Un Pueblo para su Gente y una Gente para su Pueblo. La Villa de La Orotava es más que un sentimiento. Blog siempre en aguerrida libertad.

martes, 2 de enero de 2018

El inexorable paso del Tiempo.

No sabemos que nos deparará el año 2018. Si los deseos que expresamos estos días se cumplieran, estaríamos ante un mundo perfecto donde todos gozaríamos de paz, amor, felicidad, prosperidad… En definitiva, viviríamos en una sociedad feliz. Pero sabemos que esto no va a pasar. Al menos no de manera simultánea porque la vida no es una línea recta y estable, sino un camino lleno de baches, tropiezos, errores, alegrías, emociones, salud y enfermedad. Todo lo que es intrínseco a nuestra condición humana. Por eso según estudios psicológicos el llamado “Blue Monday” es el día más triste del año, este año concretamente se corresponde al 15 de Enero, siempre suele ser el tercer lunes de este mes. Es en tal día cuando ya salimos de la vorágine de la Navidad, del ambiente de felicitaciones y para bienes y nos damos cuenta de que nosotros ponemos y la situación dispone. Que no es tan fácil vivir en esa plenitud, del deshacerse de la gente toxica que rodea a las personas, de los proyectos y actividades planificadas y de millones de pretensiones que estos días se han hecho. Porque vivimos en una sociedad totalmente cosificada, de doble, cuando no hasta de triple moralidad, donde millones de personas son movidas como marionetas por poderes en la sombra. Y son ellos los que deciden qué felicidad se le otorga o no al pueblo, región o nación sino a todo el planeta. Por eso no pidan nunca grandes cosas sino esos pequeños momentos de felicidad que otorga la propia vida. No son unas palabras optimistas para el primer escrito del año, pero sí las palabras más realistas que les puedo brindar. Disfruten de la vida, las amistades, de las cosas que les brinda el entorno (La Orotava tiene muchas). Porque si esperamos grandes cosas esas nunca van a llegar.
Pero a la vez en este año nuevo, no solo hago estas reflexiones filosóficas referentes a la Humanidad. Guárdenme un cachorro con lo qué hay ahí fuera. También hago mi propia reflexión personal y de lo que me rodea. Y una de esas reflexiones en este 2018 que ya avanza imparable, pues el dios Cronos posee la maquina más perfecta y duradera como es el Tiempo, es sobre La Orotava. En este pasado año he tenido por motivo de este blog que rebuscar mucho entre mis archivos personales, en ordenar y clasificar fotos, en recopilar otras tantas. Uno se encuentra con historias ya olvidadas en el tiempo. Paisajes y calles ya distinto o inexistentes por el avance urbanístico y de infraestructuras. Casas antiguas hoy desparecidas y sustituidas por modernos edificios. Fiestas que hoy están desvirtuadas o casi olvidadas. Y sobre todo me encuentro con personas que ya no están con nosotros o están en el otoño de sus vidas. Se llena la mesa de mi escritorio de fotos antiguas en blanco y negro mezcladas con fotos en color, algunas de ellas igualmente ya con sus años encima. Con su peculiar tacto y papel de antaño. Con legajos de escritos y papeles antiguos de mis archivos ya amarillentos y con ese olor a humedad y añejo que me hace hasta estornudar. Con miles de fotos de mi autoría totalmente digitalizadas, aunque todo mi archivo lo está pues se une al heredado y a una ingente cantidad de material histórico que varios particulares me están facilitando para que vaya recopilando y llegado su momento, aunque ya he publicado bastante, sea digitalizado y difundido. Algunos de estos archivos que me llegan están algo deteriorados y así mismo estoy restaurándolo en los ratos libres que tengo. Todo ello sin coste alguno para quiénes lo están cediendo con la única salvedad de yo quedarme con una copia digitalizada. Con libros escritos hace años sobre nuestro pueblo que son verdaderas guías y joyas de conocimiento hechos por autores que quisieron y quieren a nuestro pueblo. De todo el material bibliográfico que engrosa mi biblioteca personal he aprendido mucho en todas las publicaciones referente a la temática de La Orotava. Benditas esas bibliotecas particulares que existen en la Villa y el gran material bibliográfico, fotográfico y fílmico en manos particulares. Cuídenlo y mímenlo mucho. Y por favor digitalícenlo porque son joyas que hablan la historia de nuestro pueblo. Y ante esa ingente cantidad de material uno empieza a evocar recuerdos. No siempre rememorar recuerdos es bueno, porque hablando en términos a nivel de pueblo a veces uno se enfada ante ciertas actitudes y verdaderas locuras hechas. Y por desgracia las que quedan por hacer.
Pero a los pueblos no los aman, ni hacen, ni mantienen sus cosas inmateriales, ni siquiera materiales, sino sus gentes. Y muchas personas me vienen a la mente estos días. Personas que vivieron en otros tiempos y circunstancias, no siempre fáciles, pero que amaron profundamente a la Villa. Ya quedan pocos y en este 2018 espero no tener que escribir tristes adioses porque no son plato de buen gusto y más cuando son personas que nos unen tratos de amistad y vecindad. Pero hay veces que uno recorre las calles de La Orotava solamente acompañado por los silencios de la noche. Momentos de tranquilidad donde vienen a la mente muchas personas y lugares. De caminar por las calles y mentalmente formase la imagen de hace décadas y ver la casa donde vivía tal persona, incluso muchas veces caminar un trecho de varios metros mientras se van repitiendo sus nombres porque ya todos son fallecidos y sus viviendas destruidas. Recuerdos... Nostalgias de anécdotas que les sucedían y que hoy las nuevas generaciones las ignoran porque ni los mayores se las cuentan ni los propios jóvenes quieren escucharlas. Porque la sociedad cambia y estos 18 años de siglo XXI han sido años de cambios muy abruptos y un pueblo como La Orotava no es ajeno a dichos circunstancias. Ya no estamos ante una generación continuista sino a una generación mayoritariamente rupturista. No se sabe muy bien con qué fin (hay muchos cantos de sirena), pero hay una ruptura y modificación de pensamientos que como se constata en todo a todo afecta. Aunque una vez lo escribí, y lo sigo manteniendo, que la juventud villera es de mucha sustancia y sentimiento por y para su pueblo.
Echo en falta y añoro muchas cosas. Cada uno tira por lo suyo y tiene sus propias añoranzas. Pero a veces pienso y comento que no haya añoranzas unificadas en los sentimientos a nivel colectivo. Nos olvidamos de las personas que nos precedieron. De lo que hicieron de bueno, o de malo, por La Orotava indistintamente de su ideología o condición social. Como dijo una vez alguien de villeros y villanos… Nos olvidamos de la historia, de nuestros monumentos, paisajes y lugares, muchas veces yo el primero, dónde en otras épocas los que somos de otras generaciones fuimos felices y me pregunto por qué se les niega o desvirtúa a las nuevas generaciones el poder disfrutar de lo que nosotros disfrutamos. En ambientes más sanos y felices que los de ahora. Obviamente un pueblo no puede quedar estancado en el siglo XVI. Eso sería absurdo. Pero sí que defendamos con ahínco el legado que se nos ha dejado. El recuerdo, por muy nimio que sea de las personas llanas del pueblo. No solo recordar lo poderoso y ostentoso. Lo que vende por cual o tal circunstancia. No todo no es chaqueta y corbata. Ni photocool, ni selfies. Ni hastag. Ni “me gusta” ni corazoncitos o retweet. Ni siquiera un pequeño blog como este que ni sé si gusta en La Orotava. Me dicen que sí, pero como no me gusta que me lo digan tampoco me lo creo. Eso no es La Orotava. La Orotava es más que un sentimiento. No un postureo.  
Afortunadamente en el pueblo existen gentes que por medio de grupos, colectivos, asociaciones y en redes sociales están haciendo una labor de difusión y recuperación histórica bastante loable. Personas de fuerte preparación y conocimiento que dedican su tiempo libre a esto y a los que debemos agradecer su pasión por el pueblo y su generosidad en horas dedicadas a toda esta ingente labor de difusión y divulgación histórica y sociológica. Mi máxima admiración y agradecimiento para aquellos que se han lanzado a esa lucha por desinteresada por el pueblo sin esperar nada a cambio.
No sé si este sentimiento que observo en silencio es compartido por alguien más. Pasan los años y cambian mucho las cosas. Aunque como me dijo una vez una persona “los tiempos no cambian, quienes cambian son las personas…” Pero el siglo avanza y con él el pueblo. Como debe ser porque hay que ir siempre avanzando. Pero avanzar no significa olvidar o modificar lo que tiene que ser perenne en el tiempo. O al menos así me lo dicen cuando mi archivo me “habla”. Y observar las cosas en silencio con higiene mental y con la libertad de poder expresarlo hace que personalmente tenga sensación de una perdida de esencia. A veces tengo la sensación de que otras voces y sentimientos ya lejanos en el tiempo y que han cruzados los umbrales de la propia Muerte gritan quejándose por cambios sin sentido.
A las nuevas generaciones que vienen ya pisando fuerte que son los nacidos a finales del siglo XX y principios de este lo único que les digo es que nunca dejen de avanzar, de construir un pueblo para bien. Un pueblo por y para sus gentes. Para eso no hace falta un puestito o que te pasen la mano por el lomito. Hace falta voluntad, amor y sentimiento. Y sobre todo y lo más importante en no olvidar nunca dentro de un rigor histórico. Huyan siempre de esas manidas frases de “es que a mí me contaron qué…” No. Puede ser que sea gente toxica quién te lo cuente y lo que quiera es influir por algún interés. Compruébenlo por ustedes mismos. Ni a mí me crean una sola palabra. Aunque les diga la verdad compruébenla. Como decía Ortega y Gasset “Quién quiera enseñarnos la verdad que no nos la diga, que nos sitúe de tal modo que podamos descubrirla por nosotros mismos.”
Por eso en este 2018 y en este siglo XXI tan cambiante e incierto, pido un ejercicio de reflexión personal y colectiva de qué está bien y de qué no en infinidad de cosas. Para eso no hace falta hacer una comisión, con su foto de rigor para las redes sociales ni nada de eso. Fea manía esa de oficializarlo todo pues el pueblo pierde espontaneidad e ideas. Creo que yo al igual que San Juan Bautista predico en el desierto.
Con estas cavilaciones empiezo a escribir este año en el blog. No sé si será un año que podré ser prodigo en publicaciones. Depende de mi tiempo personal y circunstancias. Pero seguiré con el mismo compromiso y línea editorial que la adquirida un 31 de Enero de 2017 cuando se inició este trayecto. Siempre fiel a una AGUERRIDA LIBERTAD que me permiten publicar y recordar aquello que fuimos, somos y debemos de ser. Un compromiso con y para mi pueblo sin pedir ni querer nada a cambio. Prefiero antes eliminar el blog.
Ojalá que en este 2018 pueda escribir grandes cosas y que se hagan grandes cosas por La Orotava. Potencial para ello hay, y no precisamente me estoy refiriendo a mis capacidades mentales para escribir que son bastante exiguas. Ya saben cosas de un loco como yo… Fíjense que escribí que hasta las fotos me hablan para expresar sus quejas ante ciertas actitudes… ¿Paco ya estas así a estas alturas del año?
La foto que acompaña este escrito fue publicada hace unos días en Fotos Antiguas de Tenerife. La he elegido porque creo que simboliza muy bien el paso del tiempo. Por el entorno se supone que fue realizada en la década de los años 60. En ella vemos la lucha entre trasporte animal y trasporte mecánico. Un pueblo que avanza en aquella década de cambios en toda la nación. La España en color, la España Ye Ye, La Orotava en color, La Orotava Ye, Ye. Coches que marcaron una época como el Escarabajo. Las guaguas cafeteras de aquella época que parecían una bañera con ruedas. Los ya casi extintos agricultores que bajaban con sus mercancías de la zona alta de la Villa y que se peleaban por un ya incipiente parque móvil de las nuevas clases medias y la sociedad de consumo. Los hombres con sombrero y bolso en mano, aquellos bolsos de comida que las mujeres de levantaban de madrugada a preparar, imagen icónica esa ya muy difícil de ver y que fue muy común en La Orotava en esa década y posteriores ante la expansión urbanística y los trabajadores de la platanera. El Puente aún en construcción, y ahí sigue siendo unos de los lugares más emblemáticos y de paso en La Orotava. Las líneas de farolas de ese tipo desaparecidas hace unos años por iluminación más moderna y energéticamente más eficientemente. La sociedad de la época y la de ahora…
En definitiva, el inexorable paso del Tiempo.
Un saludo para tod@s.

© 2018 Francisco García.
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Primera edición del texto: Enero de 2018.
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Imagen publicada a finales de Diciembre en "Fotos Antiguas de Tenerife" https://www.facebook.com/groups/FotosAntiguasTenerife/