Hoy hemos tenido un día espectacular en La Orotava. De esas jornadas primaverales que nos recuerdan que la luz solar baña nuestro pueblo y que van acercándose fechas tan marcadas como Corpus y Romería. Pese a que sigamos en esta situación los más arraigados sentimientos que albergamos en el corazón no pueden nunca alterarse. La Villa se va engalanando del manto cromático de la naturaleza. El viaje solar sigue su curso y el equinoccio primaveral nos obsequia con sus mejores dádivas.
El terruño de nuestra raza. Los vestigios de nuestra presencia en esta tierra. Fruto del trabajo y la constancia de quienes nos han precedido y de los que somos justos y únicos herederos. Nuestras costumbres y tradiciones que se muestran con carácter, nobleza y legitimidad histórica en cada rincón de nuestro pueblo. Esta visión casi mística que como una epifanía nos recuerda la grandeza de lo que somos. Y si algún día, Dios no lo quiera, todo esto que nos representa y vemos acariciado por el sol y vestido por la naturaleza fuera destruido por la vil mano traidora o por la injerencia externa es porque no quedará un sólo villero y villera de honor en pie para defenderla, pues habrán regado con su sangre y ofrendado con su vida el sagrado suelo de la Patria.
Al igual que Apolo hoy el disco solar y esta visión de las Hespérides, a la cual Platón obsequió con sus mejores versos, me hace reverberar e insuflarme de energías para golpear como martillo de Hefesto sobre campo de Ares en la defensa de lo nuestro.
Saludos.
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