Así conocí este campo de fútbol y así relato mis recuerdos. |
Muchas veces mediante las redes sociales y de mensajería me llegan imágenes de nuestro municipio. Generalmente no suelo utilizarlas por diversos motivos, empezando porque no son mías, hasta acabar porque no puedo extraerles historia alguna.
No hace mucho me llegaba la imagen que hoy traigo a este escrito. Ignoro su autor, y me gustaría saber quién es por si tiene más. Podría ser una fotografía de don Evaristo Ferreiro. Pero no tengo la más remota idea. Así que hoy voy, y no me gusta, a tientas con la imagen.
Pero he decido comentarla por los recuerdos que me trae. Soy de la época de los estudiantes que pasaron por los Salesianos y conocieron así el campo de futbol. De pura tierra. Aquellos míticos años egeberos que por edad a mí me tocó estudiar. Incluso la foto podría ser de los de mi quinta o algunos años menos o más. Obsérvese al fondo como aún ni estaba construido el instituto Villalba Hervás y se ve, profundizando más en la imagen, la parroquia de Santo Domingo de Guzmán y las huertas adyacentes entre lo que era la casa de don Gregorio y esta parroquia.
¡Muchísimos recuerdos me traen esos tubos donde nos colgábamos y ese campo de tierra que tanto transitábamos! Los lunes no queríamos pisarlo mucho porque estaba aún con las marcas de cal del partido que allí jugaba la U.D. Los Pinos cada sábado. Las aprovechábamos para tener nuestra delimitación de campo de fútbol y balón de reglamento (como le llamábamos en la época). Nos sentíamos todos unos profesionales del balompié.
Tras las gradas que están a la derecha de la imagen había una valla alta y un cañaveral y tras estos una especie de acceso a un mirador. Hoy sepultado y convertido en el huerto urbano del colegio. Incluso el campo estaba dividido por una gran valla que circunscribía a otro campo más pequeño. Dicha valla se eliminó cuando se asfaltó el recinto para que estacionaran las guaguas de transporte escolar.
Sinceramente creo que fue un error asfaltarlo en su momento. Otras circunstancias mandarían para ello. Creo recordar que era para el acceso de dichas guaguas dentro del colegio y porque cuando llovía aquello se convertía en un lodazal. Y después de asfaltado resultó que se caía uno al suelo y se pelaba ropa, manos, codos y rodillas. Un fiasco. Este asfaltado se hizo mediante una derrama de 5.000 pesetas, creo recordar, por alumno para poder costearlo. En esa época las guaguas estacionaban donde hoy está la plaza de San Sebastián y era un caos circulatorio. Hoy lo sigue siendo, porque los accesos que tiene el colegio son pésimos para la fluidez del tráfico.
Incluso recuerdo que en los salones que daban al campo había una carpintería y no recuerdo si una cantina. Y por supuesto la capilla. Creo que hoy nada de eso existe porque se adaptaron como aulas de infantil. En mi época el preescolar se impartía en las clases que dan a la terraza. De preescolar hasta 3º de E.G.B. Por el mismo campo también se accedía a un pedregal que luego un salesiano, no recuerdo su nombre, creo que era canarión, lo transformó en un jardín. Al mencionado jardín daban las ventanas de 6ºB y 8ºC, junto con algunas dependencias, más la primera aula de informática que tuvo el colegio que daba clase una profesora que, si no recuerdo mal, se llamaba Luci y era de la Cruz Santa. Todo eso también en parte ha desaparecido. Lo que ya no existía en aquellos años era el famoso estanque. Pero bueno, no es mi intención hacer un recorrido mental de dicho colegio.
Hoy en día creo que este campo tuvo una nueva reconversión y está totalmente adaptado a no sé muy bien qué porque no estoy al tanto. Yo hace muchísimos años que no entro al lugar y ni intención tengo de ello.
Mi época en los Salesianos no fue fructífera. Ya eso lo expresé cuando en su día le dediqué un artículo al tan añorado don Leoncio González. No opino como otros compañeros de clase que sí tienen muy mitificado su paso por dicho colegio. Me debo a mis lectores y como ya he escrito en otras ocasiones tuve la suerte de tener unos magníficos compañeros de clase y un claustro de profesores que en su mayoría, hubieron excepciones, fueron maravillosos. Pero no me lleno de orgullo por haber estudiado allí. A mi aquel entorno no me sentó. Fallo mío el no haber armado algún escándalo con la suerte de que me hubieran expulsado. Y escribo todo esto con el máximo de los respetos a los que se sienten orgullosos de haber pasado por la escuela salesiana. Pero no por ello debo comulgar con los mismos. Ni con un Ipad me hubieran convencido.
Pero hay imágenes como las de hoy que evocan recuerdos y que merecen ser contadas. Incluso tengo en mis archivos fotografías que supongo que con el tiempo irán viendo la luz y que son de ese tipo de escritos entrañables porque se recuerda a muy buenas personas que ya hace mucho que nos dejaron y que tuvieron relación con esta institución.
Hoy quería tener esta pequeña remembranza para esta cancha donde uno caminó, corrió, se cayó y levantó, se lanzó y revolcó en los charcos y dio sus primeros pasos escolares. ¿Me valió del algo? Nada que no hubiera aprendido en un colegio público. Pero ahí quedan esos recuerdos para contarlos.
Saludos.