Un Pueblo para su Gente y una Gente para su Pueblo. La Villa de La Orotava es más que un sentimiento. Blog siempre en aguerrida libertad.

martes, 10 de noviembre de 2020

La zapatería de Pedro Chávez. Un lugar con encanto.

Hace poco indagando en mis archivos fotográficos me encontraba con una serie de fotografías, que no estando olvidadas por mí, nunca habían visto la luz en una publicación. Y hoy quiero traer al blog dos fotos del año 2013 más una que recientemente fue difundida por las redes sociales. Al desconocer autoría y propiedad de la misma si hay algún problema me lo comunican y será retirada de forma inmediata.

Hay lugares en la Villa donde parece que la maquinaria de Cronos se ha detenido o ralentizado sobremanera. Ese es el caso del entorno de la plaza de San Francisco. Lugar donde afortunadamente todo sigue igual y que siga siempre así. Y uno de los enclaves con más historia en esa región intemporal es sin lugar a dudas la zapatería de Pedro Chávez. Tres grandes zapateros recuerdo, hubo y hay muchos más, en la Villa. Pedro Chávez en la plaza de San Francisco, Majencio en la calle Juan Padrón y Juan en el Ramal que luego se trasladó al Puerto de la Cruz. 

Tomás Chávez y acompañantes en una fotografía del año 2013. Imagen: © Paco García 2013

Pero inquiramos un poco en la historia de esta carismática zapatería de la mano del profesor y divulgador don Rafael Gómez León pues creo que es importante el condimento del riguroso dato histórico para no quedar este escrito impreciso en mis humildes palabras:

La Orotava se ha distinguido, tradicionalmente, con ser cuna de buenos artesanos: tallistas, ebanistas, caladoras, bordadoras, cesteros y muy buenos zapateros que han producido y algunos aún producen buen calzado y diferentes elementos de la indumentaria tradicional de los trajes de magos y magas. En concreto, señalamos a la zapatería Chávez…

…Ubicada en el número 15 de la Plaza de San Francisco, más conocida como ‘La zapatería de Pedro’, fue fundada en 1951 por Pedro Chávez Trujillo. Después de varios años de aprendizaje con uno de los zapateros de la época, Antonio Luis Domínguez, Pedro inició su independencia laboral a los 18 años gracias al apoyo económico de su padre, herrero y latonero de oficio, quien le permitió desarrollar la actividad en un pequeño rincón de su herrería.

Durante años, Pedro Chávez se encargó de reparar zapatos y confeccionar el calzado de forma artesanal con las mejores pieles, las cuales adquiría en Santa Cruz de Tenerife. Los trabajos más destacados consistieron en reparar las botas de los trabajadores de la platanera o de las ‘sorribas’ y elaborar zapatos a medida para las personas con mayor poder adquisitivo. Fueron varios los ayudantes que compartieron la zapatería hasta que, a finales de la década de los 70, los hijos de Pedro Chávez comienzan como aprendices produciéndose el relevo generacional del oficio y la continuidad de una actividad antiquísima.

Finalmente, la antigua herrería pasa a convertirse en un taller activo, donde padre e hijos realizan reparaciones, elaboran zapatos por encargo y se especializan en la elaboración de botas y polainas, elementos propios de los trajes típicos, que son distribuidos en diversas tiendas de artesanía de la Isla. Y tras la pérdida del maestro Pedro Chávez Trujillo, sus hijos continúan desarrollando el oficio en el número 15 de la plaza de San Francisco. Convertidos en maestros zapateros, Pedro y Tomás mantienen viva una actividad tradicional con la incorporación de algunas máquinas modernas. Aún utilizan determinadas herramientas heredadas de su padre como martillos, cuchillas, pies de hierro y una máquina de coser con historia.

La actual Zapatería Chávez, continúa siendo un espacio pequeño y carismático, donde tienen lugar espontáneas tertulias y conversaciones amenas entre zapateros y clientes. Un lugar peculiar y único, que conserva el aspecto y las destrezas del pasado, lo que les ha permitido conservar la técnica heredada, innovar y especializarse en determinadas cuestiones.

Los zapateros de San Francisco son capaces de elaborar zapatos a medida y, además, reparan bolsos, cinturones, chaquetas, etc. Sin embargo, la oferta más atractiva la ocupan las reparaciones de los conocidos “pies de gato”, calzado específico utilizado en la escalada que arreglan hábilmente, atrayendo así a multitud de escaladores de diversas partes de la Isla, e incluso, de otros países.

* Maestro y director técnico de la Asociación Cultural Pinolere

Fuente: Diario de Avisos. No posteo el link porque el que llevaba a esta noticia está caído.

 

Entrar en la zapatería de Pedro Chávez es ingresar en una especie de distorsión en el espacio-tiempo para desembocar en un rincón visualmente de antaño. Su olor a cuero, sus ruidos artesanos en un habitáculo plagado de herramientas y maquinas propios del oficio junto a enseres de herrería, labranza, objetos decorativos y pequeños motivos religiosos. Todo ello con estanterías plagadas de zapatos. Son curiosas sus antiguas máquinas de coser. Algunas de ellas con mucha historia procedentes de Hamburgo. Piezas de incalculable valor por su antigüedad. Es una experiencia de cierto misticismo visitar tan grato lugar porque en este mundo 5.0 del siglo XXI éste es un rincón donde podemos contemplar en plenitud la labor del artesano en su máxima pureza. 

Una de las maquinas de coser de la zapatería Chávez. Ignoro si es la famosa maquina traído de Hamburgo. Este taller zapatero tiene varias máquinas marca Singer. Igualmente podemos ver a un muñeco de la marca "Pikolinos" mítica firma de zapatos española nacida en 1975. Indagando en la red veo que éste muñeco es de la época de los años 80. Lleva unas gafas de complemento supongo que puestas por sus propietarios.

 

Foto de Pedro Chávez con sus hijos Tomás y Pedro.

Adjunto a mis fotografías una que publicó en Facebook el amigo Julián Rodríguez hace unos días y parece que me leyó el pensamiento. Ellas me sirven para acompañar este escrito y seguir visibilizando desde este blog estos lugares donde se respira esencia artesanal. Lugares que debemos cuidar, proteger, y conservarlos porque no son simples negocios. Son rincones testigos durante muchas generaciones del devenir del pueblo y los cambios intergeneracionales que se han producido. Templos de la cultura popular con infinidad de historias y anécdotas que hacen pueblo y forjan la historia del mismo. Siempre incido, y hoy lo vuelvo a recordar, que a los pueblos lo forman sus gentes. En mi opinión la Villa tiene, o más bien tuvo, su particular “milla de oro” desde el molino de Chano hasta la plaza de la Paz con negocios que podríamos decir que han quedado en el intelecto colectivo de muchísimos villeros/as y que tanta riqueza generó y tan buen nombre dio al tejido comercial de La Orotava. Indudablemente esta zapatería es uno de ellos. Afortunadamente sigue manteniendo su actividad comercial en algo tan esencial como es el calzado. El oficio de maestro zapatero es una de las actividades artesanales más antiguas que deben ser conservadas. No solo por su valor sociológico y comercial sino por el fuerte acervo cultural que tiene la zapatería en todas las regiones mundiales.

En referencia a La Orotava no creo que la descripción hecha por don Rafael Gómez León sea baladí o palabras vanas movidas por el patriotismo de barrer para casa. Son frases muy certeras porque La Orotava siempre ha tenido grandes artesanos en todos sus oficios. Antes mencionaba que esta zapatería se enclava en lo que referencio como nuestra particular milla de oro. Pero eso no significa que no existieran en otros puntos grandes negocios y artesanos. Ese cuño de “hecho a mano” en La Orotava siempre ha significado calidad y hay que mimar y cuidar a los que aún siguen por esa senda. 

Esa especie de caos ordenado que reina en éste lugar. Olores a cuero que se funden en lo visual de los talleres de los maestros artesanos de este oficio de zapatero. Imagen : © Paco García 2013.

Poco más puedo añadir. Es la primera vez que escribo, si es que mis palabras pueden tener valor alguno, sobre el mundo de la zapatería en La Orotava. En su día escribí sobre los betuneros pivotando el escrito en la figura de Hilario. Paradójicamente sin zapateros no hubiera betuneros. Pero no quería que estas fotos queden en el olvido de mis archivos. Que no sean simple código binario diluido entre bits. Que sea este mi granito de arena para que no se olvide todo ese mundo de nobles artesanos que tenía la Villa en tiempos pretéritos con estos últimos que aún siguen en la lucha movidos por el entusiasmo y amor a su profesión.

 

Sigue la senda empedrada y engalanada por la flor del mundo y encontraras la zapatería de Pedro Chávez. Una de las zonas con más encanto de La Orotava. Imagen: © Paco García 2020.

 

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Primera edición del texto: Noviembre de 2020.