Hoy le toca el turno a don Sabino Berthelot de visitar este blog para conocer un poco más el tiempo que convivió en nuestro pueblo. El texto es largo, la verdad que fue un hombre prolífico escribiendo sobre esa época de su vida. Por cuestiones de tiempo y de espacio, por no hacer una entrada muy extensa, me acoto a una porción del mismo.
Durante un tiempo Sabino Berthelot residió en La Orotava. Escribió mucho sobre ello, con interesantes y simpáticas anécdotas como la relatada de que un ratón le robó una vela. Vale la pena tomarse su tiempo y leer sus impresiones sobre la Villa. Por razones de espacio y tiempo este artículo sólo conlleva algunos fragmentos. Imagen: https://www.isladetenerifevivela.com/2020/03/sabin-berthelot-berth-autor-de-historia.html |
Pero antes de su lectura conozcamos un poco más de la biografía de Sabino Berthelot según Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Sabino_Berthelot
Sabino Berthelot (Marsella, 4 de Abril de 1794 – Santa Cruz de Tenerife, 10 de Noviembre de 1880) fue un naturalista y etnólogo francés, residente en las Islas Canarias durante gran parte de su vida y coautor de Historia Natural de las Islas Canarias junto al botánico inglés Philip Barker Webb.
Sabino Berthelot nació en 1794 en la ciudad francesa de Marsella, hijo del comerciante Juan Agustín Berthelot y de su esposa Teresa Eulalia Augier. Se alistó en la Marina francesa y sirvió como guardiamarina durante las guerras napoleónicas. Después de la guerra se unió a la flota mercante, viajando entre Marsella y las Indias Occidentales. Entre 1819 y 1820 se estableció en La Orotava donde llegó a dirigir entre 1824-1826 el Jardín Botánico del Puerto de la Cruz fundado por el marqués de Villanueva del Prado. Desarrolló una gran labor investigadora en Canarias, en los campos de la Botánica, de la Historia, de la Antropología aborigen y de la Etnografía, y esto se refleja en una serie de sólidas publicaciones que contribuyeron a que la comunidad científica europea pusiera el punto de mira en las singularidades de las islas Canarias. Con su colaborador, Philip Barker Webb, recorre las Islas Canarias durante varios años -entre 1822 y 1830- recogiendo datos de campo, que fueron la base para la publicación de la Historia Natural de las Islas Canarias, que en varios tomos y un atlas, se publicó entre 1836 y 1850.3 En 1847 regresó de nuevo a la isla como cónsul de Francia en Canarias y, aunque en esta segunda etapa viajó con frecuencia a Francia, a la península y a otras islas, fue en Tenerife donde residió la mayor parte del tiempo. De esta segunda estancia en Tenerife es su obra Antigüedades canarias, publicada en París en 1879, apenas un año antes de su fallecimiento. Sabino Berthelot vivió gran parte de su vida en Tenerife donde conoció a mucha gente e hizo buenas amistades, que pertenecen a dos clases diferentes: una es la de los tinerfeños como el doctor Domingo Saviñón Yánez, profesor de Física en la Universidad de La Laguna, o el marqués de Villanueva del Prado y su hijo; otra, la los extranjero que, o bien residían en las islas, como los franceses Alejandro Auber -antiguo asociado y fiel amigo-, Miguel Maffiotte o el pintor británico Alfred Diston, o bien eran visitantes de paso por las islas. Se distinguió por su colaboración en el desarrollo de la educación, de la industria, de la agricultura y del comercio de Canarias y en 1847 fue nombrado agente consular interino de Francia en Santa Cruz de Tenerife, y posteriormente cónsul de primera, en 1874. En 1876 se le nombró Hijo Adoptivo de Santa Cruz de Tenerife. El 10 de Noviembre de 1880 falleció en Santa Cruz de Tenerife y se encuentra enterrado en el Cementerio de San Rafael y San Roque.
Una vez leída esta biografía he de insertar, pues la coyuntura y los hechos así me lo dispensan, el incidir que mientras los municipios de La Laguna y Santa Cruz honran más a sus ilustres visitantes y vecinos nacidos en el propio terruño, La Orotava aún cojea en dicho tema. Aunque bien es cierto que Sabino Berthelot tiene una calle en esta Villa. Creo que es importante remarcar esto porque es algo que debemos potenciar en La Orotava.
Pasemos a leer el texto que he elegido.
«… La Villa de La Orotava tiene su asiento en la pendiente del Valle. Su aspecto campestre no se encuentra en ninguna de nuestras ciudades de Europa; es la verdadera rus in urbe de Horacio; en campo irrumpe en las calles y del mismo se puede disfrutar sólo con salir a ellas.
Cada casa tiene su jardín, su huerta, su troje. Y cada uno vive de lo que cosecha en este suelo prodigo en bienes. Allí, nada de tumultos ni de muchedumbre. Una corriente de agua viva y límpida que discurre por delante de las puertas y su murmullo invita al reposo. Nada de paredes manchadas por sucios carteles, ningún anuncio para llamar la atención de los posibles clientes. Los cafés, los periódicos y los teatros se desconocen. No se ven mercados ni tiendas, nada de lo que es propio de otros países; sólo una carnicería, en la cual los regidores controlan la distribución de la carne y poco más: algunos tenderos que suministran al pueblo especias y pescado.
Las gentes ricas se aprovisionan en el Puerto de La Orotava, a legua de distancia. La Villa recibe de provisiones variadas y a cambio suministra al Puerto sus vinos. El Puerto manda sus revendedores y el pescado fresco. Hay que bajar al Puerto para renovar el guardarropa, comprar un sombrero o tratar con el zapatero o el sastre. La Villa, cuya población es de siete a ocho mil almas, no cuenta con más allá de cincuenta artesanos; el resto se compone de terratenientes aristócratas o gentes de profesiones liberales, de medianeros, trabajadores de la viña (vinateros). Únicamente un hombre tuvo la ocurrencia, dentro de este complejo agrícola, de montar un negocio para comerciar con sus vecinos: se trata de “el Beato”, cuyo almacén cuenta con muchos clientes entre los labriegos de los contornos.
Sin embargo, esta Villa, casi sin comercio y sin industria, no está desprovista de riquezas. Su fundación se remonta al principio del siglo XVI, y se debe a distinguidos capitanes de las fuerzas de Lugo, quienes recibieron del Adelantado las mejores tierras; poco a poco las familias más pudientes se fueron estableciendo aquí. Todavía está en pie la casa solariega de uno de los fundadores: se trata de una vieja mansión que se levanta, aislada, sobre una eminencia del terreno, no lejos del convento de San Francisco. En los tiempos fundacionales nade quería quedar por debajo de sus vecinos, y así las casas que pertenecen a la parroquia de San Juan, del barrio del Farrobo, se construyeron las unas por encima de las otras en las pronunciadas pendientes. Cuando se cansaron de edificar ganando en altura, decidieron adoptar el sistema contrario, y la nueva Villa-la parroquia de la Concepción- se emplazó más abajo, sobre un espacio más llano. Este segundo conjunto urbano hoy es el primero, en él viven la aristocracia y los frailes y monjas de diferentes órdenes religiosas.
… Yo vivía en el barrio de la Concepción, donde se encuentran las mansiones más ricas. Aquí todo es diversión y recreo. Todos los días hay saraos y las fiestas no cesan. He pasado tres años en este dolce far niente, gozando de la calma de los campos y la dicha del abandono, bajo las delicias de un clima atemperado alternativamente por la brisa del mar y el aire puro de la montaña.
El clima de la Villa es muy estimulante: tiene una temperatura dulce, suave, benigna, que nos alcanza y nos envuelve como un baño tibio: sin quererlo uno sucumbe a su influjo. La vida fluye feliz y tranquila, sin inquietudes ni sobresaltos…»
1 Sabino Berthelot, Misceláneas Canarias, 1839, traducidas al español en 1980 con el nombre de Primera estancia en Tenerife (1820-1830), por Luis Diego Cuscoy, con ocasión de su centenario, Aula de Cultura del Excelentísimo Cabildo Insular, Instituto de Estudios Canarios, pp. 63 y ss. Para conocer la intensa vida dedicada a la ciencia de Berthelot, cf Homenaje a Sabino Berthelot en el centenario de su fallecimiento, y Recuerdos y epistolario, traducción de Luis Diego Cuscoy, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1980, pp 69y ss.
2 Texto extraído en “Lo que han dicho de ti”, Víctor Rodríguez Jiménez, 2006.
El texto es más extenso donde Berthelot relata sus anécdotas como inquilino de la casa de Franchy donde afirma que vivía en soledad como un búho acompañado de un criado llamado Juan el herreño al que consideraba una persona bastante siniestra. Igualmente menciona al famoso drago de Franchy junto a otros hechos históricos. Como refiero es muy amplio y abarcaría mucho espacio en este blog. Mi intención es que sea una lectura amena y ágil. Paso a comentar algunos fragmentos del texto.
«… es la verdadera rus in urbe de Horacio; en campo irrumpe en las calles y del mismo se puede disfrutar sólo con salir a ellas.»
Horacio ya escribió sobre una ciudad así y Berthelot la señaló en el mapa. Eso de irrumpir campo y urbe en una romántica fusión es algo que aún pudimos contemplar en la Villa del siglo XX. Desgraciadamente eso desapareció bajo en genocidio del hormigón. Sinceramente siento sana envidia de aquellos que vivieron esas épocas en La Orotava.
«… Allí, nada de tumultos ni de muchedumbre. Una corriente de agua viva y límpida que discurre por delante de las puertas y su murmullo invita al reposo. Nada de paredes manchadas por sucios carteles, ningún anuncio para llamar la atención de los posibles clientes. Los cafés, los periódicos y los teatros se desconocen.»
Importantísimo este fragmento. Que no es nuevo entre los que han escrito sobre La Orotava a lo largo de la historia. En La Orotava no nos gusta la jarana ni el escándalo a deshoras. Eso tiene sus días concretos del año y punto. Uno de los mayores atractivos de la Villa, y por tanto principales bazas, es la tranquilidad de sus calles y su silencio nocturno. Eso se está peligrosamente perdiendo frente a otras actitudes propias de quienes no entienden la esencia de este pueblo y de gentes que ni de aquí son. Personalmente me gusta que las calles de La Orotava queden desiertas y en mutismo a la caída del crepúsculo. Eso da calidad de vida, aunque otros/as piensen que no. Y las calles limpitas, que generalmente lo están. Que para eso pagamos unas buenas perras en el impuesto de la basura. La Orotava tiene que invitar al reposo como emblema de la gente decente.
Aquí inserto una anécdota personal. Hace años yo colaboraba, o más bien acompañaba como persona independiente y altruista, con una persona en los eventos que organizaba. Y un año vino una familia de la Península, dos matrimonios con sus respectivos vástagos, y llegaron a La Orotava a eso de las 21:00 H. Pernoctaban en un conocido establecimiento hotelero del Casco. Y va y que me dice una de las señoras: “oiga ¿en este pueblo vive alguien?” porque se quedaron gratamente sorprendido del silencio y recogimiento del mismo.
En este fragmento Berthelot nombra, igualmente como otros autores, esa atarjea, fuente, canal… cómo se desee llamar que discurre por delante de las casas.
«… Únicamente un hombre tuvo la ocurrencia, dentro de este complejo agrícola, de montar un negocio para comerciar con sus vecinos: se trata de “el Beato”, cuyo almacén cuenta con muchos clientes entre los labriegos de los contornos.»
Otra labor para quién le guste la investigación histórica. Interesante sería localizar el lugar, tal vez aún exista la construcción, donde se situaba el negocio de “el Beato” (no ha trascendido el nombre en lo que he leído). Si le fue bien, que a juzgar por las palabras de Berthelot parece que sí, tuvo que haber hecho fortuna.
«… En los tiempos fundacionales nade quería quedar por debajo de sus vecinos, y así las casas que pertenecen a la parroquia de San Juan, del barrio del Farrobo, se construyeron las unas por encima de las otras en las pronunciadas pendientes. Cuando se cansaron de edificar ganando en altura, decidieron adoptar el sistema contrario, y la nueva Villa-la parroquia de la Concepción- se emplazó más abajo, sobre un espacio más llano…»
Berthlot creo que en este texto se expresó mal. Obviamente cuando se construye en pendiente una casa queda por encima de la otra. A no ser que una tenga más pisos que la siguiente en orden ascendente. Pero esa peculiar forma urbanística le da un encanto sin igual al Farrobo. Que de todas maneras eso de edificar luego en terreno llano tampoco es cierto del todo. Más bien en el Farrobo de edificaba en pendiente vertical y en el Casco en pendiente horizontal. Entiéndase que eso es relativo.
«…Yo vivía en el barrio de la Concepción, donde se encuentran las mansiones más ricas. Aquí todo es diversión y recreo. Todos los días hay saraos y las fiestas no cesan…»
Otro pasaje contradictorio que nos encontramos. Eso pasa cuando se escribe enalteciendo a los pudientes. Por un lado dice que en las calles “nada de tumultos ni de muchedumbre”, pero luego dice que todo es diversión y recreo, saraos y fiestas que no cesan. Claro Sabino, fiestas privadas para burgueses donde se te ve que solías acudir. Ya los pecados se confesaban luego el domingo en la Concepción. Esas cosas de ir a casas ajenas a mi no me gustan. Pero hay que admitir que se mantenía la tranquilidad y silencio de nuestras calles. Parte del ADN de La Orotava.
Pues esto extraje de Sabino Berthelot y sus impresiones sobre sus años de estancia aquí. Para que quede memoria de ello.
Saludos.
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