Siempre he opinado que tenemos en La Orotava un bache literario. Mucho ensayo, artículos y poesía, pero poca narrativa. Ya eso lo expresé cuando reseñé el libro “La llave del espejo”. Y dentro de ese bache tenemos que casi todo se refiere o bien a las Fiestas de La Orotava, al Teide o a nuestro Casco histórico. Todo ello aderezado de vez en cuando con algo para romper ese tritematismo. Temas que sin lugar a dudas están muy bien, pues son parte del ADN villero, pero que no es lo único. La Orotava es mucho más que eso. Y el pueblo tiene un potencial para la narrativa que parece que se está desperdiciando.
No estoy siendo ya muy proclive a rescatar artículos sobre estos temas, pues es redundar en la redundancia, pero tampoco puedo sustraerme al artículo que hoy transcribo del sacerdote portuense Sebastián Acosta Padrón, pues me parece de una bellísima factura en aquellas Fiestas de Corpus donde se conmemorada el primer centenario de las Alfombras. Pero incido nuevamente que La Orotava es mucho más que Alfombras, procesiones, su Casco y el Teide.
Parte de este artículo, pues son varios fragmentos de distintas épocas, cumple hoy un siglo de publicado en el periódico Heraldo de Orotava.
Como ya es habitual en estos escritos conozcamos un poco al personaje según Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Sebasti%C3%A1n_Padr%C3%B3n_Acosta
Sebastián Padrón Acosta nace en el Puerto de la Cruz en el popular barrio de Las Cabezas, en la casa número 36, el 31 de julio de 1900. Fueron sus padres Luís Padrón Hernández y Victoria Acosta Álvarez.
En el año 1908 ya vivía en la casa de la calle Esquivel que fuera de su abuelo Sebastián Padrón Fernández. Posteriormente pasa a vivir a Santa Úrsula, por traslado de su padre a trabajar de secretario del Ayuntamiento. Allí pasa la mayor parte de su adolescencia y se enamora de una bella muchacha, Arcadia Montes de Oca y Padrón, hija del cronista Francisco Pedro Montes de Oca y García, que da origen al amor y al desamor, lo que le ocasiona escribir una novela “La moza de Chimaque” 1947.
En 1913 ingresó en el Seminario de La Laguna. Se ordenó sacerdote en 1926 y recibió el presbiterado en 1928. Estudió derecho en la Universidad de La Laguna. Como historiador de la literatura canaria se le deben los importantes estudios Poetas canarios de los siglos XIX y XX, Retablo canario del siglo XIX, La descendencia lírica de Espronceda en Tenerife, Cien sonetos de autores canarios y El teatro en Canarias.
También vive en la esperanza, Fuenteventura y La Gomera. En el año 1914 en el seminario de Tenerife, permaneciendo 12 años y estudiando la carrera eclesiástica. Estudia bachiller en el instituto de La Laguna obteniendo el título en el año 1932. En ese año se matricula en la universidad de La Laguna, en Derecho. En el año 1927 a pesar de su evidente falta de vocación sacerdotal según Sebastián de la Nuez, fue ordenado sub. Diácono en la iglesia Matriz de su pueblo natal.
Sebastián Padrón Acosta es autor de una extensa obra, en su mayoría desperdigada aun por periódicos y revistas isleñas de su época, que significan un verdadero testimonio de amor y dedicación a la investigación sobre la cultura literaria isleña. Sacerdote y colaborador habitual en rotativos como La Prensa y La Tarde, entre las obras de Padrón Acosta figuran Poetas canarios de los siglos XIX y XX, Retablo canario del siglo XIX, La descendencia lírica de Espronceda en Tenerife, Cien sonetos de autores canarios y El teatro en Canarias.
El escritor y crítico literario Padrón Acosta reúne 35 breves biografías de escritores, artistas, científicos y periodistas isleños que contribuyen a un interesante retrato de la sociedad canaria decimonónica. En los años 50 a 70 del pasado siglo XX, el Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife desarrolló una intensa labor editorial, con la colaboración directa de relevantes figuras de la cultura y de la Universidad.
La mayoría de los títulos publicados entonces, que incluyeron ensayo, poesía, historiografía, crítica literaria y traducciones, se encuentran hoy agotados. La colección Rescate pone de nuevo en circulación un conjunto de obras indispensables para recuperar autores injustamente olvidados. El ensayista y crítico literario Padrón Acosta analiza el teatro sacro y profano cultivado en las Islas hasta principios del siglo XX. Durante siglos la vida económica y política de Tenerife giró alrededor del norte de la isla que vivió una intensa actividad cultural. El norte tinerfeño, y en particular el Puerto de la Cruz, fue puerta de entrada marítima de movimientos culturales que, como la Ilustración, supusieron un fecundo impacto en la isla y en el resto del Archipiélago.
La colección Voces del Valle rescata las obras de narradores, poetas y ensayistas del norte isleño que, a lo largo de la historia, han contribuido relevantemente a modelar la sensibilidad cultural de las islas y a conectarla con la dinámica de la creación literaria de Europa y América.
Las principales obras de Sebastián Padrón Acosta esta recopiladas en artículos de revistas; El romanticismo de Lentini, El ingeniero canario Don Agustín de Betancourt Molina (1758-1824), La poesía de don José Tabares Bartlett, El deán don Jerónimo de Róo, La vida del pintor Valentín Sanz, a través de sus cartas (1849-1898), El pintor José Rodríguez de la Oliva (1695-1777), El pintor Juan de Miranda (1723-1805), Los héroes de la derrota de Nelson, La cruz de piedra, El niño poeta Heráclito Tabares (1849-1865), El primer centenario de Ángel Guimerá, En torno a la vida de Rafael Arocha Guillama, La personalidad artística de D. José Rodríguez de la Oliva(1695-1777).
Destacan cien sonetos de autores canarios: Escafandra irreal de mi sentido. De extinta luz aciaga, tu pareja De las formas la pauta he concebido Tras el sutil misterio de tu reja. En la noche sin rumbos, tu prendido. Torero del naufragio de mi queja. Diminuto cristal estremecido Bajo el pórtico negro de mi ceja Trompo de luz, que con órbita breve Y sin ser astro, con el sol se atreve Cauce maravilloso del dolor Estrella baja, más, para mi altura.
El año 1921 Sebastián Padrón Acosta, escribió en la Gaceta de Tenerife, y bajo el genérico título de Páginas selectas. Ese año coincidió con la muerte de Tomás Morales, el poeta que mejor ha pintado en verso la mar, y del que dijo Sebastián Padrón Acosta que es de los más excelsos vates españoles y el más grande poeta que ha nacido en las Afortunadas.
En 1922, comienza sus primeras publicaciones colaborando para las hojas dominicales de las parroquias pueblerinas. Artículos literarios en el Heraldo Orotava. Revista historia museo canario de las palmas y en todas las publicaciones de la isla. En 1940 y 1941, se instala con su hermana Pilar en Santa Cruz de Tenerife. En 1943 es elegido miembro del instituto de estudios canarios.
Sus restos descansan en el cementerio portuense, en un nicho donado por el ayuntamiento que presidiera su amigo don Isidoro Luz Carpenter. El amigo portuense hasta la médula, Melecio Hernández, recuerda, aunque muy vagamente, la llegada del féretro al Puerto de la Cruz desde Santa Cruz para su enterramiento en el cementerio de la ciudad natal junto al mar y al Castillo San Felipe. Entonces entre los jóvenes de su generación, no se estimó el trascendental y valioso legado erudito de inspirada prosa y poesía con que dio vida a biografías de poetas, poetas, escritores y pintores, importantes ensayos monográficos: amplia, honesta y fecunda investigación histórica. Crítica y literaria, siempre sobre asuntos canarios. Para los de su edad solo había muerto un cura con fama de vida desordenada o más entendible en el comentario de Sebastián de la Nuez: Desgraciadamente el joven sacerdote se dejó arrastrar, en los primeros años de su estancia en la capital a una vida bohemia incompatible con sus hábitos.
El 18 de octubre de 2003, en el salón de plenos del Ayuntamiento de la capital tinerfeña, se presentaba la vida y la obra de Sebastián Padrón Acosta, recogió con cariño y minucioso orden por su fiel amigo Miguel Melián García, e introducido por el escritor Carlos Pinto Grote. El libro consta de 139 páginas, en la portada luce el retrato del extinto poeta dibujado a plumilla por el autor del mismo: Miguel García, y es a partir de página sesenta y siete cuando cae sobre el lector – como una lluvia de estrellas – la poesía profunda, abarrotada de lirismo, de Padrón Acosta: A la Virgen de Candelaria, Cristo de la Laguna, al Teide, su poesía va desgranándose con bellas imágenes profundo sentimiento.
La verdad que leyendo su biografía mucha vocación sacerdotal parece ser que no tenía. Tristemente falleció joven, pero dejó una abultada y magnifica obra literaria que como lector tendré que indagar en ella, pues su forma de escribir me ha gustado como así lo demuestra el texto que voy a trascribir.
I
«He contemplado, silencioso y conmovido, el triunfante itinerario de la Hostia Santa por las alfombradas calles orotavenses, calles que ascienden penosamente, con la geometría de un grandioso anfiteatro. Espectáculo significativo y emocionante… Los orotavenses, maestros insuperables e indiscutibles en el arte de las alfombras de flores naturales, hacen anualmente prodigios de arte bellísimo, arte que es tributo al Señor.»
II
«Famosa se ha hecho la Octava del Corpus, que se celebra en La Orotava, por el esplendor de sus cultos y la fastuosidad de sus alfombras de flores naturales. En este año de 1947 se cumple, precisamente, el primer centenario de las bellísimas alfombras de flores, y se ha conmemorado con toda pompa la religiosa festividad.»
III
El arte de las Alfombras.
«La Orotava se ha engalanado, como una novicia, que se dispone a profesar… Se ha puesto sus mejores y valiosas joyas: desde el magnifico trono refulgente, sobre el que triunfaba la Divinidad entre la orfebrería de la Custodia, hasta los pendientes brilladores de sus nobles damas, ataviadas y endomingadas.
La Villa, coronada de guirnaldas, cubierta con velos de castidad portando en las manos encendidos pebeteros se ha postrado de hinojos a los pies del Altísimo oculto tras el misterio de las especies sacramentales…
Y yo vi sonreír, cantadora y dichosa, a la Primavera, que volcaba sobre la campiña el tesoro aromado de su canastilla…
La Naturaleza y el Arte se han rendido a los pues de Cristo en un supremo homenaje de pleitesía.
La Orotava, toda cubierta de joyas, ha celebrado la fiesta eucarística, fiesta exaltada y cantada con solemne clamoreo de campanas.
Cuando el pueblo exterioriza su fe religiosa, cuando tributa su culto externo, la religiosidad toma entonces las apariencias de una bellísima paganía…
Espectáculo significativo y emocionante en que nos brindan las multitudes, cuando ardidas de fe, siguen silenciosas y pensativas a Cristo, que, en el misterio de su silencio, habla calladamente a los corazones que saben escucharle.
Mis ojos se han maravillado ante esta grandiosa obra artística, arte de Flora pura e inconfundible factura orotavense.
Son de admirar la perfección de la línea y la combinación del color que resplandecen en estas alfombras, de la manera más peregrina, y con el material más frágil trabajadas, ¡manos de artistas, manos acostumbradas a tocar cosas sutiles y bellas, tienen que ser las que ejecutan estas maravillas de dibujo y colorido!
Manos dignas, manos bendecidas por Dios, manos privilegiadas, que honrarían el pincel, la pluma y el buril, las que tantas cosas artísticas y refinadas han legado a los siglos y a las generaciones: causas instrumentales de los prodigios históricos de los eternos poemas ¡y de la estatuaria imperecedera!...
Acaso hayan aprendido los orotavenses ese arte sutil del matiz y del color, en el milagro pictórico que le brinda diariamente el sol desde su gran escenario, que es trono, cátedra y altar… En el Valle el sol, cada atardecer nos entrega en un nuevo milagro de color de luz. Nos da su última despedida el gigante, antes de reposar en los brazos del otro gigante…
El arte de las alfombras es la lógica consecuencia de esta Naturaleza privilegiada, donde soñamos el paraíso perdido, que Milton vislumbraba a través de su genio visionario de artistas […]
Las alfombras son una manifestación de manos habilidosas, de temperamentos de artistas, y también de los efectos de una Naturaleza fecunda y prodigiosa.
¿Cómo no va a brillar este divino arte de Flora, en la fiesta de los hijos de La Orotava cuando es éste el bellísimo rincón donde se han dado cita todas las plantas y flores de todas las zonas y todos los climas?
Si me preguntan si existe otra BELLA ARTE, además de las ya consagradas, yo diría que sí; y es el arte de las Alfombras de los preclaros hijos de La Orotava.»
IV
Perspectivas.
He aquí unos de los aspectos pintorescos de la hermosa Villa, reclinada donosamente sobre un techo de esmeralda, y que asciende en escalonado anfiteatro, deleitándose bajo la grandeza esplendente de un cielo maravilloso. Sirve de espaldar a este paisaje sugestionador un conjunto de montañas, que se yerguen altivas, orgullosas de su magnitud y poderío.
El Valle orotavense ha sido y es asombro de viajeros, por su rara situación, que ha puesto el éxtasis en el ánimo de quienes lo han contemplado absortos y maravillados.
Su clima es de los mejores del mundo. En la Villa reina una eterna primavera. Posee jardines magníficos y lugares seductores, ataviados de arboledas y esmaltados de varias flores que halagan el olfato y acarician la visión. Erectas, triunfadoras, altaneras, se levantan las araucarias excelsas, que a mí se me antojan emblemas obsesionantes de altivez y quijotismo…
Esta sucesiva población ha engendrado para la Patria el valioso tesoro de sus hijos ilustres que se han distinguido en las Ciencias, en las Artes, en las Leyes, en la Sanidad…
Es, pues, la Villa de La Orotava un bello rincón, que nos sugestiona y encanta por sus bonitos panoramas, por la lozanía de sus campos, por el recogimiento y belleza de sus mujeres, de rostros delicados y bellos. Entre las frondas los “pequeños y pintados pajarillos” nos deleitan con sus “harpadas lenguas”. La típica e inconfundible fisonomía de la población nos recrea con su rara situación y desenvolvimiento. Trepadoras enredaderas cubren tapias vetustas.
Anonada a los espíritus apacibles esa soledad y silencio que oponen en el animo de otros temperamentos la displicencia.
Y la Villa, vetusta, silenciosa y señorial en la pompa de las noches estelares, sueña dulcemente su sueño de leyenda medieval.
Sebastián Padrón Acosta, El teatro en Canarias, la Fiesta del Corpus, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1954, pp. 86 y ss.
Cit. De M. Rodríguez Mesa, Villa de La Orotava, historia, belleza y tradición, Ayuntamiento de La Orotava, 1975.
Heraldo de Orotava, Año 4, n.56, 17 de junio de 1923.
Heraldo de Orotava, 1 de octubre de 1922.
Texto extraído del libro “Lo que han dicho de ti”, Víctor Rodríguez Jiménez, 2006.
El texto ha sido largo, y más que es, pero he querido sólo rescatar lo que me parecía mas interesante. El autor hace una dicotomía literaria que lleva al lector a imaginarse una especie de ensueño festivo.
Comentar algunos fragmentos me parece estar de más, pues cada villero tiene su propia cosmovisión de las Alfombras. Así que lo mejor es que cada un@ saque sus propias conclusiones. Siendo muy inciso me ha sorprendido estas palabras:
«…Cuando el pueblo exterioriza su fe religiosa, cuando tributa su culto externo, la religiosidad toma entonces las apariencias de una bellísima paganía…»
¿Bellísima paganía? ¿En la Villa?... No sé yo.
«…Y la Villa, vetusta, silenciosa y señorial en la pompa de las noches estelares, sueña dulcemente su sueño de leyenda medieval.»
¿Leyenda medieval? Andaba desubicado el páter, pues La Orotava es hija del Renacimiento en su máximo apogeo.
Añadir más es tontería, pues son las palabras de Sebastián Acosta Padrón inigualables.
Saludos.