George Graham Toler en sus años de juventud. Foto posiblemente realizada en Londres en la decada de los 70 del siglo XIX. |
Hace unas semanas publicaba un
vídeo de fotografías antiguas en este blog y en ella iba una foto muy curiosa
de la calle Inocencio García realizada por el fotógrafo ingles George John Graham
Toler. La verdad que me gustó la imagen, no solo por su composición, sino por
varios personajes que salen incluido un fotógrafo minutero.
Investigando sobre el personaje
en cuestión descubrimos, aunque eso ya lo sabía, que hizo vida en La Orotava,
donde contrajo nupcias con la joven María del Carmen Monteverde y Lugo, veinticinco
años menor que él. Pero vamos por partes para desglosar a este inglés que acabó
siendo villero.
George nació en Londres en el año
1850 en una familia acomodada de la nobleza. En su país natal contrajo la
tuberculosis por lo que a los 39 años se ve obligado a abandonar Londres y
dejar su acomodada vida. En aquella época era muy común esta práctica curativa
entre muchos europeos pudientes que encontraban en la isla el lugar ideal para
la recuperación de este cuadro clínico. Bien es cierto que viajeros como Olivia
Stone y Alfred Samler Brown habían escrito las “Guías para forasteros” donde referenciaban
los mejores lugares para curarse de tuberculosis. Dichas guías prácticamente
hoy son inencontrables salvo en algún museo o archivo que las conserve. He
consultado en la red y poco he encontrado. De todas maneras, de personajes como
Olivia Stone y Alfred Samler Brown merecerían un escrito aparte porque hicieron
en el siglo XIX una labor de difusión del turismo en Canarias muy loable.
Calle Inocencio garcía. Imagen de fecha indeterminada que personalmente le llamó profundamente la atención y que fue la génesis por la cual inicié este artículo. |
El primer destino de George en
Tenerife fue el municipio sureño de Granadilla, en la zona llamada Madre del
Agua, donde se las ingenió para canalizar el agua hasta su tienda de campaña.
Tras pasar una temporada allí, cómodamente debido a su fortuna, decide entrar
en territorios de La Orotava hacia el refugio de Altavista pidiendo
autorización para la mejora de su edificación el 26 de junio de 1890. Por lo
que he leído entiendo que lo que él hace es comprar el primigenio refugio de
Altavista, reformarlo y ampliarlo. Lo dotó de cimientos, pavimento y tejado.
Dividiéndolo interiormente en una sala donde colocó una estufa de hierro y otra
nave separada con tres habitaciones. Una para mujeres, otra para hombres y la
última para los animales y los guías. Techo de mampostería y el baño situado
aparte, ¿unisex?, en una caseta a unos diez metros de la edificación principal.
El astrónomo escocés Charles Piazzi Smyth. Todo un personaje. Al igual que a nuestro protagonista se le podrian dedicar varios artículos de sus peripecias en Tenerife. |
Las crónicas ya nos dicen que el
primero que ocupa dicho refugio es el astrónomo escocés Charles Piazzi Smyth en
el verano del año 1856 donde reside durante 15 días. Este encargó la construcción
de un refugio pequeño de cuatro compartimentos con muros de piedra y unos dos
metros de altura. Se supone que sin techo, pues dentro instalaron los
instrumentos de observación y casetas de campaña. Me dirán para qué iban a
ponerle techo si era un observatorio astronómico. Pero me llama la atención que
en ese momento, tal vez por la brevedad de la estancia de Piazzi Smyth, no se
lo dotara de techo con planta superior para observatorio.
De este escocés y su aventura en
Tenerife daría igualmente para otro escrito. Pero ya es algo que a mi me viene
grande pues no soy historiador y por lo tanto carezco de la rigurosidad de
investigación histórica para acometer un escrito de tal fin. Pero sé que hay
escrito algún libro que precisamente lo tiene la librería el Viajante de La
Orotava. Pero sí quiero hacer la reseña en base a lo leído en Wikipedia: “…Piazzi
Smyth escribió y publicó en Londres, en 1858, un extenso libro sobre su viaje a
Tenerife, titulado originalmente: "Teneriffe, an astronomer's
experiment" (Tenerife, las experiencias de un astrónomo), que está
ilustrado con 20 fotografías estereoscópicas
que tomó en la isla. Estas fotografías eran copias a la albumina originales, pegadas en las
páginas del libro. Destacan las vistas en las que se ven los telescopios
instalados, así como otras imágenes de paisajes de interés botánico, como dos
vistas del gran drago de La Orotava, tumbado poco después por
un huracán. Como fotógrafo aficionado, contó con la colaboración de su mujer Jessie Piazzy Smyth…”
Este es un muy buen artículo
publicado en el periódico El Día por el cronista oficial de Santa Cruz de Tenerife José Manuel
Ledesma Alonso en agosto del pasado año (2019)
sobre Piazzi Smith y su estancia en Tenerife: https://www.eldia.es/tenerife/2019/08/11/primeras-experiencias-astronomicas-tenerife-1856/999688.html
Libro de Piazzi Smyth donde relata sus vivencias en la isla y en particular en nuestro pueblo. |
Pero volvamos a nuestro protagonista que no es otro que George Graham Toler.
Dicho refugio lo donó al
Ayuntamiento de La Orotava el 30 de mayo de 1926 aceptándola el Consistorio en
sesión plenaria del 4 de julio de 1927. En el año 1950 pasó a gestionarlo el
Cabildo. Afortunadamente dicho recinto aún está en perfectas condiciones en
sucesivas reformas y completamente operativo.
Refugio de Altavista ya con la techumbre y más adecuado a lo que hoy es su función. ¿El que vemos en la imagen podría ser George Graham Toler? |
Obviamente la isla no era como
ahora y él vivió en un verdadero vergel y remanso de paz por lo que recuperó la
salud. Indudablemente la conservación de entornos naturales hace a su vez el
mejor de los beneficios para el ser humano. Una vez recuperado totalmente pasó
a residir en el Casco de La Orotava, concretamente en el hotel Hespérides
localizado en la calle Cólogan. Obviamente un noble inglés en La Orotava desapercibido
no pasó. Y no pasó desapercibido pues investigando para la redacción de este
escrito me entero que mister George era masón a lo que se unía su filiación en
la rama protestante del cristianismo. Por lo tanto, he de suponer que conoció prácticamente
de primera mano todos los hechos acaecidos con Diego Ponte del Castillo, las
logias villeras y seguramente trataría personalmente a la legendaria Sebastiana
del Castillo.
Cerca de su residencia en la
calle Cólogan vivía María del Carmen Regina de la Purísima Concepción
Monteverde y Lugo. Como he dicho más arriba su diferencia de edad era notoria
pues en el momento de su casamiento él contaba con 42 años y ella 17. Para que
tal enlace pudiera llevarse a cabo, y más en aquella época, tuvo que abandonar
la iglesia anglicana y la masonería tras bautizarse en la parroquia de la
Inmaculada Concepción un 25 de enero de 1892.
George Graham Toler pertenecía a
una familia muy acomodado donde era heredero universal y llegó a esta isla y
pueblo en una época donde era un jardín desde la costa hasta la cumbre. Era
costumbre de la aristocracia y alta burguesía de la época. Como hombre de su
tiempo y estatus pienso que debió de tener una vida acomodada y ociosa. Lo que
le permitió desarrollar su afición fotográfica en una época que dicha actividad
no solo se dedicaba a sacar meras fotos, sino que estaba dejando, posiblemente
siendo consciente de ello, un testimonio gráfico que nos abre una ventana al
pasado. Por eso reincido una vez más lo importante que es la conservación del
archivo fotográfico. Toda esa amalgama de fortuna, naturaleza y fotografía hizo
que nuestro personaje, posiblemente ya con esa idea de promoción turística ante
el Edén que aquí se encontró, lo convirtiera en fotógrafo paisajista y social. No
solo trabajaba en papel, sino igualmente en placa de cristal, que en aquella
época valían un caudal. Según me han comentado entendidos en este tema la placa
de cristal, poniéndonos en la tecnología fotográfica de aquella época, era el
mejor negativo existente por la gran calidad que ofrecía. Todo este material lo
remitía a Londres para su revelado y que allí se positivara e imprimieran las
primeras postales de Tenerife. Por lo que intuyo que también allí se positivaría
parte de su trabajo de fotografía social, fue de los que estuvo en el Puerto de
Santa Cruz para recibir a Alfonso XIII en el año 1906. Pongámonos en la
tesitura de aquella época de enviar desde Tenerife todo este material a Londres
en ida y vuelta. Por lo tanto supongo que fue pionero, o por lo menos abriría el mercado comercial a este tipo de laboratorios en Tenerife o el Archipiélago. Supondría meses de espera en los que prepararía más material y
redactaría sus vivencias en la isla pues a día de hoy nos han llegado muchas de
sus impresiones escritas. Transcribo estos pequeños fragmentos de sus
impresiones al llegar a la isla en cartas enviadas a su familia a Londres:
“…Cuando llegamos al desembarcadero nos encontramos con una multitud de
chiquillos que se ofrecían para recoger las maletas y llevarlas a los hoteles.
Aquí, la ausencia del control de aduanas, resulta un inmenso alivio.
…La mayoría de los viajeros nos quedamos a dormir una noche en Santa
Cruz, con el deseo de trasladarnos lo antes posible al Valle de La Orotava; los
enfermos para gozar cuanto antes del benéfico clima, y los sanos para subir al
Pico del Teide, si bien algunos se contentaban con verlo desde el Valle…
…El largo viaje hasta el Valle de La Orotava, que antiguamente se hacía
alquilando mulas o caballos, desde el 4 de enero de 1854 se hace en Ómnibus,
coches de diligencia tirados por cuatro mulas o caballos que partían dos veces
al día para La Orotava. La gente de aquí les llama Coche de hora, y tienen su
estación principal en la trasera de la plaza de las verduras o recova vieja,
junto al Teatro Guimerá…
…El viaje es pintoresco y no exento de riesgo. Se tarda unas seis horas
en llegar a La Orotava, pues va parando en los distintos apostaderos para que
los viajeros y el cochero repongan fuerzas, mientras los criados realizan las
mudanzas de tiro…”
Leyendo estos fragmentos pues nos damos cuenta de las incomodidades del
viaje desde Santa Cruz hasta La Orotava. Aunque el tema de las incomodidades
del viaje Santa Cruz-Orotava, y sobre todo en viceversa, con las colas de la
autopista Norte tampoco ha cambiado mucho en este siglo XXI.
Portada del libro de Teresa Báez Arbelo. |
Afortunadamente el legado fotográfico de George Graham Toler se conserva en gran parte. Aunque ya divagando en mis pensamientos
supongo que en Londres debió de quedarse otro tanto siendo un enigma el rumbo
tomaría con el tiempo. Tal vez aun esté en algún sórdido sótano o desván londinense o en una victoriana mansión de la campiña inglesa esperando a que
alguien los rescate del olvido. Ya en vida hizo exposiciones fotográficas en la
Academia de Bellas Artes en 1894. Y hoy gran parte de su material se encuentra
en las dependencias del TEA. Residió en La Orotava hasta su fallecimiento el 29
de agosto del año 1929 a los 79 años de edad. Sus restos están junto a los de
su esposa, fallecida en el año 1960, en nuestro camposanto. Hace unos años el
Ayuntamiento le dedicó una avenida (zona de la Duquesa-Lercaro) y en el año
2003 Teresa Báez Arbelo escribió un ensayo titulado “George Graham Toler
(1850-1929) estancia de un noble inglés en Tenerife”.
George Graham Toler en el ocaso de su vida ya residiendo en La Orotava. |
Hoy he querido traer a este personaje que vino de Londres y acabó
residiendo y haciendo vida en La Orotava. Felizmente George Graham Toler no ha caído
en el olvido, ahí está su obra, y muchas de sus imágenes circulan por el éter
inmortal de la Red. Posiblemente él ni se imaginaria tal cosa y que más de 90
años después de su fallecimiento existieran estos medios de los que hoy gozamos
para recordar su persona y difundir su obra. Este quien escribe, como fotógrafo
aficionado, y de los malos, tengo sana envidia del personaje. Él pudo ver con
su mirada y captar con su cámara algo que yo hubiera deseado profundamente. Si fuera
posible hacer un viaje al pasado y me pudiera llevar algo indudablemente serian
mis cámaras fotográficas. Realizar un viaje desde 1406, cien años antes de
nuestra fundación, saltando cada siglo hasta el año 1906 fotografiando todo.
Por desgracia eso a día de hoy no es posible y solo nos quedan esas voces y
paisajes del pasado que nos dejaron personajes como el citado mediante sus
fotografías y sus pioneros trabajos. Voces y paisajes que nos evocan historias
que tal vez deseen ser contadas de protagonistas que ya son polvo que volvió a
la tierra que los formó. Fotos que congeló el tiempo y vivencias del pasado que
nos llegan al presente y debemos procurar que sigan su rumbo al futuro.
Este
ha sido un escrito muy gratificante, no solo por el hecho de mi admiración al
personaje, sino porque me ha descubierto varios títulos de ensayos que espero
ir adquiriendo cuando vaya desahogando la pila de libros aun por leer. De los
varios títulos mentados en esta publicación creo que se pueden sacar una serie
de sustanciales escritos de historias y personajes que transitaron nuestro
municipio en los siglos XIX y XX. Tiempo al tiempo. Esto ha sido un artículo
muy superficial de este personaje al que se le podrían dedicar muchos más escritos. Pero repito que mi función no es esa pues no tengo la preparación
para tan singladura articulista. Opino que eso corresponde a quienes como
tal se han formado para ello y deben unir sus nuevos trabajos sobre el personaje a los magníficos ensayos y artículos ya publicados por otras personas.. Yo solo
lanzo estas pequeñas pildoritas escritas al viento como quién sopla un diente
de león. Sea hoy
mi recuerdo y admiración para George Graham Toler.
Saludos.
*Obviamente como he incidido en este artículo, y tantas otras veces, me
he referido yo no soy historiador. Simplemente despertó mi curiosidad George
Graham Toler y consulté varios artículos en al Red a los que añadí mi
interpretación personal del personaje. Yo me debo a una sinceridad a mis
lectores y no voy a aparentar lo que no soy ni tengo capacidad para ello. En la
consulta y redacción de este artículo no me moví del escritorio. He consultado
las siguientes páginas donde he extraído información e imagenes:
También
hay un ensayo de Rafael Cedrés Jorge titulado “Historia del refugio de
Altavista” editado, si no me equivoco, por el Cabildo de Tenerife que no he tenido
el placer de leer pero que se dé su existencia.
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© 2020 Francisco García.
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Primera edición del texto: Febrero de 2020.