Hoy, pese a las circunstancias, es uno de los días grandes de La Orotava. Infraoctava de Corpus donde la Villa viste sus mejores y floreadas galas para honrar a Dios.
Decía el año pasado el amigo Eduardo Rodríguez: ”las calles vacías el sentimiento intacto”. Y no se equivocaba en aquel 2020 y me atrevería a decir que tampoco en este 2021. Este año las calles están un poco más llenas pero el sentimiento sigue intacto. Pero hay otra clase de sentimientos que siguen intactos pese a que las personas ya no estén. En este caso la gran dama de La Orotava como fue, es y será en la perpetuidad de nuestra historia doña Araceli Morales.
Bien saben todos los que la conocimos, en especial los alfombristas, el enorme cariño, tacto y desvelos que tuvo doña Araceli por este magno Día donde su casa se convertía en punto neurálgico de este Jueves. Ella abría las puertas de su hogar a los alfombristas y amigos en un punto cordial de reunión para tomar un refrigerio en tan intensa jornada. Doña Araceli fue otra de esas personas que sabía leer en lo invisible nuestra esencia y supo interpretar la idiosincrasia villera. Interpretación patria que llevo a gala toda su vida porque emanaba de su gentil y enorme corazón. No me cabe el menor atisbo de duda que ella era una patriota villera.
Doña Araceli junto al amigo Leo Rodríguez en un homenaje que le tributaron los alfombristas un Jueves de Infraoctava de Corpus. Imagen obtenida de las redes sociales de Leo. |
Esta imagen de mi autoría y propiedad fue realizada un tiempo después de la tala de las palmeras de la plaza del Ayuntamiento. Ella observaba con nostalgia aquel lugar emblemático que había visto toda su vida sin sus vetustas palmeras. Pero con la esperanza de que las nuevas arraigaran como las desaparecidas. Sinceramente la foto no me quedó bien. Pero es muy alegórica de lo que añoramos. Calles sin alfombrar, calles vacías (pese a que haya más gente), fiestas que no son fiestas ni son nada, por mucho que nos intenten meter con calzador un zapato que no corresponde a la realidad. Y sobre todo, la enorme ausencia de una vecina tan insigne como doña Araceli.
No me cabe duda de que este año, al igual que el anterior, habrá visitado su amada Villa por estas fechas. Habrá comprobado con tristeza como esta pandemia sigue modificando nuestras vidas de manera particular y colectiva. Pero ella era mujer de Fe y estoy seguro que ruega por su pueblo y sus gentes.
Como escribía más arriba: “las calles vacías el sentimiento intacto”. El sentimiento nunca lo podrán subyugar mientras seamos un pueblo irredento frente a las adversidades y tengamos presentes el ejemplo y patriotismo de personas como Doña Araceli. Solo así podremos salir adelante y que La Orotava recuperé sus fiestas como deben de ser. Que las calles por donde transita el Santísimo se alfombren de nuevo. Que la tan querida y representativa calle la Carrera donde doña Araceli vio durante décadas en devenir de La Orotava vuelva a llenarse de Fe y fiesta. Seguro que ella estará en el balcón de su casa, convertido ya en emblema sentimental de esta Villa, donde nos brindará su mejor sonrisa y su amable educación.
Persona siempre presente en nuestros recuerdos. Un saludo doña Araceli allá dónde se encuentre e interceda por nosotros.
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