Todo esto son teorías que expongo.
Aquí hay dos vertientes de las que tirar (y nunca mejor dicho). Por un lado, la fiesta como ritual exotérico, y por otro la relación del vino con la misma. Sobre el ahuyentar plagas prefiero no opinar, pues no le veo el nexo. Así que relato la anécdota de la víspera de San Andrés del año 2019 y doy mi visión sobre todo esto.
Bajábamos por la calle Tomás Calamita y nos encontramos con un señor muy mayor que estaba de visita turística. Era de Gales. Sabia hablar español, pues nos dijo que toda su vida había trabajado en el sector turístico y estuvo infinidad de veces por diversos lugares de España. Estaba viendo todo esto con su familia y le causó una honda impresión preguntándonos si aquello era una fiesta de tintes pre navideños, porque él recordaba que siendo niño allá en Gales existía una tradición, ya perdida como casi pasó aquí, parecida por similares fechas, hacía muchos años.
La verdad es que no se le supo bien qué responderle, porque nosotros siempre la hemos asociado más con la teoría vinícola y tal explicación se le dio. Bien es cierto que con el rebumbio que llevábamos no era el momento más adecuado para entrar en detalles. La verdad que fue una pena, pues este señor que hablaba un perfecto castellano hubiera sido un buen testimonio fílmico el que hubiera explicado qué fiesta era aquella y sus similitudes con la nuestra.
Mi opinión la doy con total sinceridad. Toda fecha de solsticios o cercana a ellos tienen una fuerte connotación mágica. El Solsticio de verano con las hogueras e infinidad de rituales que recorren todo el Hemisferio Norte y el Solsticio de invierno, que aunque queda eclipsado por la Navidad tiene también su ritualística pagana y sincretista. Eso es una realidad palpable. Una tradición como la Víspera de San Andrés está enclavada entre dos fiestas muy importantes. Por un lado, la festividad de Todos los Santos, Fieles Difuntos, el Samhain, Halloween… cómo lo quieran llamar. Ritos que se pierden en la inmensidad de miles de años en los antiguos pueblos de Europa llegados del Indostán. Y al otro extremo tenemos el Solsticio de Invierno, calenda que en la Antigüedad significaba el nacimiento de los dioses. Cuando el Sol Invicto empieza a renacer de nuevo y a brillar más horas. Por eso la frase que decía Cristo de “Yo soy la luz del mundo” es una aseveración llena de alegorías esotéricas y exotéricas. Incluso nunca se debió cambiar la festividad de Santa Lucia al 13 de Diciembre cuando se celebraba el 22 del mismo mes coincidiendo con el Solsticio. En Suecia tal noche del 13 de Diciembre hay una potentísima tradición de encender velas y cirios en honor a ésta santa en una clara alegoría de que la luz ha vuelto a renacer. Ahí, que es igualmente una festividad enclavada entre Todos los Santos (ellos lo celebran el sábado entre el 31 de Octubre y el 6 de Noviembre) y Navidad sí que le han dado un carácter con una ritualista más navideña pero que bebe de una raíz sincrética. Pero tampoco quiero salirme del tema, así que si quieren saber un poco más de ello pueden buscar en la red sobre la misma. Este enlace es muy bueno y riguroso: http://vivirsuecia.com/la-hermosa-celebracion-navidena-de-santa-lucia-en-suecia/
O este donde de la YouTuber Jonna Jinton donde interpreta una bonita balada en honor de la Santa de Siracusa: https://www.youtube.com/watch?v=C9f6zxo6X0s
Sobre está el tema del vino opino que eso es una tradición reciente de alguien que olió el negocio. Es el tiempo de las cosechas de castañas, batatas, ñames… ¡que mejor excusa para estrenar la nueva cosecha de vino! Pero con fines comerciales, pues todo buen bodeguero sabe que lo mejor no sería destetar ese vino tan pronto. Y esa tradición se ha arraigado tanto que luego a mí me causa honda gracia que a 1 de Diciembre ya nadie quiere las castañas. Manías de la gente.
La teoría de relacionar correr el cacharro con arrastrar toneles a mí no me casa. Porque los cascos hay que lavarlos varias veces pasando el vino a limpio. ¿Se van a estar arrastrando dichos cascos varias veces hasta el litoral en un proceso de ida y vuelta? No creo.
Posiblemente nunca sabremos a ciencia cierta el origen de esta fecha. Sí que hay ciertos nexos en común con antiguas y paganas tradiciones de Europa, ya eso lo escribí más arriba. Una raíz común que fue ramificándose en más raíces con identidad propia como la galesa (aunque se perdiera y no sé bien en qué consistiría) y la canaria. Incido en que es una fiesta extraña enclavada en medio de otras dos fechas muy señaladas. Incluso en La Orotava se corre el cacharro bajo el alumbrado navideño ya encendido, lo que le da un añadido toque mágico y sincrético. De ahí sólo falta que la gente suba masivamente hasta la ermita de San Andrés en el barrio de los Cuartos a rendir honor al Santo. Es algo que vengo reincidiendo en este blog desde hace tiempo. Hay que subir hasta a ermita y fortalecer esta festividad de una manera sana. El estridente ruido metálico ahuyentado los malos espíritus que suena previamente al renacimiento de la Luz.
En fin… Todo son especulaciones por mi parte y yo tampoco tengo formación para opinar de dichos temas. Simplemente expongo mis humildes conjeturas en base a un texto de otro autor que leí. No vaya a ser que luego digan que yo dije algo que yo no he dicho. Sólo nos queda como villeros correr esta noche el cacharro. Bien para ahuyentar los malos espíritus, para espantar a las plagas o para estrenar los vinos. Todo es loable y así se permite que a tradición no se pierda.
Por otra parte, quiero dar mi valoración de la Víspera de San Andrés en La Orotava. Anoche acompañé a la gente que corre el cacharro y que se niegan a que la tradición se extinga. Junto con los miembros del Colectivo Cultural la Escalera salí de la calle San José realizando el trayecto habitual.
Estoy muy contento este año porque salieron más personas desde la sede del Colectivo y más personas se unieron para subir hasta la ermita del Apóstol. Cada año los datos varían, como en el año 2018 donde literalmente se colapsó la plaza del Quiosco de tanta gente corriendo el cacharro.
Las asistencias son variables, pero no podemos negar que desde hace unos años la tradición de correr el cacharro por la Víspera de San Andrés se está recuperando. No lo digo yo, lo dicen las imágenes y la fuerte presencia de participantes en esta tradición. Queda mucho camino por recorrer y que esto siga en alza año tras año. Hay un nutrido grupo de villeros/as, sobre todo los miembros de CCL, que se niegan a que esto desaparezca. Tampoco en este blog estoy por la labor de ello. Al igual que muchísimos vecinos/as más de este municipio. Ojalá podamos recuperar la Fiesta de la manera que fue hace décadas y se siga subiendo de forma masiva hasta la ermita para rendir tributo a San Andrés.
Repito, estoy muy contento con la presencia y alto nivel participativo de anoche, siendo martes y al día siguiente laboral y escolar. Veo ganas, ilusión y conciencia de que el pueblo sigue sintiendo esta fiesta y la hace vivir. Con eso me quedo y que tengamos salud para llegar a la Víspera de San Andrés de 2023 y seguir siempre sumando y multiplicando en pro de esta tradición tan nuestra.
Acompaño con este vídeo de anoche de mi autoría y propiedad donde más que yo relatar es mejor que vean las imágenes.
¡Viva San Andrés!
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